Cuando se anunció el estreno de Guapis (Mignonnes) el público inició una conversación en redes sociales sobre el marketing tan provocador de Netflix. Ya que la directora, Maïmouna Doucouré, es una activista senegalesa nominada en Sundance. Los espectadores, antes de ver la película, la defendieron frente a la imagen que daba Netflix en su cartelería y sinopsis. Guapis (Mignonnes) presenta una generación criada en la cultura del videoclip y que entiende perfectamente la feminidad como constructo cultural que puede utilizarse como máscara y filtro para ser aceptadas. Pero los personajes son niñas de once años, ahí empieza el problema. Se puede ver en Netflix desde el 9 de septiembre de 2020.
Crítica de 'Guapis (Mignonnes)'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Guapis
Título original: Mignonnes
Reparto:
Fathia Youssouf Abdillahi (Amy)
Medina El Aidi (Angelica)
Maïmouna Gueye (Mariam)
Esther Gohourou (Coumba)
Ilanah Cami-Goursolas (Jess)
Myriam Hamma (Yasmine)
Mbissine Thérèse Diop (La tante)
Demba Diaw (Ismaël)
Bilel Chegrani (Walid C.)
Año: 2020
Duración: 96 min.
País: Francia
Director: Maïmouna Doucouré
Guion: Maïmouna Doucouré
Fotografía: Yann Maritaud
Música: Nicolas Nocchi
Género: Drama
Distribuidor: Netflix
Tráiler de 'Guapis (Mignonnes)'
Sinopsis
Amy tiene 11 años y se queda alucinada con un grupo de baile de chicas. Para unirse a ellas, empieza a explorar su feminidad, desafiando las tradiciones de su familia musulmana. (Netflix)
Donde se puede ver la película
¿Una película feminista?
Guapis (Mignonnes) cumple el Test de Bechdel, sí, y trata una historia feminista sobre el papel, además presenta un choque cultural y el paso de niña a adolescente. Pero al espectador ya no le sirve que haya más mujeres activas en pantalla que cuenten sus propias historias, también importa cómo están representadas estas mujeres. Y es su lenguaje narrativo y su mirada lo que no tienen nada de feminista.
Laura Mulvey lo llamó “la cualidad de ser mirada”. El cine espectaculariza el cuerpo de la mujer, su desnudez. Así la cámara pasa por su cuerpo, como en un videoclip de Cardi B, como si rozaras el cuerpo de Ami con la mirada. El montaje no presenta el baile sino que pasa por los movimientos. Fragmentando sus cuerpos, mostrando solo culo y espalda, condicionando la forma de mirar del espectador. Despersonalizándolas, sin rostro a veces y con barridos a cámara lenta que detienen el desarrollo narrativo.
Se trata más sobre identidad que sobre sexualidad
Estas actrices menores, y sus personajes, quedan expuestas como objeto erótico para una mirada masculinizada. Mientras la música extradiegética es divertida y fresca, aunque al eliminar el audio, la escena no tiene nada de divertido. Ami se presenta volátil, gritando a sus amigas, golpeando a niñas en el colegio, traicionando a una compañera y tirándola a un río. Cada vez viste más ajustada y con menos, hasta que en una escena viste igual que su amiga cuando se conocieron, con el top rojo y los pantalones de cuero.
A partir de ahí, el resto de personajes juzga cómo viste. Ya que la película no trabaja su sexualidad, y se agradece, Guapis (Mignonnes) trata sobre identidad. ¿Cómo Ami se presenta al mundo? ¿Cómo viste, se maquilla? ¿Qué sube a redes sociales y hasta dónde comparte su intimidad? Cuando ella dirige su producción en Instagram, ahí aumenta la critica.
Cuando cuelgan algo suyo sexualizado -en bragas, tirada en el suelo, humillada y en público- entonces da risa y se comparte libremente. También se ha criticado que las amigas vean porno juntas, hagan sexting o manden nudes por falta de realismo y ser exagerado. Quizás no con once años, pero es en esa primera adolescencia cuando se empieza a experimentar así en este nuevo mundo.
Guapis victimiza a niñas de once años
Es especialmente reveladora esa escena donde, bajo la amenaza de que la seguridad de unos recreativos llame a sus padres o a la policía- Ami reconoce que sabe utilizar su cuerpo para distraer y llamar la atención. Estas niñas son plenamente conscientes de que mover el culo y hacer estética por imitación es una herramienta. Saben producirse, aunque demuestran, escena tras escena, que no conocen más allá; lo que sucede en el sexo, qué queda en un condón, como se transmiten las ETS, cómo es un pene o cómo son las dinámicas de un matrimonio.
Guapis (Mignonnes) eligió tratar a sus personajes con caminos cerrados, dejando poco espacio a la evolución. Por ejemplo, la madre podría haber tenido un arco con más recorrido, pero siempre queda como madre abnegada -no muy coraje- al remolque de su contexto cultural y adaptándose a un matrimonio polígamo.
Aunque la más afectada es Ami, quien es la víctima de innumerables situaciones: de las niñas blancas por ser diferente y nueva, de la adicción a las redes sociales por mercantilizarse a cambio de likes, de la religión y las costumbres que no la dejan experimentar, del machismo en general -su primera experiencia de tono sexual es una cachetada que no ha pedido en mitad de clase-. Víctima también de la orfandad al quedarse sin padre en vida y del acoso de las niñas mayores sin nombre y, a veces, sin cara.
Sobre victimización trata también esa escena innecesaria, sin diálogo ni explicación, donde la chica mas gordita vomita en el baño del instituto. Se entiende como bulimia y el momento se incluye en Guapis (Mignonnes) sin ningún contexto ni mayor recorrido. Sin una pista antes, ni una ayuda después.
Conclusiones sobre 'Guapis'
Todo este viaje sobre la hipersexualización de las jóvenes acaba con Ami abrazando su pasado y su cultura natal, la familia y la “normalidad”, al volver a la sudadera y los vaqueros. Pero lo más preocupante de Guapis (Mignonnes) es el vouyerismo del espectador que, desde una posición segura con la certeza de que nadie lo está viendo, mira a niñas de once años tocarse entre las piernas, de purpurina hasta el paladar, mientras hacen twerk en una tarima delante de cien personas. Son niñas que aceptan que van a ser sexualizadas desde su infancia y siguen las reglas del juego. Como dice Laura Mulvey “la mujer es objeto de deseo, solo le queda desear serlo”. Entonces, cuando lo aceptan, ahí viene una mayor crítica.
¿Y qué le quedará al espectador de esta película? ¿Qué los senegaleses llevan sus costumbres estrictas a otros países, que las redes sociales son malas y las niñas cada vez se sexualizan antes porque existe Tik Tok? Por tanto, Guapis (Mignonnes) es una buena película que aborda un problema -y una frustración- actual, aunque su mirada no es la más acertada.
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