David Martín de los Santos realiza su ópera prima, La vida era eso, con grandes alegrías. El film se encuentra nominado en varios de los premios más importantes de la industria cinematográfica española. Para comenzar, opta a los Premios Goya 2022 a mejor dirección novel y mejor actriz protagonista, para Petra Martínez. Asimismo, Martínez repite nominación en los Premios Forqué y los Premios Feroz 2022. También cabe recordar que Petra Martínez se alzó con el premio a mejor actriz en el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Llega a los cines este 10 de diciembre, tras un paso de éxito entre distintos festivales cinematográficos.



La vida era eso

Crítica de 'La vida era eso'

Ficha Técnica

Título: La vida era eso
Título original: La vida era eso

Reparto:
Petra Martínez (María)
Anna Castillo (Verónica)
Florin Piersic Jr. (Luca)
Ramón Barea (José)
Daniel Morilla (Juan)

Año: 2020
Duración: 109 min
País: España
Dirección: David Martín de los Santos
Guion: David Martín de los Santos
Fotografía: Santiago Racaj
Género: Drama
Distribución: Elamedia

Filmaffinity

IMDb

Tráiler de 'La vida era eso'

Sinopsis de 'La vida era eso'

La vida era eso nos presenta a dos mujeres españolas de distintas generaciones que coinciden en la habitación de un hospital en Bélgica. María (Petra Martínez) vive allí desde hace décadas tras emigrar en su juventud, y Verónica (Anna Castillo) es una joven recién llegada en busca de las oportunidades que nunca encontró en España. Entre ellas se forja una peculiar amistad que llevará a María a emprender un viaje de vuelta al sur de España con una insólita misión. Lo que comienza como un viaje en busca de las raíces de Verónica, se convertirá en una oportunidad para abrirse al mundo y para cuestionarse ciertos principios en los que basó su vida. (ELAMEDIA).



La vida era eso
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La reflexión tras el adiós

David Martín de los Santos realiza su primera película bajo el nombre de La vida era eso, un drama humano en el que se reflexiona sobre los caminos vitales. A diferencia de otros films que buscan esa cotidianidad en espacios conocidos, esta cinta se ambienta, en primer lugar, en Bélgica, en un hospital donde se conocen María y Verónica. Su historia comienza con una naturalidad muy agradable, que permite que el espectador empatice con el carácter de ambas y se establezca una energía basada en la humanidad y en el descubrimiento. Gracias a ello, se convierte en una decisión valiente, aunque esperable, la realizada en torno a la mitad del film, que desemboca el viaje emocional de María. Por consiguiente, se crea un entendimiento con el público más consolidado, al ser de esas situaciones en las que atreverse es una opción de ahora o nunca.

El espectador mantiene su vigilia en torno a la transformación que sucede en la vida de María, con detalles muy precisos y no tan apabullantes. Por ende, su mayor fuerza reside en no buscar mayor florituras que la representación de la vida misma, aderezándolo con la necesidad de encontrar la felicidad en aquello que parece imposible. Hay momentos en los que se deja salir esa nostalgia del adiós, combinados con la ternura que provoca presenciar el despertar de una persona que, a priori, ya tiene la vida totalmente hecha. Además, hay que reconocer que la última escena del film es un absoluto resumen de la metamorfosis que habita en María, esa ruptura con la vida de antes. No obstante, el largometraje no tiene una intención de establecer preguntas, saliéndose del camino introspectivo apacible y sosegado que crea.

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Una mujer frente a su soledad

El talento de Petra Martínez vuelve a embadurnar la pantalla con La vida era eso. Desde sus primeras escenas se ve esa mirada cautivadora, que atrapa desde el primer instante. Después, comprende la tonalidad asustadiza y templada de su personaje, lo que le permite poner en ejecución una interpretación más contenida. Por ello, su principal baza se halla en su lenguaje expresivo, en las miradas, en su forma de moverse entre los distintos escenarios. Gracias a su trabajo frente a la cámara, la película logra un nivel de calidad superior, ya que le da un espíritu tan personal, que es imposible no quedarse encantado con esa actuación totalmente descarnada. Por lo tanto, no se puede negar que es una de las mejores interpretaciones del cine español de este año cinematográfico.

Anna Castillo, por su parte, se convierte en una estupenda compañera de reparto. La actriz se mete en la piel de Verónica, una joven soñadora y vivaz, que no rinde cuentas a nadie. A pesar de haber visto a Castillo en esta tesitura en la mayor parte de su carrera, es verdad que lo realiza de una forma tan orgánica que es imposible resistirse a ella. Debido a esta capacidad, pese a ser un personaje que recuerda a tantos otros, funciona sin problemas. Después, Florin Piersic Jr. sorprende por el progreso de su trabajo en escena. Por lo que, de una forma gradual, va mostrando sus capacidades artísticas con un personaje menos expuesto que sus protagonistas. Por último, mencionar la participación de Ramón Barea, quién acierta en ese retrato impasible y frío, que contrasta con el resto de sus compañeros del elenco.

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La vista atrás

La realización técnica de La vida era eso sigue un esquema más intimista, alejándose de grandes artilugios o ritmos atronadores. Sin embargo, cabe destacar una dirección de arte exquisita, eligiendo algunos espacios naturales que encajan a la perfección con la naturaleza cambiante en torno a la protagonista. Por lo cual, a pesar de esa cercanía familiar, vivirlo desde el retrato de un pueblo perdido de Andalucía, le da un toque todavía más cotidiano. Lógicamente, se debe a esa percepción de vuelta a casa, que se consigue de principio a fin. Tal vez, las escenas en Bélgica, no terminan de definirse todo lo que pudieran, siendo un escenario sin apenas personalidad. En consecuencia, se posiciona en dicho país más por la narrativa del guion, que por la creación visual que se hace de ella. En este sentido, se podría haber mejorado este matiz artístico.

El ritmo de la película es tranquilo, no hay grandes sobresaltos, lo que indica ese sello de identidad más contemplativo. Por ello, se establece una energía más de observación, del día a día, que inquiere en en una construcción reposada. Con lo cual, el público no debe esperar una catarsis emotiva, aunque hay escenas que sí emocionen. Todo pasa por una estrategia más constante, por lo que podría no fluir en todo tipo de espectadores. Por otra parte, la dirección de fotografía realiza un trabajo notable, que mantiene la personalidad ya mencionada del film. De esta forma, proliferan aquellos planos en los que se da mayor foco al actor y su trabajo, siendo este el camino elegido por la realización. Por último, mencionar que el resultado global del film deja una sensación interesante, apreciándose ese talante más suave y afectuoso, envuelto en una sencillez cinematográfica certera.

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Conclusión

La vida era eso retrata los cambios vitales, a través de una situación emocional inesperada. Su mayor fuerza se halla en la intimidad y cercanía de sus personajes, aderezados con un guion agradable que encuentra esos aires de reflexión. Además, cuenta con una excelente Petra Martínez, que eleva todavía más el resultado del largometraje. Junto a ella, una estupenda Anna Castillo, que escenifica sin problemas su personaje. Por otro lado, la realización técnica se mantiene fiel a ese espíritu familiar y cotidiano, que deja una sensación sensitiva apacible. La indagación interior que logra impresionar por la sinceridad vital con la que afronta el cambio personal.

Reportaje de La vida era eso en Días de Cine TVE

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CINEMAGAVIA
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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
la-vida-era-eso-critica-peliculaRetrata los cambios vitales, a través de una situación emocional inesperada. Su mayor fuerza se halla en la intimidad y cercanía de sus personajes, aderezados con un guion agradable que encuentra esos aires de reflexión. Además, cuenta con una excelente Petra Martínez, que eleva todavía más el resultado del largometraje. Junto a ella, una estupenda Anna Castillo, que escenifica sin problemas su personaje. Por otro lado, la realización técnica se mantiene fiel a ese espíritu familiar y cotidiano. La indagación interior que logra impresionar por la sinceridad vital con la que afronta el cambio personal.

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