Producciones Bernardas repasa uno de los episodios más duros de la historia española: el narcotráfico de Galicia. En Los hijos de cualquiera se hace un repaso por la lucha persistente de un grupo de madres que hicieron lo imposible por salvar a sus hijos. Además, este proyecto forma parte de la VIII Muestra de Creación Escénica de SURGE Madrid, estrenándose en la Sala Cuarta Pared el 19 y 20 de octubre de 2021. Escrita por Aldala Molero, ha contado con Maite Colodrón, Marina Herranz, Irene Maquieira, Marta Megías y la propia Molero en el reparto.



Los hijos de cualquiera

Crítica de 'Los hijos de cualquiera'

Ficha Técnica

Título: Los hijos de cualquiera
Título original: Los hijos de cualquiera

Reparto:
Maite Colodrón
Marina Herranz
Irene Maquieira
Marta Megías
Aldara Molero

Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Natalia Mariño y Aldara Molero
Dramaturgia: Natalia Mariño y Aldara Molero
Autoría: Aldara Molero
Diseño de iluminación:
Reducto
Diseño gráfico:
Tony Raya
Producción:
Camino Ventura
Coordinación técnica:
Reducto
Producción: Producciones Bernardas

Sinopsis de 'Los hijos de cualquiera'

Los hijos de cualquiera es un homenaje a esas madres que a finales de los años 80 se vieron abocadas a luchar contra el narcotráfico en Galicia para salvar a sus hijos. Esta lucha, que comenzó hace más de 30 años, ha servido como impulso para diferentes colectivos y personas a la hora de emprender movimientos sociales.

Este montaje busca poner el foco de esta historia –la de David contra Goliat, la de las hormigas contra el elefante, la de los buenos contra los malos– en las madres protagonistas; en las mujeres que tuvieron el suficiente coraje para canalizar su dolor y hacerlo desembocar en un movimiento histórico de transformación social. (SALA CUARTA PARED). 



Los hijos de cualquiera
Foto de Producciones Bernardas

De una historia local a global

El narcotráfico en Galicia es uno de los episodios más negros de la historia social española, llevándose multitud de vidas tras de sí. Asimismo, ha servido de inspiración en el mundo de la cultura, que ha recreado ese universo de adicción, negocio y oscuridad. En esta ocasión, Los hijos de cualquiera ahonda en las vivencias de Carmen Avendaño, fundadora del movimiento y asociación Érguete. No obstante, hay que mencionar que la figura de Avendaño ya es conocida por los espectadores, por lo que la innovación viene por el discurso colectivo que se hace. La dramaturgia aborda los inicios de una lucha social, que vino desde la tragedia, pero sobre todo del amor. Así se da a conocer cómo estas mujeres se enfrentaron a un sistema que buscaba silenciarlas y obtuvieron una visibilidad necesaria para ganar en esta batalla.

Lejos de haber una perspectiva de endiosamiento, se gesta desde una vertiente más familiar y costumbrista. De esta forma, se identifica a estas heroínas como mujeres normales que rompieron con lo establecido para hacer lo extraordinario. En esa mezcla de valentía, emoción y perseverancia es donde el guion termina por encandilar a todos los espectadores. No sólo se conocen las proezas de sus acciones en torno a las drogas, sino el trasfondo psicológico y social que embadurnaba sus vidas. Gracias a esa combinación, el realismo impregna la sala desde el principio, evolucionado en una gama de sentimientos que indican la complejidad de esta dramaturgia. Únicamente, a nivel formal, a veces daba la sensación de haber llegado al final y, de nuevo, se volvía a retomar la acción. Aun así, no resta a la contundencia del relato.

