Después del gran éxito en su estreno en el Teatro Quique San Francisco, La omisión del si bemol tres regresó a los escenarios en el Teatro Infanta Isabel de Madrid. Esta pieza teatral está escrita y dirigida por Denise Despeyroux, que toma po partida el falso documental sobre Mozart, que fue divulgado por el youtuber Jaime Altozano. Además, cuentan con Maya Reyes y Antonio Romero en el reparto. Se pudo disfrutar hasta el 12 de octubre en el Teatro Infanta Isabel. Se esperan fechas próximamente.
Título: La omisión del si bemol tres Título original: La omisión del si bemol tres
Reparto: Maya Reyes Antonio Romero
Con la colaboración especial de: Jaime Altozano
Duración: 95 min. apróx. Dirección: Denise Despeyroux Dramaturgia: Denise Despeyroux Asistente de dirección y realización audiovisual: Maxi Huerta
Diseño escénico: Príamo Estudio
Escenografía: Edu Moreno
Iluminación: Pau Fullana
Diseño sonoro: Eloy Sansón
Vestuario: Tania Tajadura
Fotografía: marcosGpunto Producción: Carne Viva y Príamo Estudio
Tráiler de 'La omisión del si bemol'
Sinopsis de 'La omisión del si bemol tres'
La omisión del si bemol tres nos presenta a unos padres primerizos, seducidos por la idea de convertir a su hijo en un genio, que emplean el método de estimulación auditiva de Alfred Tomatis para conseguir el deseado “efecto Mozart”. Al mismo tiempo, un “criptovirus” que pone en jaque a la humanidad mantiene a la familia confinada. La madre, no del todo satisfecha con los avances del bebé, hallará a través de internet un método novedoso que plantea una reinterpretación del legado musical de Mozart: un tal doctor Atila sostiene que el compositor jamás usaba el si bemol tres y que toda su obra ha sido dramáticamente adulterada.
El musicólogo propone un “desbemolizador selectivo” para quitar esas notas añadidas a las composiciones originales y así poder obtener el verdadero efecto Mozart. No sin conflictos, la pareja pone a prueba el nuevo método. Las transformaciones que al poco tiempo muestra el bebé son, como poco, inesperadas y, cuando menos, perturbadoras. Mientras afuera el mundo no cesa de transformarse, adentro la criatura evoluciona de maneras insólitas, para gozo y sobre todo para preocupación de sus padres. (TEATRO INFANTA ISABEL).
La búsqueda de la perfección
Denise Despeyroux se sumerge en una historia redonda, donde el espectador se sorprende desde el primer minuto. La omisión del si bemol tres no es una comedia al uso, sino que contiene una perspicacia y una narrativa muy enriquecedoras. Gracias a ello, los personajes que se dibujan tienen varias aristas, que sin profundizar en todas ellas, son comprendidas por el espectador. Por ello, se logra una crítica mordaz hacia la educación, a la función de ser padres y las expectativas que se generan sobre un hijo. Con lo cual, el patio de butacas no se llena solo de carcajadas, sino que hay una metáfora (y no tan metáfora) de cómo se alimenta al monstruo de la obsesión del virtuosismo. Un símil que va evolucionando en su concepto desde un sentido más abstracto a uno mucho más literal.
La pieza no se limita a los padres y a su entorno más cercano, sino que también explora la vertiente de los gurús de Internet, nuevas vertientes de pensamientos y formas de proceder poco ortodoxas. Gracias al estilo de escritura de Despeyroux, se canaliza un uso de la palabra ágil y en una clave totalmente cotidiana y accesible. No obstante, no descuida el lenguaje teatral, evitando que sea un texto meramente rutinario y vulgar. Después, la metamorfosis de cómo va desarrollándose el conflicto es fascinante, va sorprendiendo poco a poco hasta estar presente ante una idea que no sólo funciona, sino que tiene una coherencia y una singularidad extraordinaria. En definitiva, sabe explotar su potencial y lo lleva al máximo nivel, siendo una experiencia totalmente gratificante. Lo que aparentemente podía ser una comedia más estándar, acaba por ser una obra con unos matices que impresionan.
