"Forever Van Gogh": Un homenaje a un genio

Forever Van Gogh es un espectáculo teatral sobre la vida del reconocido pintor Vincent van Gogh que utiliza la Inteligencia Artificial para el desarrollo de los espacios virtuales.

Durante la obra se hace un recorrido por la trayectoria del artista y por los aspectos más íntimos que le llevaron a albergar una singular visión del arte.

Un espectáculo para descubrir los diferentes momentos de su vida, a través de sus distintas etapas creativas, y conocer a la persona que hay detrás del genio. (BEON. ENTERTAINMENT). 

La vida a través de los cuadros

A día de hoy, Vincent Van Gogh es considerado uno de los pintores más prestigiosos de la historia del mundo arte. Por tanto, una pieza que homenajea su figura siempre causa interés por conocer más sobre la historia de esta gran figura. Ignasi Vidal realiza un recorrido por varias de las etapas del artista, incluyendo su más temprana edad en Forever Van Gogh. Así, busca ofrecer un retrato, y nunca mejor dicho, de la personalidad y vivencias que desembocaron en el trágico final del holandés. El contenido es entretenido, tiene episodios en los que se mezcla un realismo que busca ser riguroso frente al magnetismo de la magia que transita la pieza. Con lo cual, Vidal ha sabido equilibrar ambas facciones para poder enganchar a la audiencia ante lo que está contando.

Sin embargo, el problema que se puede hallar es que para aquellos que conozcan en mayor profundidad la vida del pintor, puede ser algo que ya se conoce o se ha visto en otro momento. Se aprecian algunos pasajes que son menos públicos, pero acaba por ser una escenificación que se queda en algo más superficial. En consecuencia, las posibilidades que ofrece la historia podrían haber servido para ahondar en la personalidad de Van Gogh y alejarse únicamente de la exposición de hechos que ya son bien conocidos. Se echa en falta empatizar con lo que sucede en escena, tratar de componer una visión llena de matices acerca de su comportamiento y sus vivencias. Lo mismo sucede con el desarrollo de las relaciones que se ven sobre las tablas, a las cuales les falta más fundamento, en especial, la de Theo, que se ven unas pinceladas.

La locura compartida

Cisco Lara es el encargado de dar vida al pintor en Forever Van Gogh, un reto que, sin duda, logra. Para comenzar, la entrega del actor es absoluta, tanto gestualmente como la energía que transmite. Por tanto, otorga coherencia a su personaje, de una manera natural y siempre apostando por la cercanía y la familiaridad. Asimismo, se valora que sepa estar presente, dando momentos de auténtica emoción. Únicamente, se puede echar en falto algo más de presencia, un poco más de potencia. Después, Felipe Ansola realiza un trabajo impoluto, es una exquisitez lo que consigue con su Theo, siendo una interpretación magistral. El cuidado que le pone desde el principio se aprecia en la contundencia con la que deambula por el escenario, controla a la perfección donde debe colocar su energía en cada momento. Un magnífico trabajo dramático.

Simón García es otro de los grandes intérpretes de la obra, siempre es un placer disfrutar de su talento sobre un escenario, pero en esta pieza se corona en todo momento por la virtuosidad de su manera de tocar, como por su lenguaje corporal y su expresividad. Una muestra de cómo los músicos también pueden ser grandes protagonistas sin tener que mediar con la palabra. Por otro lado, el reparto va cambiándose de papeles según lo demanda la historia, varios de ellos cumplen su cometido, sin grandes aspavientos, por lo que, merecen una mención especial Joaquín Fernández, Noelia Venza, Andoni Larrabeiti e Inés Valderas, los cuales muestran un trabajo actoral más trabajado. No obstante, se debe aplaudir a todo el elenco el manejo de su lenguaje corporal, así como el desempeño que muestran en las coreografías.

Experiencia inmersiva

Las expectativas de Forever Van Gogh son altas por la reunión de varios genios del panorama artístico: Ara Malikian, Chevi Muraday e Ignasi Vidal, tres nombres que unidos causan furor. En primer lugar, la coreografía de Muraday es una maravilla, es uno de los elementos artísticos de mayor calidad del montaje, que indican su maestría. Gracias a ello, se formulan elementos visuales muy atractivos, que junto con el movimiento, cautivan a la audiencia. Después, la composición musical de Malikian sigue siendo sinónimo de virtuosismo, tiene momentos en los que es imposible no emocionarse. Por ello, se puede decir sin ningún problema que ha acertado con su labor. Después, la selección de colores casa con la personalidad de la pieza, terminando de forjar la imagen que se desea dar de ella.

La construcción de la escenografía se combina con la instalación de una proyección inmersiva que utiliza todo el espacio del teatro para dar una sensación de estar dentro de la propuesta escénica. Por un lado, se podría haber apostado por algo más atractivo, dado que la elección de un monolito principal acaba por chirriar un poco. Lo mismo sucede con los audiovisuales escogidos, el diseño podría haber sido muchísimo más atractivo, se pierde ante un montaje algo disperso y desordenado, no aprovechando todas las posibilidades que le ofrece. Llega un momento que puede dar igual que esté ahí artísticamente, dado que no aporta nada ni estéticamente, ni narrativamente. Por lo cual, su mayor atractivo también acaba por ser aquello que debe mejorar más en su incipiente carrera teatral.

Conclusión

Forever Van Gogh es un homenaje prometedor a uno de los pintores mejor valorados de la historia del arte. El libreto narra algunos de los episodios de Van Gogh, mostrando momentos que causan interés en el espectador. No obstante, se echa en falta mayor profundidad ante la personalidad y la psique del artista. El elenco está liderado por dos magníficos Cisco Lara y Felipe Ansola, siendo éste último se corona con una interpretación fascinante. La propuesta escénica brilla en la composición musical y en la coreografía, no logrando el mismo efecto en los audiovisuales y la propuesta escenográfica, la cual pasa sin pena ni gloria. Un viaje hacia la vida del pintor que tiene un potencial que puede seguir evolucionando.

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