La cocina (2023) (The kitchen) es una producción británica en forma de drama distópico que nos presenta un futuro cercano bastante gris, mientras nos habla también sobre las relaciones personales. Es el debut en la dirección del actor Daniel Kaluuya. Codirige Kibwe Tavares, en lo que es también su debut en el largometraje. En el reparto encontramos a Kane Robinson (Francotirador, Top boy), Jedaiah Bannerman y Hope Ikpoku (Top boy, Bulletproof). La película se estrenó el 15 de octubre en el BFi London Film Festival, teniendo un estreno limitado en cines en el Reino Unido el 12 de enero, para lanzarse mundialmente a través de Netflix el 19 de enero de 2024.



La cocina (2023) (The kitchen)

Crítica de 'La cocina'

Ficha Técnica

Título: La cocina
Título original: The kitchen

Reparto:
Kane Robinson (Izi)
Jedaiah Bannerman (Benji)
Hope Ikpoku Jnr (Staples)
Henry Lawfull (Cronik)
Demmi Ladipo (Jase)
Alan Asaad (Oozie)
Tejia Kabs (Ruby)

Año: 2023
Duración:
107 minutos
País: Reino Unido
Director: Kibwe Tavares, Daniel Kaluuya
Guion: Daniel Kaluuya, Joseph Murtagh
Fotografía: Wyatt Garfield
Música: Alex Baranowski, Labrinth
Género: Ciencia ficción. Drama
Distribución: Netflix

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'La Cocina (The kitchen)'

Sinopsis

Londres, 2040: el aumento de los precios de la vivienda, el trabajo informatizado y la erradicación del Estado del Bienestar han convertido la ciudad en un patio de recreo para multimillonarios, empujando a las clases más bajas a barrios marginales como The Kitchen. Izi, un exladrón y exconvicto, está desesperado por enderezarse, pero cuando su hijo contrae una enfermedad devastadora, se ve obligado a participar en un atraco que cambiará para siempre la vida de todos los habitantes de The Kitchen.



Un Londres deprimente

La cocina tiene, de inicio, una virtud narrativa. Aunque se trata de una distopía en un futuro no muy lejano, la historia se va contando a sí misma. Sin el concurso de unos créditos iniciales que nos pongan en situación de los cambios sociales o tecnológicos que se hayan producido. Todo ello  lo deducimos en base a las acciones que vamos viendo. Aparte de ser un voto de confianza a la inteligencia del espectador, lo que podemos sacar en conclusión es que La cocina no se desarrolla en un futuro muy avanzado. Sino más bien en un futuro tan emparentado con el nuestro que solo hace falta una exacerbación de algunos males actuales para imaginarnos sin problemas lo que la película nos propone.

En Londres vemos que hay una gran masa de gente pobre hacinada en algunos lugares concretos de la ciudad. Uno de esos lugares es La cocina, un edificio grande y destartalado y sus aledaños, que sirven de lúgubre vivienda a una multitud de desposeídos. Allí vive Izi (Kane Robinson). Un inquilino de La cocina que trabaja en una funeraria de lo más particular Es precisamente en su trabajo donde conoce a Benji (Jedaiah Bannerman), un adolescente que acaba de perder a su madre, a la que Izi parecía conocer. Ambos empiezan a tejer una amistad que tendrá que sobrevivir a muchas dificultades.

Parece que vemos una brecha de clase enorme entre desposeídos y ricos, la desaparición de cualquier protección social y una guetización que enclaustra a las clases bajas en la pura cochambre. Ni siquiera La cocina está exenta de poder desparecer; las incursiones de la policía acaban arrastrando a mucha gente. Se intuye un problema de vivienda, por un alza exponencial de precios, gentrificación, etc.

La cocina película
Copyright Netflix

Lo social y lo individual

La cocina emplea dos perspectivas. Evidentemente la película tiene un componente social que mira con pesimismo y ojo crítico la desaparición de la protección social y la pobreza galopante. De otro lado, la perspectiva individual se fija en la relación entre Izi y Benji, que bascula entre lo fraternal y lo paternal. Cada vez haciendo más hincapié en esto último. Una comparación con El ladrón de bicicletas (1948) quizá esté fuera de razón, pero comparte una visión que aglutina lo afectivo y lo social. A ratos también parece querer parecerse a Una historia del Bronx (1993) por aquello de la figura paterna tratando de alejar a un ser querido del camino de la violencia y el crimen.

Otra idea que ronda es la de la defensa del sentido comunitario, la fuerza de la solidaridad. Si bien La cocina no es un lugar exento de conflictos, hay un espíritu de comunidad, de apoyo mutuo, de defensa compartida ante los estragos de una vida miserable. Incluso los que parecen más proclives al lado oscuro, o a delinquir, no son condenados totalmente por la visión de los directores. Añadamos un compromiso más cercano, y ahí es donde nos encontramos de nuevo a Izi y a Benji. El adulto tiene algo de esquivo, de lobo solitario que será puesto a prueba por un afecto real, tangible y cercano.

Quizá la tesis de la película sea ésa. La vida como acto de compromiso. La narración propiamente dicha es lenta, de ritmo a menudo reptante, sosegado. No es ningún problema grave para lo que la película pretende, pero la pega es que a veces la historia se ensimisma, se estanca primando lo descriptivo sin que la acción progrese demasiado. De hecho, si la película fuese algo más larga, es posible que nos pareciera redundante en exceso.

The Kitchen filme
Copyright Netflix

La factura técnica de La cocina

La cocina tiene un acertado y resultón diseño de producción, sobre todo en la puesta de manifiesto de la depauperación del ámbito del propio lugar de La cocina. De este modo, el aspecto es sucio, desportillado, con una presencia de abandono y podredumbre notables. Como el neorrealismo de un futuro que todavía no está aquí. Los alrededores del edificio son como una gran chamarilería, como un confuso bazar  siempre con personas hormigueando alrededor. El resto son esencialmente calles vacías de Londres, con algún que otro añadido digital que no altera sustancialmente el naturalismo de la puesta en escena.

Es decir, no estamos ante una distopía en la que los coches vuelen, o la gente se teletransporte. Tecnológicamente vemos algún aparato original, pero el fuerte de la película no está en el futurismo, sino más bien en una variante socialmente siniestra de nuestro presente.

La dirección de Kaluuya y Tavares es más o menos funcional, adecuada al ritmo cadencioso de la película, lo que viene a significar que hay un esmero en crear una atmósfera decadente que proponga y refuerce algunas de las tesis de la película. No podemos decir que sea un mal debut en la dirección, ni mucho, al menos en este aspecto. En lo que es meramente narrativo hay momentos de impasse, de ritmo demasiado hipotenso que afortunadamente no llegan a aletargar el conjunto. Sí es justo decir que las escenas de acción, las redadas policiales, tienen el suficiente dramatismo y potencia como para compensar, en parte, esto parones.

La Cocina película
Copyright Netflix

El elenco

Dentro del reparto de La cocina, no hay cabida para nombres de relumbrón. De hecho, muchos actores o actrices no tienen mucho recorrido en el cine, y son conocidos más por la música. El mayor ejemplo lo tenemos en el protagonista. Kane Robinson, más conocido como Kano, es un rapero británico de cierta importancia, que incluso ha colaborado con grupos como Gorillaz. Más o menos se puede decir lo mismo de Hope Ikpoku Jnr en el papel del pandillero Staples, y muy particularmente de Jedaiah Bannerman, en lo que es su debut absoluto en el cine.

La decisión de utilizar a un reparto de no mucha raigambre encaja con muchos planteamientos neorrealistas o de cine social. Desde luego si, más allá de elementos presupuestarios, la idea era la de captar una sencillez natural en los personajes, se puede decir que el objetivo se cumple. No hay grandes dejes de actuación, pero sí que hay un sentimiento de naturalidad. Basándonos en los personajes principales, Robinson si consigue un personaje con dificultad para mostrar afectos o conectar realmente con otros, y Bannerman a otro con una necesidad de compañía y cariño notable. En la interacción entre los dos hay un pudor, una timidez que viene muy bien a la película.

The Kitchen filme
Copyright Netflix

Conclusión de 'La cocina'

La cocina (The kitchen) es una película áspera, ácida y tierna a un tiempo, todo ello sin énfasis ni resaltados innecesarios. Su sentido angustiantemente distópico se ve compensado por una búsqueda de la bondad tanto colectiva como personal, que aparece como un arma poderosa para resistir ante la injusticia. Kaluuya y Tavares han conseguido una película sencilla, bien diseñada y con ideas interesantes. Lástima que en algunos momentos pierda algo la dirección y divague un poco. No obstante, es una propuesta apreciable.

Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí