Claudio Tolcachir, conocido dramaturgo argentino, estrenó el pasado 22 de octubre de 2020 La máquina de Turing en Madrid. De esta forma, llega la famosa obra de teatro de Benoit Solès, galardonada con cuatro premios Molière, a la capital española. Inspirada en la obra de Hugh Whitemore, habla sobre la figura de Alan Turing, quién descifró el código enigma y es una de las leyendas del mundo de las matemáticas y la informática. En esta ocasión, son Daniel Grao y Carlos Serrano los actores elegidos para realizar el equipo artístico. Se puede disfrutar de la obra hasta el 15 de noviembre en la Sala Verde en los Teatros del Canal.
Título: La máquina de Turing Título original: La machine de Turing
Reparto: Daniel Grao (Alan Turing) Carlos Serrano
Duración: 75 min. apróx. Dirección: Claudio Tolcachir Versión y traducción: Claudio Tolcachir Autor: Benoit Solès
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Diseño de escenografía y vídeo: Emilio Valenzuela
Producción ejecutiva: Olvido Orovio Dirección de producción: Ana Jelín Producción: Producciones Teatrales Contemporáneas
Tráiler de 'La máquina de Turing'
Sinopsis de 'La máquina de Turing'
La máquina de Turing nos lleva a Manchester. Invierno de 1952. Tras haber sufrido un robo en su casa, el profesor Turing presentó una denuncia en la comisaría. Debido a su aspecto poco convencional, al principio el sargento Ross no lo toma en serio. Pero su presencia no escapa a los servicios secretos. Y por una buena razón, Alan Turing es un hombre con muchos secretos… Desde su increíble determinación de descifrar el código «Enigma», hasta su carrera irreprimible para entender el «código» de la naturaleza, descubrimos a un hombre atípico y entrañable, inventor de “Una máquina pensante”, auténtica génesis de la inteligencia artificial y las computadoras…
Marcado para siempre por la muerte de su amigo de la infancia, Christopher, Alan Turing finalmente será condenado por homosexualidad y terminará sus días, al igual que Blancanieves, comiéndose una manzana envenenada… Aquí está el extraordinario destino de un genio que permaneció injustamente en la sombra y que fue aplastado por la bien pensante maquinaria de la Inglaterra de los años cincuenta.
¡Un hombre que había cambiado el mundo! (TEATROS DEL CANAL).
Un genio inolvidable
Claudio Tolcachir adapta y versiona La máquina de Turing, basada en la pieza teatral de Benoit Solès. Para comenzar, es lógico que esta obra obtuviera cuatro Premios Molière, dado que la calidad de su texto es sobresaliente. No siempre es posible acercar una figura con tantas aristas como Alan Turing en tan solo 75 minutos y hacerlo tan bien. Por un lado, se mezcla ese universo tan personal del matemático, junto con sus anhelos y deseos personales. Gracias a toda esa influencia de lo personal, combinado con rigor histórico y a su vez ficción dramatizada, hace que tenga una sensibilidad y una humanidad precisas. Aunque parezca sencillo, al contrario, es una de las metas más complicadas y, sin duda, lo logra y con creces. Para aquellos que no conozcan la vida del inventor, es una carta de presentación excelsa.
Asimismo, para aquellos que sí sepan acerca de la vida de Turing, es una oportunidad de ver un homenaje que, a pesar de no ser totalmente riguroso, es llamativo y lleno de viveza. También hay que destacar que no se habla únicamente de la experiencia vital del británico, sino que pone sobre la mesa la dificultad de ser homosexual en un contexto sociohistórico muy distinto al actual. Incluso, plantea reflexiones sobre el avance real sobre la diversidad, ya no solo sexual, sino personal. Del mismo modo, se expone el carácter peculiar del informático, pero a través de una comedia espléndida, que provoca carcajadas, pero también sonrisas cómplices. Por último, en esta ocasión, han sabido utilizar los personajes exactos para desarrollar todo ese universo íntimo que había tras su figura y que no mengue el ritmo, según evoluciona la historia.
