Después de tres años del éxito de "Selfie", Víctor García León vuelve al largometraje con Los europeos. Este film es una adaptación de la novela homónima de Rafael Azcona, escrita por Bernardo Sánchez y Marta Castillo. Estuvo dentro de la Sección Oficial del Festival de Cine de Málaga. Además, está protagonizada por Juan Diego Botto y Raúl Arévalo, dos actores muy reconocidos por el gran público. Llega a los cines españoles este 20 de noviembre de 2020.



Los europeos

Crítica de 'Los europeos'

Ficha Técnica

Título: Los europeos
Título original: Los europeos

Reparto:
Raúl Arévalo (Miguel Alonso)
Juan Diego Botto (Antonio)
Stéphane Caillard (Odette)
Carolina Lapausa (Vicen)
Boris Ruiz (Martín Ojeda)

Año: 2020
Duración: 89 min
País: España
Dirección: Víctor García León
Guion: Bernardo Sánchez y Marta Castillo
Música: Selma Mutal
Fotografía: Eva Díaz
Género: Drama
Distribución: Filmax

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Tráiler de 'Los europeos'

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Los europeos: 34 (Ficción)
  • Azcona Fernández, Rafael (Autor)

Sinopsis de 'Los europeos'

Los europeos nos presenta a Miguel Alonso. Se gana la vida como delineante, Antonio, el hijo tarambana de su jefe, lo arrastra a veranear a Ibiza, donde le han hablado de lo fácil que es ligar con europeas. Tras los primeros escarceos desesperados con unas chicas valencianas que se encuentran a su llegada, los dos amigos van conociendo la particular fauna de juerguistas que pululan por la isla con ganas de pasárselo bien. Mientras Antonio enlaza fiestas y salidas nocturnas, Miguel, más escéptico, prefiere mantenerse al margen. Hasta que se siente seducido por Odette, una francesa encantadora. (FILMAX).



Los europeos
Foto de Filmax

Amar en tiempos ibicencos

Víctor García León lleva al espectador a la España de finales de los 50 en Los europeos, film que adapta la novela homónima de Rafael Azcona. Al igual que el libro original, esta adaptación, a manos de Bernardo Sánchez y Marta Castillo, expone la realidad española de aquellos años. Gracias a un enfoque aparentemente pomposo, se ve la falsa ilusión de pertenecer al continente europeo. Por lo que, se refleja esa frustración interna, donde el propio español expulsa su identidad frente a lo que se considera superior. Sin embargo, esta evolución y reflexión sobre el retrato social de entonces, pierde impacto durante la primera parte del film por el exceso de actividad pueril. Aunque, en un primer momento, era una estrategia apropiada para otorgar ese contraste, acaba por extenderse demasiado en el tiempo.

A pesar de ello, sus dos protagonistas son el espejo de una sociedad fragmentada, por lo que se aplaude que se mantenga esa característica en el libreto. De igual manera, no cae en el maniqueísmo y el estereotipado, aunque sí que se ven reminiscencias del melodrama. Por lo cual, ese humor ácido y machista es perfecto para la época, pero podría ocupar menos en su ejecución en la película. Después, la participación del personaje de Odette propone un debate certero de la represión del momento, lo que permite que el espectador pueda hacerse una idea de la censura que se propagaba en aquellos tiempos. No busca profundizar sobre ello de una manera más introspectiva, pero con la ligereza que lo hace, encuentra esa reflexión con una carga emocional acorde a la identidad del film.

Víctor García León
Foto de Filmax

Más allá de lo efímero

Desde las primeras secuencias de Los europeos, se puede ver la gran conexión que emerge entre Juan Diego Botto y Raúl Arévalo. Para comenzar, Botto demuestra las tablas que ya tiene en el mundo de la interpretación, con un trabajo que parte de lo banal y superficial hasta esos matices más personales. Así consigue representar la idiosincrasia de su personaje, que no resulta simpático para el espectador, pero acaba cautivándolo al final del film. Esta irritabilidad es lo que indica que Botto ha hecho un trabajo espléndido. Luego, Arévalo es uno de los intérpretes españoles con más talento de los últimos años. En este film, lo aborda desde una templanza singular, pero sin caer en la planitud. Es más, ese enfoque campechano y cotidiano es lo que da vida y realismo a la forma de actuar de su personaje.

