Las dos en punto es una obra dirigida por Natalia Menéndez, escrita por Esther F. Carrodeguas en homenaje a las que fueren las dos hermanas Fandiño Ricart, también apodadas como: Las Marías, Las Dos Marías, Las dos en punto o Cara de Palo. Coralia y Maruxa son interpretadas por Mona Martínez y Carmen Barrantes, quienes componen la totalidad del reparto.
Título: Las dos en punto Título original: Las dos en punto
Reparto: Mona Martínez Carmen Barrientos
Duración: 75 min. apróx. Dirección: Natalia Menéndez Dramaturgia: Esther F. Carrodeguas Escenografía y vestuario: Elisa Sanz (AAPEE)
Diseño de Iluminación: Juanjo Llorens (AAI)
Diseño de Videoescena: Álvaro Luna (AAI)
Espacio sonoro: Ana Villa y Juanjo Valmorisco
Movimiento escénico y de actrices: Mónica Runde (10&10)
Ayudante de Escenografía y vestuario: Lua Quiroga Paúl (AAPEE)
Ayudante de Iluminación: Rodrigo Ortega (AAI)
Ayte. de Videoescena: Elvira Ruiz Zurita
Ayte. de dirección: Pilar Valenciano
Producción ejecutiva: Santiago Ayala Producción: Octubre Producciones yTeatro Español
Tráiler de 'Las dos en punto'
Sinopsis de 'Las dos en punto'
Las dos en punto es un ejercicio de justicia poética que se suma a otros muchos que han ido dando luz sobre la vida de las conocidas Marías de Santiago de Compostela, a las que es hora ya de ir llamando por su nombre y, sobre todo, por sus apellidos: Fandiño Ricart.
Maruja y Coralia (las protagonistas de la pieza) esconden detrás de una espesa máscara de maquillaje una gran historia de crueldad. Cruel es aquel, o aquella, que hace sufrir sin sentir pena, o incluso complaciéndose. Hay, por lo tanto, una historia de placer del otro lado de la moneda de este cuento empapado de violencia institucional, ideológica, política, social, económica, machista, de género y sexual. Y la violencia, lo dice el diccionario, es un ejercicio injusto y arbitrario [generalmente ilegal] de poder o de fuerza. Nada más que añadir, Señoría.
Pero la de Coralia y Maruja es también una historia de valentía: de coraje, de lucha, de irreverencia, de desobediencia –civil-, y de dignidad. En una palabra: de LIBERTAD. Una historia sobre la locura necesaria para vivir en este mundo de locos (¡y locas!). Maruja y Coralia Fandiño Ricart caminaban día tras día a las dos de la tarde siendo esa bandera arco-iris que contravenía el gris de la dictadura franquista en la capital gallega. Fueron burladas, violentadas, insultadas, silenciadas, fueron rojas, fueron putas, fueron nada. Fueron hambre. Pero nadie las pudo parar. No dejaron nunca de caminar. Y nunca es nunca: es que aún están caminando. (TEATRO ESPAÑOL).
Introducción
La obra estrenada en las Naves del Español, en Matadero, narra la historia de dos excéntricas y estrafalarias hermanas gallegas, durante el periodo de represión franquista. Ellas eran hijas de una familia humilde, y cada día salían “de punta en blanco” a la hora de comer, a la hora en que mayor tránsito había por las calles de la ciudad, a Las dos en punto. Ese horario era uno de los acontecimientos más importantes de su paseo por el casco viejo de la ciudad, necesitaban regodearse y llamar la atención del resto de viandantes, sobre todo de los jóvenes. Todo esto, la obra logra plasmarlo combinando las excelentes interpretaciones de las actrices y una escenografía viva.
Aspectos a destacar
Las dos en punto carece de introducción, nudo y desenlace. Es un acontecimiento conjunto con punto álgido al final, en la playa, en la muerte. Desde el primer momento en que las protagonistas pisan el escenario, el espectador se siente partícipe eres un vecino más al que las extrañas mujeres guiñan el ojo con intenciones de dudosa simpatía. Las hermanas forman un dúo entre la responsabilidad e inocencia. Maruxa representa una serenidad intermitente sometida al conservadurismo, principalmente a la misoginia, ambos propios de la España de la época. Por el otro lado, Coralia, pone constantemente a prueba esa responsabilidad de la primera, a través de gritos bailes e indignaciones infantiles. Es la hermana menor la que traslada el espíritu jovial e incapaz de comprender que conformándose sin ver el mar fuera del cuadro, le habría venido mejor conformarse.
Escenografía
Dentro de la escenografía de Las dos en punto, encontramos elementos claves, más allá del acertado conjunto de atuendos. El primero de ellos es el apodado “sansón” como vértebra de la historia, entrelazando la necesidad de calentarse en invierno con la de ignorar la muestra en la playa. La "mejor" droga para los pobres.
Los movimientos del suelo del escenario permiten al espectador entender la longitud de sus paseos y cómo viajan de piropo en piropo. Todos estos elementos combinados con la gran pantalla del fondo, la cual protagoniza de los interludios y fueras de campo dialógicos, permiten al espectador seguir la historia sin pesadumbre, esquivando la monotonía en la mirada.
Conclusión
La obra lleva a escena una historia muerta en la memoria de muchos. El Santiago de los años franquistas es el hábitat de dos mujeres que “pasearon” a la historia, y llevar una la cultura popular al escenario no es sencillo. Empero, Natalia Menéndez y Esther F. Carrodeguas consiguen hacernos vecinos del Santiago de los años cuarenta. Es cierto que la primera hora resulta redundante y casi que llegando a percibirse como una introducción interminable, no obstante los últimos veinte minutos hacen que la espera, mientras Mona Martínez y Carmen Barrientos deambulan por el escenario, merezca la pena.
La escena final de Las dos en punto lleva a buen puerto la tragedia, con un final cuya emotividad va dada de la mano de la crudeza, de una carta nunca escrita, de un monólogo final que deja entrever la genuinidad de la menor de las hermanas haciendo reflexionar a todo el que lo escuche sobre la desgracia en que será sumida tras la caída del telón. me atrevería a decir que esta obra es una oda a la dificultad de vivir, y ya no en cómo ha sido, sino en cómo lo es aún para muchos.