Mis queridos padres
Maya Reyes y Antonio Romero vuelven a coincidir como pareja teatral tras obras como "Un peral entra por la ventana". En primer lugar, Maya Reyes tiene una autenticidad única, que hace que su manera de interpretar se envuelva en una naturalidad exquisita. Por lo cual, la expresividad que utiliza tiene esa familiaridad, esa verdad propia, que se acompaña de un formidable carácter que la impulsa a tener una presencia escénica estupenda. Gracias a ello, no sólo triunfa en su expresividad corporal, sino que lo adereza con pequeñas dosis de histrionismo y comedia orgánica, que le dan el toque perfecto. Sin duda, se convierte en una intérprete perfecta para esta producción, donde lo increíble necesita veracidad y Reyes se lo da en todo momento. Como detalle, las escenas de baile son estupendas a nivel corporal, aunque haya sus apuntes artísticamente hablando.
Por su lado, Antonio Romero vuelve a deleitar al público con su manera de abordar los personajes. No solo tiene ese espíritu cotidiano y cercano, que hace que se empatice rápidamente con él, sino que pisa fuerte desde el primer minuto y expone una seguridad muy clara. Además, lo combina con esos pequeños momentos en los que deja salir cierta fragilidad, dando ese toque más humano y no solo navegando por la comedia. Lógicamente, sabe aprovechar los tiros de gracia de su personaje, pero siempre desde una concepción muy fluida que le permite deambular sin forzar por el espacio escénico. Además, hay que aplaudir la sinergia y química que comparte con Reyes, siendo los dos un tándem plausible. En conclusión, los dos son una parte importante del alma de La omisión del si bemol tres.
Crece y crece
La puesta en escena de La omisión del si bemol tres propone una experiencia en la que se combina el audiovisual con lo meramente teatral. Sin embargo, hay que recalcar que lo audiovisual terminar por ser un complemento que añade al resultado en conjunto, y no la estrategia principal. Gracias a ello, se le puede dar mayor foco a la construcción artística, en la que destaca una escenografía bien cuidada y que transmite mediante sus tonalidades y espacios una conexión muy agradable. El vestuario apuesta por una combinación muy natural, que se podría observar sin problema en un ambiente familiar y rutinario. No obstante, su fuerte se halla en los objetos a utilizar, dando mucho juego en la acción y permitiendo extender la propuesta de manera que se mantenga la frescura en la pieza teatral.
El ritmo del montaje es trepidante, se produce un dinamismo bien cohesionado, en el que va yendo de más a más hasta desembocar en una locura totalmente aceptada por el espectador. Por este motivo, los asistentes quedan atentos ante lo que ven sobre las tablas, no produciéndose momentos en los que decaiga la energía. Después, la selección musical pasa desde Mozart, por "La flauta mágica" hasta Mecano, Rigoberta Bandini sin olvidarse de María Elena Walsh. Esta mezcla de música le aporta un aire distinto, en especial, por la dramatización que se hace con cada uno de ellas, aunque en algunas chirríe algo más. Una idea muy bien pensada y ejecutada. Por último, la utilización de los vídeos del famoso YouTuber Jaime Altozano son una buena decisión en las primeras ocasiones, puede resultar algo reiterativo en las últimas veces que aparece en pantalla.
Conclusión
La omisión del si bemol tres es una sorpresa teatral a diferentes niveles. Gracias a los giros de guion y a la valentía de llevar esta locura hasta el final, se produce una experiencia fantástica. Un libreto de gran calidad. Después, Maya Reyes y Antonio Romero realizan una labor estupenda, con una naturalidad espléndida y una sinergia entre ellos llena de química. Asimismo, la puesta en escena goza de dinamismo, potencia, con un ritmo trepidante que hace que el público quede atento en todo momento. Una crítica social muy bien planteada, con una comedia alocada que triunfa en la multitud de matices que ofrece. Fenomenal.
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