"Llévame a Benidorm": Una última aventura

Llévame a Benidorm nos presenta a Mila, enferma de Alzheimer, que está recluida en una residencia de ancianos. Solo Luisa va a verla cada día. Cuando Luisa se ve obligada a irse a Santander, ambas deciden huir a Benidorm en un viaje extraordinario en busca del paraíso.

Josi Alvarado escribe esta comedia deliciosa cargada de cine, de amor y humor, que no escatima en crítica social. Es un grito, un último festín, un emocionante canto a la vida. Una maravilla de la que disfrutarás en la sala Nueve Norte. (TEATRO NUEVE NORTE). 

Hasta el final

La mal llamada tercera edad no siempre es protagonista de historias principales en el panorama cultural. Por tanto, se agradece que cada vez más compañías pongan sobre las tablas relatos en torno a esta etapa de la vida. En este caso, Josi Alvarado construye en Llévame a Benidorm una carta de amor ante dos mujeres que repasan sus vidas. Una de las principales virtudes de las que goza el texto es la posibilidad de empatizar con ellas, incluso sin haber vivido las situaciones expuestas, o algo parecido. Además, se realiza un retrato en el que, desde lo sutil hasta lo más explícito, se reivindica la naturaleza personal de las vivencias que envuelve a la pieza. Por este motivo, se convierte en una experiencia gratificante para todos los públicos.

También se une la combinación de la fantasía con la realidad, que deja un buen sabor de boca al aportarle algo más de enjundia y no limitarse a exponer una verdad. Este tipo de detalles, hace que gane en varios momentos, junto con la personalidad que se describe en las dos protagonistas. Sin embargo, una de las partes mejor realizadas es la manera en la que retrata un tema todavía tabú y polémico en la sociedad, como es el afrontar la muerte de una forma directa. Sin buscar una respuesta fija, sino más bien generar el debate, logra su cometido de una manera respetuosa y apropiada. Únicamente, puede ser que haya algunas escenas que no cuajen como debieran, como en las que intervienen trabajadores de la residencia, que no consiguen encajar del todo.

Dos mujeres ante la vida

Rocío Solís y Alejandra Guiol son las encargadas de dar vida a Mila y Luisa, respectivamente, en Llévame a Benidorm. Para comenzar, Rocío Solís encarna una Mila con carácter, firme en sus ideas y con una personalidad arrolladora. Así, el principal reto de Solís es conseguir dar verosimilitud a su papel mediante la gestualidad y el cuidado de cada detalle y movimiento y lo realiza. La razón no es otra que al tener que dar vida a una mujer de cierta edad, podría no haber sido igual de efectivo con una expresividad que no tuviera en cuenta estas características. También se agradecen los momentos en los que puede respirar del personaje, metiéndose en otros papeles. Aun así, lo más importante es la seguridad y la comodidad que tiene en escena, dado que así se lo transmite a los espectadores.

Por su parte, Alejandra Guiol propone una visión más luminosa, que le da ese matiz necesario al trabajo dramático e iguala las energías que desprende su compañera. Por lo que, indudablemente, se convierte en una partenaire perfecta para Solís. No obstante, no se queda opacada, sino que protagoniza algunos momentos llenos de hilaridad, pero también sentimiento. Además, los asistentes no se pueden resistir a la risa que le otorga a su personaje, despertando de una forma casi instintiva las risas en el patio de butacas. Junto con ello, se despliega una ternura y una familiaridad muy bien conseguidas. Únicamente, como recomendación, habría que rebajar el griterío en las escenas en las que se pone en la piel de la trabajadora de la residencia, ya que rompe la sintonía de la pieza.

La emoción llena la sala

Una de las bazas más importantes que se ve en Llévame a Benidorm es el alma que profesa, a pesar de ser una propuesta escenográfica minimalista. Gracias a ello, logra sufragar algunas flaquezas que se pueda ver durante el desempeño de la obra, conquistando a los espectadores. Por otro lado, la selección de la escenografía es plausible, cumple con su cometido en escena. Una de las partes más importante es la pila de agua, que se utiliza en una de las escenas más emocionales. Sin embargo, su uso se limita a dicha parte, por lo que no se le saca todo el partido que se pudiera. Aun así, no resta al conjunto, siendo es más un comentario de mejora, que de flaqueza.

El diseño de iluminación destaca entre los aspectos técnicos, sabiendo utilizar distintos colores y tonos para llevar a los espectadores ante ese viaje de presente, pasado, realidad y fantasía. Además, consigue crear una atmósfera muy íntima en las partes que se lo demandan, dando al público la posibilidad de introducirse de lleno en ellas. Luego, la elección del vestuario y las transiciones entre las diferentes escenas ejecutan su parte sin complicaciones, así como el espacio sonoro. Podrían omitirse las partes de la megafonía, que podrían llegar a molestar a los asistentes. Asimismo, el efecto de las burbujas en la parte final no alcanza el preciosismo que se busca y acaba en un añadido que no luce lo suficiente. Por otra parte, el montaje trabaja a buen ritmo, ralentizándose en algunos momentos por cierta reiteración, pero que vencen al encauzarlo por el buen camino.

Conclusión

Llévame a Benidorm es emotiva, aborda un tema complejo mediante la cercanía, el humor y el sentimiento. Así logra una dramaturgia que navega entre el recuerdo y el presente, la fantasía y la realidad, en un alegato a favor de vivir con libertad. A pesar de haber algunos pasajes que se podrían mejorar u omitir, en su compendio general, logra cautivar a los asistentes. Después, Rocío Solís y Alejandra Guiol interpretan de una manera efectiva, con buenos golpes de humor y una verosimilitud que les permite desempeñar la dificultad de dar vida a personajes de una edad tan distinta a la suya. La propuesta escénica destaca en su diseño de iluminación, en una escenografía minimalista bien utilizada y en escenas visualmente atractivas. El reflejo de una vida, que explora una verdad incómoda con ternura y familiaridad.

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