Producciones Bernardas
Foto de Producciones Bernardas

Mujeres, madres, luchadoras

Antes de mencionar a cada una de forma individual, hay que aplaudir la selección de actrices, la cual forma una unión muy atractiva. Así, Los hijos de cualquiera obtiene una de sus fuerzas del elenco actoral, que hace justicia absolutamente a todo el libreto. Una vez comentado este punto, se procede a hablar de cada trabajo personal. En primer lugar, Marina Herranz capitanea la acción, pero sin excederse en importancia. Por tanto, se disfruta su participación en escena, que viene en vuelta en una presencia y una fuerza increíbles. De esta forma, logra una interpretación sensible y firme. Después, Maite Colodrón contrasta con una suavidad impoluta, con ese carácter cercano que le demanda su personaje, realizándolo de una forma totalmente orgánica. Tiene un brillo especial, que va más allá de la ingenuidad, sino de la propia inocencia pintada de oscuridad.

Por su parte, Marta Megías entra con una energía arrolladora, que mantiene en todo momento. Por tanto, hay una coherencia artística en su trabajo sobre las tablas, que se convierte en una muestra del gran trabajo realizado. Además, establece una sinfonía bien construida con los asistentes desde las primeras escenas. Puto carácter. Luego, Aldara Molero ejecuta una labor elegante y sutil, con esa transmisión de nerviosismo que identifica a su personaje. A ello se une la forma en la que aborda las escenas más dramáticas, donde logra brillar absolutamente. Por tanto, en las partes más difíciles es donde se crece como actriz. Para terminar, Irene Maquieira sorprende por su imagen cándida, pero pronto se deshace de ella para traer un retrato más adecuado al tratamiento de su personaje. Su estrategia pone mayor foco en la liviandad que en lo visceral.

Producciones Bernardas
Foto de Diego Da Costa

La recreación de la batalla

La presentación ante el público se realiza ya como parte de Los hijos de cualquiera, donde uno de los personajes recibe a los asistentes. A partir de ahí, se desarrollan las distintas etapas que conforman las vivencias de estas mujeres. En primer lugar, aplaudir la composición del espacio, dividido inteligentemente en una coreografía dinámica, que todavía se les atasca a alguna de las actrices, pero sigue siendo un aspecto extraordinario. Después, la elección de los elementos que aparecen en cada parcela del escenario hacen que se identifique la metáfora visual que se desea, así como el atributo literal del que hacen uso. Por otro lado, la iluminación logra ese halo de emoción, al mismo tiempo que transmite la calidez que se posa sobre el conjunto al completo. De esta manera, el conjunto artístico y técnico formula un sello de identidad propio.

Por otra parte, la selección musical y el espacio sonora son una auténtica maravilla, poniendo los pelos de punta en los espectadores. Es un ejemplo de cómo la música es un imprescindible en la transmisión de sensaciones y percepciones. Además, no sólo es por lo que transmite, sino por la sinergia que marca con la imagen. También sería importante destacar las pinceladas performáticas que van apareciendo a lo largo de toda la pieza. Esa expresividad artística no sólo tiene un efecto mágico estéticamente, sino que transmite todo ese mar de situaciones sin tener que hacer uso de la palabra. Por último, la utilización del audiovisual es correcto, con un acabado técnico impoluto, pero no impacta tanto como pudiera. Dicho de otra forma, su ejecución es magnífica, pero el efecto que provoca ante los asistentes no logra destacar a pesar del significado propio que hay detrás.

Los hijos de cualquiera
Foto de Producciones Bernardas

Conclusión de 'Los hijos de cualquiera'

Los hijos de cualquiera es una revisión de la historia de estas mujeres que lucharon contra el narcotráfico, pero desde una vertiente realista, emocional y familiar. Ese aspecto cotidiano es lo que triunfa, al sentir ese factor humano en todo momento. El elenco de actrices es brutal, realizando un trabajo en conjunto, donde no falta la química y la generosidad entre ellas. Asimismo, la puesta en escena es un conglomerado de aspectos artísticos, donde confluyen música, movimiento, estética y percepción, logrando una propuesta cautivadora. Un homenaje sincero, donde no se busca el mito, sino la valentía de la verdad, el dolor y el amor.

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