Allá por abril de 2021, arribó por primera vez a España la compañía francesa Chiens de Navarre, con la obra No todo el mundo puede ser huérfano. Lo hacía en una extraña situación en la que Madrid se convirtió en uno de los refugios de la cultura, dado que era una de las pocas capitales europeas que tenía abiertas tanto las salas de cine, como las de teatros, así como también tenía las salas de concierto, danza y las de exposiciones abiertas. De hecho, esto motivó que producciones galas desembarcasen en España, como el show de Gad Elmaleh, que se vio a finales del mismo mes.

La experiencia de Chiens de Navarre gustó, porque la compañía regresó con una obra más atrevida inclusive. Volvió el pasado abril con La vida es una fiesta, un auténtico delirio surrealista, con la que mostraban su estilo irreverente y transgresor elevado al cuadrado. Con Jean-Christophe Meurisse de nuevo bajo la dirección y con los Teatros del Canal como escenario cómplice por segunda vez, el dramaturgo demostró que es único en tratar temas de actualidad social, económico o política en un contexto ideal para la sátira más extrema y rocambolesca.

Esencialmente, La vida es una fiesta tiene como escenario principal las urgencias psiquiátricas de un sanatorio. Ahora bien, la pieza comienza en la Asamblea Nacional, en la que varios políticos convierten el Parlamento en un auténtico gallinero y el presidente de la Cámara intenta ineficazmente poner orden. El tema es candente: la renta universal. Un momento en el que Meurisse hace gala del estilo de la política francesa, en la que los discursos, las réplicas o las interrupciones se hacen con cierto aire a mascarada, en la que las posturas adversas tienen cierto cariz teatral, recordando por qué al francés le llaman la lengua de Molière.

Está en cartel en el Théâtre des Bouffes du Nord, en París, hasta el 3 de junio.



Estreno de La vida es una fiesta

Crítica de 'La vida es una fiesta'

Ficha Técnica

Título: La vida es una fiesta
Título original: La vie est une fête

Reparto:
Delphin Baril
Lula Hugot
Charlotte Laemmel
Anthony Paliotti
Gaëtan Peau
Ivandros Serodio
Fred Tousch

Duración: 105 min. apróx.
Dirección: Jean-Christophe Meurisse
Dramaturgia: Jean-Christophe Meurisse
Socia artística:
Amélie Philippe
Equipo técnico:
Agustin Grenier, Nicolas Guellier, Stéphane Lebaleur, Sophie Rossignol, Pierre Routin
Equipo de producción:
Jason Abajo, Antoine Blesson, Marianne Mouzet
Coproductores:
Les Nuits de Fourvière – Festival international de la Métropole de Lyon; La Villette – París; MC2: Maison de la Culture de Grenoble; Le Volcan scène nationale du Havre; TAP – Théâtre Auditorium de Poitiers; Le Quartz scène nationale de Brest; MC93 – Maison de la Culture de Seine-Saint-Denis; La Rose des Vents scène nationale de Villeneuve d’Ascq; Scène nationale Carré-Colonnes – Burdeos Métropole; Les Salins scène nationale de Martigues; Le Manège scène nationale de Maubeuge; Château Rouge scène conventionnée de Annemasse; La Comète scène nationale de Châlons-en-Champagne; L’Onde Théâtre Centre d’art de Vélizy-Villacoublay
Con el apoyo de:
Théâtre des Bouffes du Nord, la Ferme du Buisson scène nationale de Marne-la-Vallée y de la Maison des Arts de Créteil
Producción: Les Chiens de Navarre

Tráiler de 'La vida es una fiesta'

Sinopsis de 'La vida es una fiesta'

La vida es una fiesta nos muestra que por supuesto que sufrimos por culpa de papá y mamá (no todo el mundo puede ser huérfano). Pero, también sufrimos por cómo anda el mundo. No podemos evitar ser permeables a la violencia, las crisis, la incoherencia política y social y las transformaciones brutales de nuestra civilización.

Las microlocuras de nuestro siglo pueden dar lugar a las macrolocuras de un individuo. También la necesidad de consuelo puede convertirse rápidamente en algo imposible de saciar, como diría el bueno de Dagerman. ¿Podemos volvernos todos locos? ¿Qué nos impide actuar?

No hay nada más humano que la locura. Por tanto, las urgencias psiquiátricas es uno de los pocos lugares que pueden albergar a cualquier persona en cualquier momento, con independencia de su edad, sexo o país. Un lugar de vida extremadamente palpable para salirse de la carretera. Una pequeña vía de humanidad. “Mientras los seres humanos seamos mortales, nunca viviremos relajados”, dijo Woody Allen. Así, el suelo será de un material natural aún por definir y a lo lejos aparecerá un muro de ventanales de vidrio que reproducirá las condiciones del fuera de cámara tras las ventanas. (TEATROS DEL CANAL). 



La vida es una fiesta
Foto de Les Chiens de Navarre

Una sociedad al borde de un ataque de nervios, pero que recuerda que aún no ha dado su última exhalación

Aunque hay varios escenarios, como una empresa de oficinistas, la consulta de un cirujano plástico, es el hospital psiquiátrico donde se desmenuza la ácida sátira de Meurisse. Allí acaba internado un político cuyo discurso en el Parlamento va volviéndose más extremos y es internado.

No es el único personaje caricaturesco del nosocomio; donde termina internada una mujer de mediana edad, fan acérrima de Christophe, quien ha entrado en depresión desde la muerte del cantante y que está traumatizada tanto por su cirujano plástico como por su ginecólogo. También está el fundador de una empresa de alta tecnología que ha sido expulsado de su propia compañía por dos jóvenes provenientes de una start-tup y que se han deshecho de él por ser ‘demasiado mayor’. Lo hacen a través del cinismo que esconde una amable sonrisa y el excesivo uso de palabras en inglés.

Teatros del Canal
Foto de Les Chiens de Navarre

Una obra que despieza los delirios más irracionales de la psique

Meurisse muestra, en un claro estado superlativo, la fina línea existente entre la cordura y la locura. También muestra cómo no hay nada más democrático que una enfermedad mental, la cual no diferencia entre clases sociales, sexo, etnia o nacionalidad. Lo hace con la sagaz crítica al sistema actual, con una mirada nada complaciente hacia el capitalismo o la clase política.

La compañía hace gala de ignorar completamente el concepto de ‘lo moral y políticamente correcto’ con una puesta en escena extrema, en la que hay espacio no solo para la sátira y el humor más negro, sino para momentos de violencia muy visual, desnudos y sexo explícito, lo que puede provocar cierto rubor en ciertos espectadores menos acostumbrados a propuestas con carácter tan subversivo. Precisamente, ese gesto de libertad permite que esta sátira, cuya risa nace de lo grotesco, se disfrute y sea una de las propuestas más independientes que se haya podido ver recientemente en la escena madrileña.

La vida es una fiesta
Foto de Les Chiens de Navarre

Conclusión

Con un reparto estupendo compuesto por Anthony Paliotti, Charlotte Laemmel, Gaëtan Peau, Delphin Baril, Fred Tousch, Ivandros Serodio y Lula Hugot, Chiens de Navarre vuelven a coronarse con La vida es una fiesta, una obra tan extrema como superlativa, exquisita por su atrevimiento y maliciosamente divertida. Sí, La vida es como una fiesta, en la que el jolgorio y las risas terminan en una amarga resaca si se termina derrapando.

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