Los aficionados al true crime y al ya subgénero ‘hechos reales’ (categoría en muchas plataformas de streaming) tienen en Netflix una pieza muy interesante: La serpiente (The Serpent). Esta miniserie de ocho capítulos nos descubre a Charles Sobhraj, un personaje de lo más pintoresco y desconocido hasta ahora por el público general. Este asesino en serie afincado en Asia en la década de los 70 acabó con la vida de muchas personas en un entramado envuelto con sus negocios turbios y aquellos que le seguían no siempre a ciegas. Desde el 2 de abril se puede ver en Netflix.
Crítica de 'La Serpiente'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La Serpiente
Título original: The Serpent
Reparto:
Tahar Rahim (Charles Sobhraj)
Jenna Coleman (Marie-Andrée Leclerc)
Billy Howle (Herman Knippenberg)
Ellie Bamber (Angela Knippenberg)
Amesh Edireweera (Ajay Chowdhury)
Tim McInnerny (Paul Siemons)
Año: 2021
Duración: 58 min por episodio aprox.
País: Reino Unido
Dirección: Hans Herbots y Tom Shankland
Guion: Toby Finlay, Richard Warlow
Música: Dominik Sherrer
Fotografía: Seppe Van Grieken, Si Bell, Anton Mertens
Género: Thriller. Crimen
Distribución: Netflix
Tráiler de 'La Serpiente'
Sinopsis
Inspirada en hechos reales, La serpiente (The Serpent) desvela la historia del estafador en serie Charles Sobhraj (Tahar Rahim) y de los intentos de llevarlo ante la justicia. (NETFLIX ESPAÑA)
Dónde se puede ver la serie
La dramatización de lo real
Ya nos advierten de que la dramatización de esta historia se toma sus libertades. Hablamos de diálogos y escenas imaginadas que se suponen ciertas o al menos similares. El guion toma la información conocida para construir el trayecto desde la salida hasta la meta. Esto consigue que la trama atrape al espectador, quien va parando por el camino para recoger una miga tras otra. Pero, como todo, conlleva su parte negativa: en varias ocasiones rozan la incoherencia, especialmente en los actos de sus secundarios, lo que aporta al protagonista más poder del que podemos concebir sin profundizar.
Recorriendo la historia marcha atrás, con otra línea argumental paralela en este caso sucesiva, debemos prestar mucha atención al orden temporal por mucho que nos lo recuerden a casi cada cambio de secuencia. La serpiente (The Serpent) lo sabe y por eso se esfuerza en atraparte ya que es consciente de ser un producto que pierde todo brillo en caso de pequeño despiste o de, simplemente, no verla prácticamente de una sentada. Eso sí, advertimos al espectador de que, según avanza, y especialmente en su capítulo final (del que seguro quedará satisfecho), la trama se aleja paulatinamente de la realidad. Esperemos que el personaje interpretado por Tahar Rahim despierte la misma curiosidad que otros tantos similares y que, algún día, las dramatizaciones novelescas sean diferenciadas de la realidad.
Los 70 de Asia
Charles Sobhraj se afincó en Asia en los años 70. El final de la Guerra de Vietnam, el movimiento europeo hippie, la evolución del mercado internacional y el descubrimiento de Asia como destino turístico que no pregunta, envuelven entre sedas a este asesino despiadado. La ausencia de la tecnología de hoy facilita sus actos, pero también la inocencia generalizada de la época, el clasismo y los intereses propios de muchos. En La serpiente (The Serpent) podemos percibir esto durante toda la trama de un modo brillante aunque a nivel individual algo inverosímil. Por suerte, nos sitúan con una atención al detalle estudiada, en un continente y una década que eran necesarios comprender antes de embarcarnos en el visionado.
El derroche en la ambientación es más que palpable y de agradecer. Exteriores, vestuario, la decoración de interiores medida al milímetro, paleta de colores… incluso los movimientos de cámara, efectos y planos nos recuerda al cine de la época. Un detalle, por cierto, muy inteligente. Definitivamente, los años 70 en Asia nos absorben, aportando así una sensación de satisfacción completa durante el visionado.
La serpiente y sus crías
Tahar Rahim da vida a La serpiente, Charles Sobhraj. Este actor francés de origen argelino dio el campanazo con su interpretación en El profeta, trabajo por el que consiguió el Cesar no solo a Mejor actor sino también a Mejor actor revelación. En La serpiente (The Serpent) se embarca en un papel complicado, contenido y lleno de matices apenas perceptibles. Hacer llegar al espectador el carácter calculador pero empachado de ira contenida de Sobhraj es un trabajo minucioso que ha sabido capitanear con elegancia. Se percibe consciente, como su personaje, de que sin aquellos que le rodean, el éxito sería imposible. El buen trabajo conjunto hace brillar a Tahar Rahim.
Porque esta historia sería imposible de narrar con un solo talento brillante. Como buen líder, tanto Tahar Rahim como su personaje son la puesta en escena, el hilo conductor y el telón de fondo. Todo lo demás gira a su alrededor, incluidos aquellos que, por líneas de guion, bien podrían casi alcanzar la misma importancia de Rahim. Liderando el elenco de satélites, tenemos a Jenna Coleman, conocida por su papel en Doctor Who. Coleman no solo ofrece la guinda del pastel a la interpretación de Tahar, sino que hace brillar la propia bailando entre la dulzura matizada de su personaje y la potencia de su trabajo. Un talento que consigue no pasar desapercibido.
Puede que camine de un modo más sutil el resto del elenco. Por ejemplo, Billy Howle en el papel de Herman Knippenberg, el diplomático sin poder obsesionado con el rastro que Sobhraj va dejando a su paso. Howle ofrece un trabajo más que correcto pese al poco margen que se le otorga. Fabien Frankel, el joven Dominique, se muestra apasionado en su instante de gloria, devolviéndonos la parte más humana de esta oscura historia. Y, por supuesto, no podemos dejar de mencionar a Amesh Edireweera cuyo personaje, Ajay, resulta ser de los más misteriosos en cuanto a motivaciones y nivel moral, un equilibrio que Amesh ha sabido hacer llegar al espectador.
Conclusión de 'La serpiente'
Lo cierto es que La serpiente (The Serpent) se puede disfrutar como tal, independientemente de su historia real o no. Las florituras y su estructura hacen de ella lo que podría ser cualquier narración de suspense creada en el escritorio de un buen guionista. Con la esperanza de que el espectador sea consciente de ello, animo al disfrute de su visionado pese a la construcción a base de flashbacks y flashforwards en un desorden innecesario para lo que se nos viene a narrar. La disfrutaremos pese a lo tropiezos. Otra cosa es que mañana la recordemos.
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