Laberinto en llamas es la nueva película de Paul Greengrass (Noticias del gran mundo), maestro del cine de acción contemporáneo a quien gran parte del mundo descubrió gracias a la serie de películas de Jason Bourne. Su apuesta por una acción más apegada a la realidad en Capitán Phillips le valió el reconocimiento de la crítica internacional, y ahora en colaboración con Apple parece querer alcanzar un punto medio entre ambas propuestas. Tras su paso por la 50ª edición del Festival Internacional de Cine de Toronto, donde fue aclamada por la crítica, y su premiere mundial en Londres hace dos semanas, Laberinto en llamas ya se encuentra disponible en Apple TV desde el 3 de octubre de 2025.
Crítica de 'Laberinto en llamas'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Laberinto en llamas
Título original: The Lost Bus
Reparto:
Matthew McConaughey (Kevin McKay)
America Ferrera (Mary Ludwig)
Yul Vazquez (Jefe Martínez)
Ashlie Atkinson (Ruby Bishop)
Danny McCarthy (Matt McKenzie)
Spencer Watson (Elliot Hopkins)
Año: 2025
Duración: 129 min.
País: Reino Unido
Director: Paul Greengrass
Guion: Brad Ingelsby, Paul Greengrass. Libro: Lizzie Johnson
Fotografía: Pål Ulvik Rokseth
Música: James Newton Howard
Género: Thriller. Drama
Distribuidor: Apple TV
Tráiler de 'Laberinto en llamas'
Sinopsis
Laberinto en llamas es un viaje trepidante a través de uno de los incendios forestales más mortíferos de la historia de Estados Unidos, en el que un descarriado conductor de autobuses escolares (Matthew McConaughey) y una dedicada maestra de escuela (America Ferrera) luchan por salvar a 22 niños del aterrador infierno.
Dónde se puede ver la película en streaming
La naturaleza contra el hombre
Laberinto en llamas establece desde su primera secuencia un interesante símil entre la vida del protagonista y su entorno: ambos son vulnerables, estando a un solo incidente de convertirse en un ardiente infierno cuyas consecuencias pueden resultar catastróficas. El protagonista no solo se enfrenta al fuego, sino también a los problemas familiares, económicos y emocionales que asedian a su hogar. El primer ataque de ira que sufre el protagonista con su hijo ejemplifica a la perfección su inestable situación, estallando todo en cuestión de segundos. La tensión y el estrés al que se somete Kevin crece de la misma forma que el incendio, precipitándose todo a una situación insostenible que resulta, al mismo tiempo, exhaustiva y atrapante.
En este sentido, Matthew McConaughey ofrece una actuación fascinante, afín a sus grandes trabajos en el ámbito dramático. Su personaje es un animal herido, consciente de sus debilidades y marcado por una aparente incapacidad para poner la más mínima situación en orden dentro de su vida. Intenta por todos los medios seguir adelante, afrontando unos problemas que no parecen tener solución.
El problema se encuentra en que no todos estos problemas resultan tan coherentes o interesantes: si bien su situación familiar es coherente (el fallecimiento de su perro, la presencia de su anciana madre), subtramas como la de su hijo resultan tan cliché como poco desarrolladas, forjando al hijo como un personaje plano que solo hace acto de presencia para aportar un extra de problemas al protagonista.
Por otro lado, destaca también la alternancia entre el autobús recogiendo niños y los bomberos viajando hacia el foco del incendio, que ayuda a generar un contrapunto dramático fascinante al incidir en la fragilidad de los niños que protege Kevin, convertido en un incierto héroe crepuscular.
La actuación de America Ferrera cumple con creces, aportando un contrapunto dramático y sensible que, a lo largo de Laberinto en llamas, permite a Kevin abrir sus emociones y demostrar un lado de su persona que parecía abandonado. En líneas generales, la actuación de ambos resulta cuidada medida, demostrando el buen trabajo de Paul Greengrass como director de actores.
Carretera hacia el infierno
La iluminación, unida al filtro amarillento, otorgan a la cinta una constante sensación de alerta, lo que en los primeros compases suponen una antesala de lo que está por llegar. Lo mismo ocurre con sus zoom-in repentinos, cuya doble función es indicar al espectador el foco de la escena y otorgar dinamismo a la imagen. Cabe resaltar el uso de los planos subjetivos para introducir al espectador en el riesgo: a través de la mirada de los personajes observamos al número de pasajeros, las consecuencias del incendio o los peligros a los que se enfrentan los personajes.
La cámara en Laberinto en llamas está en constante movimiento, pues incluso en los primeros planos esta no deja de temblar, generando suspense y tensión. El problema está en que esto, unido a su frenético montaje, impide que el espectador pueda comprender bien lo que está pasando en cada escena. El ansia por generar tensión de Paul Greengrass puede resultar intimidante para la mirada del espectador, incapaz de asimilar la información que se muestra.
