Fried Barry es una inclasificable película sudafricana de ciencia-ficción, escrita y dirigida por Ryan Kruger. Nos cuenta la historia de un drogadicto que es abducido por los extraterrestres, asumiendo uno de los alienígenas el control de su cuerpo mientras aprende a observar las contradicciones de la conducta humana.
Está protagonizada por Gary Green, Brett Williams, Joey Cramer, Sean Michael y Steve Wall. La película no se ha estrenado en salas comerciales, pero pudo verse en el Festival de Sitges 2020 y, a través de Filmin, en el Festival Terror Molins 2020, desde el día 13 de noviembre de 2020.
Crítica de 'Fried Barry'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Fried Barry
Título original: Fried Barry
Reparto:
Gary Green (Barry)
Brett Williams (Jono)
Joey Cramer (Mycroft Holmes)
Steve Wall (Little Beast)
Sean Cameron (Ronald)
Hakeem Kae-Kazim (Kinpin)
Jonathan Pienaar (Daddy)
Año: 2020
Duración: 99 min.
País: Sudáfrica
Dirección: Ryan Kruger
Guion: Ryan Kruger
Música: Haezer
Fotografía: Gareth Place
Género: Terror. Comedia
Sinopsis de 'Fried Barry'
Barry es un bastardo drogadicto que es abducido por extraterrestres después de una de sus habituales juergas. El propio Barry se convierte en un pasajero de sí mismo cuando un alienígena asume el control de su cuerpo y lo lleva a dar un paseo por Ciudad del Cabo.
Premios
- Festival de Sitges: Sección oficial largometrajes a concurso. 2020
Dónde se puede ver la película en streaming
La mirada del alienígena
El realizador británico Ryan Kruger debuta en el largometraje adaptando su propio corto de 2017 Fried Barry, tras pasar muchos años actuando y dirigiendo vídeos musicales. Esa etapa en el videoclip es coherente con la estética y el ritmo que impregnan esta loca ópera prima. Fried Barry podría considerarse como el reverso bizarro y psicotrónico de Under the Skin (Jonathan Glazer, 2013), combinado con una versión alucinógena y perversa de E.T. el extraterrestre (Steven Spielberg, 1982). Pueden parecer comparaciones antagónicas o hechas al azar, pero si profundizas un poco en el contenido de la película seguro que encuentras los puntos de conexión.
Con una apuesta visual apabullante, la película es una intensa montaña rusa sensorial. Transita entre la psicodelia producida por una sobredosis de LSD y la mirada ingenua de un niño. Y es que está narrada en primera persona, con el rostro de ese Barry alienado casi siempre en primer término. En realidad es la mirada de un alienígena que no comprende nuestras costumbres y que habita como huésped de un particular anfitrión humano demasiado perjudicado por el alcohol y las drogas.
Una propuesta original con influencias en la mochila
Ante ese punto de partida tan radicalmente marciano, Fried Barry se eleva como una propuesta de género tremendamente original en fondo y forma. Por desgracia, el desarrollo de la historia no está a la altura de esa premisa ni de su construcción estética. Se abusa del tono efectista con situaciones de índole sexual y escatológico de dudoso gusto. La película se vuelve repetitiva y su metraje se alarga en exceso, llegando a poner muy cuesta arriba todo el tramo final.
Aún así hay que reconocer que propone un viaje lisérgico al espectador. Con planos que utilizan una óptica angular tipo ojo de pez para potenciar el peculiar rostro del protagonista, Gary Green. Sería difícil entender Fried Barry con otro actor en ese rol. También estamos ante una película con mucho poso cinéfilo. Por ejemplo, en la secuencia que ocurre en el psiquiátrico aparece un personaje llamado Martini, mismo nombre que tenía Danny DeVito en Alguien voló sobre el nido del cuco (Milos Forman, 1975). No creo que sea casualidad.
Es un detalle que puede pasar por alto, pero toda la película está impregnada con una iconografía pop y la pestilencia de la Serie B videoclubera más cochambrosa de los años 70-80-90. Sus imágenes se trituran con la thermomix del surrealismo y la experimentación para dar a luz un engendro de belleza estrambótica. En su puesta en escena se adivinan influencias de unos primerizos Danny Boyle o David Cronenberg, e incluso de John Carpenter, que tiene una película en clave naïf con la que se podría fácilmente emparentar, Starman, el hombre de las estrellas (1984).
Conclusión de 'Fried Barry'
Fried Barry es una producción sudafricana dirigida por el británico Ryan Kruger. En su ópera prima, nos propone una experiencia visual y sonora tan alucinante como agotadora. Tiene muchas referencias al cine de género ochentero y una estética de videoclip que bien podría servir para un grupo de música house.
El director nos ofrece el original retrato de un alienígena en su descubrimiento del comportamiento humano. Es de esas películas tan radicales que producen reacciones encontradas en el público. Si te dejas llevar, puede resultar un divertido viaje orgásmico con efectos anfetanímicos. Pero si no entras en su propuesta, se convertirá en un eternizante compendio de imágenes salidas de tono y sin lógica aparente. Lo que es innegable es que Fried Barry es una propuesta única dentro de la ciencia-ficción reciente. Y eso siempre es de agradecer.
Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM