El pasado 10 de marzo terminó Jaula de pájaros en la sala exlímite, tras tres funciones con una afluencia de público pronunciable. Escrita por Jorge Berlanga y dirigida por Rebeca Roldán, aborda el mundo de las adicciones y los sueños rotos. Estrenada originalmente en el antes Teatro Galileo, volvió a las tablas con una revisión tanto de texto como de puesta en escena. Se espera que regresan pronto a los escenarios madrileños.
Título: Jaula de pájaros Título original: Jaula de pájaros
Reparto: Nacho Serrano Jorge Berlanga
Duración: 65 min. apróx. Dirección: Rebeca Roldán Dramaturgia: Jorge Berlanga Ayudante de dirección:Octavio Vellón Cortina Vestuario y Escenografía: Compañía Balmoral Diseño audiovisual: Moira Films Diseño Sonoro e iluminación: Daniel Martín Villamuelas Técnico de Luces: Sebastián Domínguez Producción: Compañía Balmoral
Tráiler de 'Jaula de pájaros'
Sinopsis de 'Jaula de pájaros'
Jaula de pájaros nos presenta a Pablo, que lo dejó todo y emigró a Inglaterra, depositando todas sus ilusiones y esperanzas de futuro en las promesas del sueño londinense. No obstante, no ha estado a la altura de sus expectativas, y ahora, incapaz de afrontar a su familia, bebe para ahogarse el alma. Esta noche es un cuerpo en estado casi etílico, un gamberro en potencia de muerte, pero aparece la mano de su primo, de prácticas en Londres, para unir el lazo roto con los suyos. (SALA EXLÍMITE).
La frustración del ser
La compañía Balmoral se adentra en el mundo de las adicciones en Jaula de pájaros, desde una perspectiva más emocional que racional. Por tanto, no es una obra que busque exponer el proceso de la caída a los infiernos, sino llevar al espectador ante esta cárcel una vez ya se está en ella. Con lo cual, el libreto se centra en la vorágine de sentimientos y frustraciones que encierra, en este caso, a sus personajes a ser presos de ellos mismos. Uno de los aciertos es no sólo centrarse en la persona que lo padece, sino exponer dos realidades que parecen contrapuestas y chocan al tener más en común de lo que se piensa.
Su mayor fuerza es el texto, el cual sabe dibujar una realidad que rompe el privilegio para desmitificar aquello de “tiene todo en la vida”, dado que analiza de una forma profunda cómo luchar por ser uno mismo va más allá del contexto. Es inteligente no buscar generalizar, sino centrarse en una situación concreta, en cómo los sueños rotos se pueden manifestar de distintas maneras. Tal vez fuera más interesante manejar los tiempos del frenesí, del cara a cara, para evitar que se deje la sensación de querer más. La razón no es otra que el final puede sentirse algo abrupto, pero se debe más a la forma que al contenido. La elección y desarrollo del tema están bien definidos, es solo colocarlo de forma que el culmen llegue de una manera más paulatina.
Heridos
Jorge Berlanga y Nacho Serrano son los dos actores que dan vida a los protagonistas de Jaula de pájaros. En primer lugar, Jorge Berlanga se enfrenta a un reto complejo, teniendo que dar vida a un personaje alcoholizado, algo que no tan fácil por la dificultad de no caer en el cliché. Tiene momentos realmente frágiles, escenas en las que se ve que habla desde dentro, que navega por las emociones, por lo que está viviendo. Por ello, podría intentar limitarse la parte cómica, se abusa de ello en su primera parte y no siempre sienta tan bien a la construcción de su personaje, dado que da la impresión de buscar la risa. Corporalmente, puede controlar algunos gestos, ser más preciso en los movimientos para evitar aspavientos que no acompañan al parlamento.
Por su parte, Nacho Serrano llega como un torbellino, lleno de energía, sabiendo poner ese punto de enfado y a la par de preocupación que necesita su personaje. Todo ese ímpetu viene bien medido, acompañado de una buena posición del cuerpo. La emoción llega en varios puntos, sobre todo en el enfrentamiento frontal entre su personaje y el de Berlanga, donde se contiene y eso provoca mayor efecto, un golpe en el estómago. Directo. No obstante, sería importante evitar la desconexión en algunos momentos, ya que se percibe que hay pasajes que se ejecutan más desde la cabeza que desde el propio ejercicio teatral. Asimismo, la química entre ambos actores se puede trabajar todavía más, ya que se ve esa familiaridad, pero esa conexión puede crecer más (y seguro que lo hará con el pasar de las funciones).
El descontrol
El primer contacto con Jaula de pájaros es una realidad decadente, con todo por el suelo, multitud de papeles en el suelo, libros, alcohol… Un retrato visual muy pertinente, una decisión certera que permite contextualizar sin tener que poner palabras sobre ello. Poderoso. Los espacios por los que transitan ambos personajes están muy bien definidos, un acierto para saber y limitar por dónde deambulan los actores. El espacio sonoro toma presencia durante el principio de la función, pero se acaba perdiendo, podría ser interesante no ocuparlo solo con el silencio, sino dar oportunidad a golpes de efectos y sonidos que apoyen más el estupendo trabajo actoral. Por otro lado, los objetos sobre el escenario, el vestuario, la forma de utilizarlos, de recogerse, son fructíferos, muy bien planteado.
El ritmo de la obra sigue una vorágine llena de emoción, de sentimiento, que hace que la pieza logre efectuarse con gran dinamismo. Se pasa volando. Como se ha comentado anteriormente, podría intentar controlarse la comedia, de forma que fluya de forma más orgánica. El diseño de iluminación es el aspecto que deja una sensación de confusión, la gama de colores se depositan en momentos en los que no hay todo ese remolino sentimental, utilizando una luz más estándar en estos momentos. Podría buscarse una construcción artística que acompañe más este efecto y lo que sucede en escena. Lo mismo sucede con la ruptura de la cuarta pared, que no entiende como elemento escénico y rompe con la atmósfera que se está creando sobre las tablas.
Conclusión
Jaula de pájaros es una bajada a los infiernos, que contrapone dos realidades que encuentran su sumum en ese remolino de emociones. Una dramaturgia que ha sabido ir hacia el adentro, para poner sobre la mesa la frustración desde distintas perspectivas. Jorge Berlanga y Nacho Serrano consiguen brillar en momentos que exigen partir desde las entrañas, aunque seguramente la conexión entre ellos vaya a más con el pasar de las funciones. A nivel técnico y artistico, decisiones inteligentes, sobre todo en la escenografía y el campo escénico. Se puede mejorar el diseño de iluminación, espacio sonoro, el control de la culminación del relato y la ruptura de la cuarta pared. Los sueños rotos se dan cita en cara a cara emocionante.