Tampoco termina de convencer el uso de los efectos digitales por ordenador a la hora de dar forma a los incendios forestales. Desde la aparición de las primeras llamas, la cinta hace uso de planos aéreos cuya textura choca frente a las imágenes generales de la cinta, contando además con unos movimientos aéreos excesivamente artificiales que desentonan enormemente.
Eso sí, no todo en el montaje resulta hostil: las secuencias en el interior de los incendios, con los personajes salvando a civiles y sobreviviendo al azote de las llamas, atrapa tanto por lo caótico de la puesta en escena como por la construcción del guion. Incluso hay momentos en los que Greengrass adopta el “plano subjetivo Raimi”, es decir, presenta planos subjetivos en movimiento que colocan al espectador en la “mirada” del fuego acercándose a los personajes.
Por otro lado, destacan los planos que simulan las grabaciones de televisión y de las cámaras de los bomberos, reduciendo la calidad de imagen para acercar la cinta a la realidad. A pesar de los efectos especiales por ordenador, estas apuestas formales resultan atrevidas y admirables, aportando a la cinta un mayor dinamismo y creatividad.
Acción ardiente con un importante contrapunto dramático
Destaca también la alternancia entre el autobús recogiendo niños y los bomberos viajando hacia el foco del incendio, que ayuda a generar un contrapunto dramático fascinante al incidir en la fragilidad de los niños que protege Kevin, convertido en un incierto héroe crepuscular.
En primera instancia, la construcción de la tensión a través de la naturaleza resulta vibrante, preparando al espectador de forma acertada para el caos que está por venir. Como si se tratara de un heredero de Kurosawa o Herzog, Paul Greengrass otorga a los elementos un rol protagónico similar al de Kevin: el viento y el fuego inundan la pantalla, ahogando a los personajes en una injusta batalla cuyo vencedor ya ha sido elegido.
Es durante la segunda mitad de Laberinto en llamas, cuando Kevin recoge a los niños en el colegio y comienza a llevarlos a un lugar seguro, cuando la cinta adopta los códigos del cine de acción sobre ruedas presentes en cintas como Speed. De hecho, es de la cinta de Jan de Bont de la que toma prestada la tónica de relación entre Kevin y Mary, relajando únicamente el tono desenfadado para dar paso a uno más solemne y dramático. Quizá durante esta sección de la cinta se fuerza excesivamente la presentación de Kevin como un héroe de acción, presentando escenas que resultan un tanto ilógicas dentro del contexto de la cinta. Por ejemplo, la aparición de personas intentando asaltar el autobús con armas de fuego en mitad de un incendio no encaja bien con el resto de la trama.
Tampoco ayuda a que muchos de los elementos que se plantean en el guión no cuentan con una resolución memorable. Así, la subtrama relativa a la familia de Kevin parece tener un desenlace plano, irregular, que se muestra únicamente por necesidad y no por querer aportar algo distinto a la obra. Al menos, permite entender al personaje de Matthew McConaughey como un ser humano, y no como algo más extraordinario.
La ficción norteamericana tiene una notable tendencia a exagerar cualquier situación diaria, convirtiendo a cualquiera en figuras admirables al nivel de cualquier superhéroe. Esta es, precisamente, la línea que a Laberinto en Llamas no le conviene superar, pues es en el tono de thriller de supervivencia y drama donde mejor se mueve, siendo coherente con las historias que sí que se han podido dar en los cada vez más comunes incendios forestales.
Por supuesto, no es que la película tenga que alcanzar el nivel de drama y solemnidad de producciones tales como O Que Arde; si es una película de acción, es normal que tenga acción, pero hay que mantener un nivel de coherencia y realismo para que el espectador se mantenga al filo del asiento. Más consistentes resultan, por ejemplo, las secuencias en las que deben sortear obstáculos o bajar del autobús para poder avanzar; la presencia de la acción resulta natural, y la tensión escala de forma orgánica.
Conclusión de 'Laberinto en llamas'
Laberinto en llamas es una interesante y emocionante película de supervivencia y drama, que pone el foco en la inquebrantable lucha del hombre contra los elementos. El incendio pasa a ser un personaje más, sirviendo como una respuesta a la inestable situación de Kevin, el protagonista. Matthew McConaughey y America Ferrera ofrecen dos actuaciones a la altura, si bien sus personajes se ven lastrados por un guion irregular. Sostenido por algunos elementos cliché que no parecen llevar a nada, Laberinto en llamas funciona bien por su espectacular puesta en escena y por su dirección, ofreciendo un genial trabajo tras las cámaras de Paul Greengrass.
Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM