La infamia es una obra de teatro basada en el libro de la periodista mexicana Lydia Cacho,Memorias de una infamia, en el que relata el secuestro que sufrió en México en 2005. La obra está dirigida por José Martret y protagonizada por Marta Nieto y Marina Salas.
Reparto: Marta Nieto (del 9 de diciembre al 2 de enero) Marina Salas (del 4 al 16 de enero)
Duración: 75 min. apróx. Dirección: José Martret Adaptación: Lydia Cacho y José Martret Autoría: Lydia Cacho
Diseño de espacio escénico y vestuario: Alessio Meloni
Diseño de iluminación: David Picazo
Sonido: Sandra Vicente
Diseño de videoescena: Emilio Valenzuela
Operadora de cámara: Alicia Aguirre Polo
Ayudante de dirección: Pedro Ayose Producción: Teatro Español y Producciones Come y Calla
Tráiler de 'La infamia'
Sinopsis de 'La infamia'
En 2005 presentó el libro Los demonios del Edén, un amplio estudio en el que denunciaba una red internacional de pedofilia y explotación sexual de niños y niñas, de entre cuatro y catorce años de edad, organizada desde Cancún por el empresario hotelero Jean Succar Kuri, que surtía de pornografía infantil a otros poderosos empresarios y políticos mexicanos y extranjeros. A los pocos meses de la publicación, un dispositivo policial legal secuestró a la periodista frente a sus oficinas en Cancún. En ese momento arrancó un viaje en coche que duró más de veinticuatro horas en el que cruzó el país sufriendo continuas torturas y amenazas de muerte.
Pero no nos engañemos, esta no es una historia local, es una historia absolutamente universal. En el mundo, muchas periodistas son secuestradas, torturadas y asesinadas por ejercer su profesión. El equipo que hemos puesto en pie la obra La infamia estamos absolutamente convencidos de la necesidad de que esta historia se conozca y se difunda. Hemos creado esta función a partir del libro autobiográfico de Lydia Memorias de una infamia, donde se retrata el secuestro que sufrió la periodista y el modus operandi de un gobierno cómplice de la corrupción y la violencia. Además, hemos tenido la suerte de contar con su participación en todo el proceso creativo, desde su colaboración en la escritura de la versión teatral al asesoramiento en los ensayos. (TEATRO ESPAÑOL).
Contra la violencia del machismo: todas somos Lydia y Marta
No es necesario conocer la historia de la periodista mexicana Lydia Cacho para sentir en la piel la interpretación de Marta Nieto. Ni para abrazar su historia. Ellas mismas, Lydia en su libro y Marta en escena, nos la cuentan en poco más de una hora con apenas unos minutos para respirar y beber agua. Marta Nieto es Lydia Cacho en dos tiempos. El presente del secuestro y el pasado próximo de cómo llegó a estar amenazada de muerte y buscada por los sicarios del empresario Kamel Nacif.
Lydia Cacho fue secuestrada a los pocos meses de publicar su libro El infierno del Edén en el que denunciaba una red internacional de pedofilia y explotación sexual de niños y niñas liderada por el empresario Succar Kuri. Tras su secuestro, igual que tras ver la función, quedan muchas preguntas y, sobre todo, mucha indignación y rabia al conocer una historia tan terrible de violencia y monstruosidad. ¿Cómo es posible que haya personas que sean capaces de hacerle daño a una niña hasta ese punto? En la actualidad, Lydia no puede volver a su país, ya que sigue amenazada y han intentado matarla en varias ocasiones, la última en 2019. Ella misma cuenta que está en una lista de casi doscientos perseguidos por gobiernos en los que está infiltrada la mafia.
Su historia, no solo la de su secuestro, sino la de miles de mujeres que viven una situación de violencia y opresión, podemos conocerla y sentirla en la obra La infamia.
Desde la butaca se siente el miedo y el frío
En escena, un todoterreno destartalado, unos neumáticos viejos y una jaula con un camastro que hace las veces de celda. Una cámara sigue a Marta Nieto desde que comienza a relatar el día del secuestro. La cámara capta un primer plano de la actriz que podemos ver en la pantalla situada al fondo del escenario. Este recurso permite al público apreciar cada gesto sin necesidad de estar sentado en primera fila y colarse en la psique del personaje, ser partícipe de su miedo y de su valentía. Este primer plano se va a mantener durante todo el relato del secuestro. No así en las escenas en las que Marta cambia de momento histórico y retorna al pasado para explicar qué le ha llevado a estar secuestrada.
El cambio de registro de uno a otro momento, se aprecia sobre todo en la primera parte de La infamia en la que Marta Nieto tiene que pasar del miedo al tono afable con el que relata el pasado de su personaje: quién fue su madre y su familia y por qué decidió hacerse activista. La interpretación de Marta Nieto no deja lugar a dudas del trabajo conjunto entre la protagonista de esta historia y la actriz. Acompaña, con arrojo y honestidad, a un texto que va subiendo en intensidad al tiempo que va desvelando todos los detalles de un país, de una lacra social y de una mujer que lucha contra molinos de viento.
La terquedad de la esperanza
Marta Nieto en una entrevista se pregunta a si misma qué hará tras conocer la historia de Lydia Cacho, tras ponerse en su piel. Y se pregunta también qué hará el público cuando la conozca. Qué hacer con toda esa información y con todo ese dolor con el que Lydia ha hecho tanto y ha estado a punto de perder la vida. No todos estamos hechos de la misma pasta, ¿o quizás sí? La obra teatral La infamia nos revela una historia en primera persona que conocemos de oídas por los medios de comunicación. Con otros nombres, quizás. Nos enfrenta a una realidad que sabemos que existe y que no está tan lejos de nuestra mirada. Por ello, esta función nos regala una experiencia doble: la teatral y la emocional.
Al tiempo que disfrutamos de una actuación valiente y hermosa, nos damos cuenta de que el teatro tiene y cumple un compromiso múltiple con la sociedad, el de dar a conocer y denunciar injusticias, el de hacernos reflexionar sobre ellas, el de crear conciencia y reivindicar un mundo mejor. Al preguntarle a Lydia Cacho si su lucha incansable ha merecido la pena, contesta: “Hay momentos en que pienso que no, pero luego me invitan mis colegas de aquí a ser parte del jurado de un premio de periodismo y leo sus trabajos y concluyo que sí, que lo merece. Es, supongo, la terquedad de la esperanza”.
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