Por otro lado, Stéphane Caillard llega para dar rienda suelta a una frescura totalmente orgánica, que se mueve por una expresividad en constante movimiento. Desde su primera aparición, tiene un magnetismo muy dulce. Gracias a esta concepción, su evolución en pantalla le permite indagar por distintos registros y mostrar esas sombras que hay detrás de su personaje. Aun así, mantiene la coherencia artística y culmina el plantel protagonista. Hay que mencionar que la cinta tiene una lista de actores bastante numerosa, pero éstos son más participaciones puntuales. Por lo que, todos ellos cumplen con su función dentro de la película, pero, sobre todo, subrayan la carga dramática sobre Botto, Arévalo y Caillard. Es decir, ayudan a que puedan desarrollar más fácilmente su trabajo interpretativo. Aun así, destacar los nombres de Carolina Lapausa y Boris Ruiz, que llaman la atención del público.

Víctor García León
Foto de Filmax

El anhelo del sentimiento europeo

El despliegue técnico de Los europeos viene marcado por la propia concepción de lo que se quiere transmitir. Por lo cual, hay una incidencia más en poder llevar al espectador a aquella época, con unas tonalidades más cálidas que invitan a la nostalgia. Hay que aplaudir la estética que se crea, que revela el buen trabajo de la dirección de arte. Lo mismo sucede con el departamento de vestuario, maquillaje y caracterización. No obstante, la fotografía tiene una gran calidad a nivel técnico, pero su expresividad artística no se desarrolla tanto como pudiera. Aunque se encuentra en la isla de Ibiza, no se aprovecha la potencia de estos parajes. En consecuencia, la ambientación se asume por parte del espectador por la narrativa y algunos elementos en escenas que lo llevan a ello.

Por este motivo, la artesanía visual tiene puntos realmente estilizados y con un buen sentido del gusto, pero se puede ver que podría haberse explotado más. Por otra parte, el montaje tiene un ritmo bien planteado, que no tiene grandes sobresaltos, pero deja momentos muy descriptivos. De esta forma, mantiene ese carácter de cercanía y familiaridad, además de llevar al espectador al período estival. También hay una simbología, que esclarece incógnitas y realidades que no necesitan una descripción más precisa desde la palabra. Prueba de ello es el final, que, aunque predecible, por lo menos deja un buen sabor de boca. Por último, apuntar que no es un largometraje de grandes artificios, pero tampoco es su verdadera intención. Además, mantiene la esencia del material original y es de apreciar ese homenaje a la obra de Azcona.

Los europeos
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Conclusión

Los europeos es una película ligera que expone la realidad de la España de finales de los años 50. Para ello trae un relato de vivencias estivales, que halla en ese contraste el principal sustento dramático de la acción. Gracias a la manera de adaptar la obra de Azcona, se transfiere esa esencia original. Después, Juan Diego Botto, Raúl Arévalo y Stéphane Caillard están estupendos. La realización mantiene ese ambiente a nostalgia, aunque no explota la potencia espacial que hubiera podido encumbrar la imagen. Un viaje hacia el pasado, donde se muestra una sociedad opresiva con anhelos de vivir.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
los-europeos-critica-peliculaUna película ligera que expone la realidad de la España de finales de los años 50. Para ello trae un relato de vivencias estivales, que halla en ese contraste el principal sustento dramático de la acción. Gracias a la manera de adaptar la obra de Azcona, se transfiere esa esencia original. Después, Juan Diego Botto, Raúl Arévalo y Stéphane Caillard están estupendos. La realización mantiene ese ambiente a nostalgia, aunque no explota la potencia espacial que hubiera podido encumbrar la imagen. Un viaje hacia el pasado, donde se muestra una sociedad opresiva con anhelos de vivir.

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