La comedia de la vida
Dar vida al mismísimo Alan Turing no es algo fácil, dado que realmente no hay un conocimiento exacto de la forma de ser del matemático. Por lo cual, la excentricidad y su posible personalidad complicada suelen ser tema de debate, en pos del rigor histórico. Sin embargo, analizándolo como un ejercicio de ficción verosímil, Daniel Grao pone toda la carne en el asador para traer su propuesta como Turing. Por un lado, utiliza el recurso de los movimientos tan peculiares, que sirven para completar la personalidad que envuelve a la figura. También hay que destacar que cuida la tartamudez, algo que es complicado, dado que es fácil caer en el cliché. De forma análoga, sabe captar ese humor tan luminoso que se dice que tenía el informático, dejándolo salir de una forma muy orgánica. Grao se consolida en el escenario como principal capitán de La máquina de Turing.
Carlos Serrano tampoco se queda atrás y mantiene el mismo nivel interpretativo que el de su compañero. Mientras que realiza varios personajes a lo largo de la obra, también sabe desarrollarlos con una buena concepción del marco evolutivo de cada uno de ellos. Por lo cual, el espectador llega a empatizar en varias ocasiones con los personajes que muestra sobre el escenario. Incluso, hay momentos en los que esa conexión se produce más con Serrano que con Grao, en esos momentos. También hay que aplaudir que sea capaz de hacer lucir su trabajo de transformación con cada uno de ellos, aunque el que más destaca, sin duda, es el del Sargento Ross, que tiene un trasfondo más emotivo. Entre los dos obtienen una buena química sobre el escenario, que se salda con un trabajo actoral soberbio.
Un homenaje espectacular
Una de las grandes atracciones de La máquina de Turing es la puesta en escena, la cual goza de un gran atractivo visual. Desde la disposición de los elementos cambiantes, que forman la columna vertebral de la propuesta, hasta los pequeños objetos que se ponen sobre ellos. Por lo cual, al estar en constante movimiento, dotan de un dinamismo exquisito a la propia obra, que se siente viva en su propio significado artístico. Además, se unifica el concepto del tiempo y lo personal. Después, no siempre utilizar audiovisuales es un acierto, pero, en este caso, se combina tan bien, que deja obnubilado al espectador con las imágenes que se proyectan sobre las columnas. Esos gráficos en tonos oscuros, que después contrastan con la simbología matemática, y a la vez un viaje hacia sus pensamientos, como la mención a “Blancanieves y los siete enanitos”, de Disney, es vistoso.
Únicamente, el uso del clásico de Disney podría haber sido perfectamente con la música en la versión conocida en España, y en algunos momentos menguar su presencia en escena. Aun así, el manejo de lo digital con lo presencial es una baza que han sabido aprovechar para impactar sobre el público. Asimismo, el dramatismo se subraya con la fuerza que otorgan estos elementos plásticos. Por otro lado, el vestuario y el maquillaje no gozan de la misma evolución, aunque los diseños de ambos actores son originales, pero no van más allá. Cambiando de perspectiva, el ritmo es ágil, arrollador y mantiene al espectador atento a lo que sucede en el escenario en todo momento. Para terminar, el final es elegante, sin morbosidad, dejando salir esa pequeña licencia creativa de un adiós más figurativo, que literal.
Conclusión
La máquina de Turinges una obra que goza de un texto lleno de movimiento, humanidad y muy necesaria de disfrutar. Sin buscar el rigor histórico total, se convierte en un homenaje exquisito de Alan Turing, expandiéndose a una crítica social e histórica sobre su figura y el colectivo LGBTQ. Además, deja salir un humor bien planteado, que no chirría. Daniel Grao y Carlos Serrano están fantásticos, con una complicidad estupenda y una muestra de unos registros muy interesantes. Y, sin duda, uno de los mejores atributos de la obra es una puesta en escena muy atractiva, con uso de la proyección digital certera y una iluminación perfecta. Un acercamiento eficaz, entrañable y cercano sobre la vida del inventor, donde se honra su legado emocional y no solo el profesional.
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