Juan Jiménez Estepa (Los hombres tristes, 2018) regresó al Teatro Lara el pasado 3 de noviembre con La medida exacta del universo, obra teatral estrenada previamente en 2019. Protagonizada por Carlos Álgaba, Elisa Berriozabal, Carlos Guerrero y Teresa Mencía, cuenta además con la participación especial de Pilar Gómez (Premio Max 2018). La representación tiene lugar los miércoles, hasta el 19 de enero, en la Sala Lola Membrives.
Título: La medida exacta del universo Título original: La medida exacta del universo
Reparto: Carlos Algaba (Lucas)
Elisa Berriozabal (Zoe)
Carlos Guerrero (El chico)
Teresa Mencía (La chica)
Colaboración especial Pilar Gómez (La madre, voz en off)
Duración: 70 min. apróx. Dirección: Juan Jiménez Estepa Dramaturgia: Juan Jiménez Estepa Ayudante de dirección: Daniel Oliva
Espacio escénico e iluminación: Javier Ruiz de Alegría (AAPEE)
Espacio sonoro: Eduardo Ruiz
Piano y arreglos musicales: Iker Cuadra Regidor y Ana María Nieto
Realización escenografía: Gamber Construcciones y Sonia Grande
Vestuario: Teatro Cinco
Diseño gráfico y fotografía: Juan Jiménez Estepa y Daniel Oliva
Técnico: Álvaro Caletrio
Ayudante de iluminación: Óscar Sainz Producción: Eslinga Producciones y Teatro Cinco
Tráiler de 'La medida exacta del universo'
Sinopsis de 'La medida exacta del universo'
La medida exacta del univeso nos traslada a hace 17 años. Lucas vivió en Londres una historia de amor con una chica, que acabó cuando ella se marchó de la ciudad. En el presente, Lucas está en plena separación de Zoe. Tienen un hijo por el que se plantea renunciar a su sueño de ser investigador para mantenerlo con un trabajo más estable y mejor pagado. Pero siente que, antes de tomar esa decisión, necesita volver a Londres para reencontrarse consigo mismo y con los sueños que una vez tuvo. (TEATRO LARA).
La fuerza del destino
Carlos Álgaba y Elisa Berriozabal interpretan a Lucas y Zoe, una pareja con un hijo en común que está en proceso de divorciarse. Cuando se conocieron en Londres, diecisiete años atrás, prometieron volver a verse pasado este tiempo, antes de saber que la vida les volvería a juntar.
En un intento de salvar su matrimonio, Lucas decide volver a Londres y acudir a la cita que programaron, con la esperanza de que los recuerdos de su pasado juntos despierten en Zoe las mismas emociones que provocan en él. A través de la visión de Lucas, el público se adentra en aquellos inicios de la relación, mientras el protagonista reflexiona en breves monólogos acerca del poder de la memoria.
Carlos Guerrero se nos presenta como un joven Lucas aspirante a científico, y Teresa Mencía interpreta a una arrolladora Zoe, que sueña con ser cantante y no quiere anclarse a ningún lugar. La joven encarna a ojos de Lucas el arquetipo de la manic pixie dream girl, cautivándole por su actitud despreocupada y el aura de misterio que la rodea.
Desde el inicio de La medida exacta del universo, los espectadores aguardan en absoluto silencio la explosión de la tragedia amorosa anunciada. Pero el drama nunca alcanza ese clímax: la impotencia que provoca en Lucas y en el público esa relación que nunca parece terminar de funcionar es constante, y los personajes se encuentran siempre separados, en mayor o menor medida, por el abismo que hay entre sus modos de ver la vida y el amor.
El poder de la memoria
De La medida exacta del universo destaca la ternura que se desprende entre Carlos Álgaba y Teresa Mencía. En un par de ocasiones, Lucas, observando sus recuerdos, se deja llevar por la fantasía e interactúa con el fantasma de Zoe. Podría decirse que son las únicas escenas en las que se siente una verdadera conexión, aunque sutil, entre ambos personajes.
Con las miradas y gestos que intercambian, los dos actores expresan, en cuestión de segundos, diferentes matices de la nostalgia: la idealización del recuerdo, el cariño que él ha desarrollado hacia ella con el paso de los años, y la imposibilidad del encuentro entre ambos. Contrasta con ello, sobre todo, la relación que Lucas mantiene con la Zoe «real» (Elisa Berriozabal), un personaje que se muestra impasible y que difícilmente recuerda a esa joven alocada que Lucas ve. Y es que Zoe es consciente del desgaste de su relación y está cansada de los intentos de Lucas por ignorar sus diferencias.
Menos es más
La intimidad de la sala Lola Membrives es perfecta para que el público se adentre en ese ambiente de ensoñación que busca transmitir La medida exacta del universo. La acción se desarrolla sin apenas escenografía, sirviéndose únicamente de una tarima de espejo sobre la que tienen lugar las escenas dentro de la mente de Lucas. Y es que la historia no necesita de mucho más: unos discretos juegos de música e iluminación son suficientes y dan al espectador la libertad de imaginar el resto, como si el autor le animase a sumergirse en su propia memoria. La interpretación musical de Teresa Mencía cerca del final de la obra es otra muestra de esa sensibilidad sin pretensiones.
El bucle onírico al que nos arrastra Lucas durante toda la obra encuentra algunos momentos de tregua, gracias a las llamadas telefónicas que el protagonista mantiene con su madre, interpretada magistralmente por la voz en off de Pilar Gómez. Estas conversaciones devuelven al protagonista a la realidad, y consiguen arrancar una carcajada al público con cada una de las intervenciones de la actriz. La relación entre Lucas y su madre es el lugar seguro de la obra, y un gran acierto para contrarrestar el peso de tanta subjetividad. A través de un diálogo sencillo y divertido se sugiere una relación tan real que uno olvida que la actriz ni siquiera está presente. Jiménez Estepa dibuja la sencillez de un amor en el que se toleran las diferencias de carácter, ese que solo es incondicional porque sobrevive sin ser forzado.
Conclusión
La medida exacta del universo es una obra sencilla, pero que invita a la reflexión. Juega con el tiempo, y reabre debates eternos sobre la subjetividad y la verdad. Es una historia de amor, pero sobre todo, una historia sobre el amor, sobre la vida, y sobre las segundas oportunidades.