El pasado 27 de abril se estrenó Love and Death en HBO Max, serie escrita y creada por David E. Kelley, creador de ficciones de gran éxito como "Big Little Lies". Esta serie está basada en el asesinato real cometido por Candy Montgomery, un ama de casa de Texas, que conmovió a la sociedad estadounidense. Protagonizada por Elizabeth Olsen, cuenta con tres episodios. Junto a Olsen, se encuentran Jesse Plemons, Lily Rabe, Patrick Fugit, Krysten Ritter, entre otros. La recepción por parte del público ha sido mixta, destacando la interpretación de Olsen como lo mejor de la serie.
Título: Love and Death Título original: Love and Death
Reparto: Elizabeth Olsen (Candy Montgomery) Jesse Plemons (Allan Gore) Lily Rabe (Betty Gore) Patrick Fugit (Pat Montgomery) Tom Pelphrey (Don Crowder)
Año: 2023 Duración: 52 min (por episodio) País: Estados Unidos Dirección: David E. Kelley y Lesli Linka Glatter Guion: David E. Kelley Música: Jeff Russo Fotografía: Tim Ives y John Conroy Género: Drama Distribución: HBO Max
Love and Deathes una serie de David E. Kelley que cuenta la historia real de Candy y Pat Montgomery y Betty y Allan Gore, dos parejas de feligreses que disfrutan de su vida en un pequeño pueblo de Texas hasta que una infidelidad hace que alguien empuñe un hacha. (HBO MAX).
La ira se apodera
El caso de Candy Montgomery vuelve a la ficción con Love and Death, creada por David E. Kelley, donde se relatan los sucesos que llevaron a la mujer a cometer el atroz crimen. En esta propuesta, el guion se divide en diferentes secciones que permiten conocer la historia de Montgomery en torno a sus circunstancias. Por tanto, no hay una búsqueda de profundizar en su personalidad, sino explorar las razones por las que cometió el crimen y, luego, los motivos por los que le veredicto fue el que fue. La serie se mueve en una capa que engancha al espectador, pero más en torno a saber en cómo acaba, que en conocer de una manera más interna a sus personajes principales. Por ende, se puede decir que es efectiva en su estrategia, al verse sus intenciones.
Durante los primeros episodios se puede ver el desarrollo de una historia que es reconocible por todos los espectadores. En este aspecto, resta algo de emoción a la serie, dado que tarda en arrancar hasta el final de su tercer capítulo. En consecuencia, no es hasta el cuarto episodio en el que se tinta de oscuridad la ficción, que durante sus anteriores entregas ha jugado más a una luminosidad ácida. Con lo cual, se ve el sello de identidad de su creador, con ciertas reminiscencias a “Big Little Lies”, pero le falta la solidez que mostró en la primera temporada de la serie citada. Con lo cual, el espectador puede llegar a sentir que se queda en la circunstancia, pero no desea ir más allá. Así, da la sensación de haberse podido desarrollar en menos episodios y de una forma más productiva.
Una mujer frente a su aventura
Elizabeth Olsen lidera el reparto de Love and Death, siendo una de las mejores decisiones de esta producción. Desde el inicio se puede ver una interpretación llena de verosimilitud, incluyendo aquellas partes en las que se hace presenta la comedia ácida. Gracias a ello, camina con los espectadores ante los acontecimientos que cambian radicalmente la vida de su personaje, mostrándose en el rostro de Olsen de una manera brillante. Se entrega de principio a fin, convirtiéndose en una pieza fundamental, que eleva la calidad de la serie. Después, Jesse Plemons cumple con lo que se espera de su Allan Gore, formando un combo interesante con Olsen y sirviendo de dicotomía interpretativa junto a ella. Una labor muy bien estudiada y ejecutada.
Patrick Fugit y Lily Rabe presentan dos actuaciones muy bien elaboradas, permitiéndose llamar la atención a pesar de no estar en el primer plano en todo momento. De esta forma, no solo captan al espectador, sino que dan cuerpo a sus personajes, dándoles la importancia que tuvieron en el caso real. Además, en el caso de Rabe, se presenta una gama de matices que hacen que se quede en la retina. Después, Krysten Ritter como Sherry logra dar una luminosidad que necesita el elenco, aportando frescura, así como una identidad muy especial. Sin duda, Ritter aporta ese sabor que hace que se respire. Por último, Tom Pelphrey tiene su oportunidad de destacar y así lo hace, con una fuerza que le permite estar a la altura de las escenas que protagoniza.
Reminiscencias del pasado
El estilo visual de Love and Death recuerda a otras producciones de David E. Kelley, donde se combina la pomposidad de la sociedad típicamente estadounidense con la oscuridad del suspense y el misterio que protagoniza la ficción. Por tanto, en este caso, no ha sido diferente y se presenta un diseño de arte impoluto que recoge a la perfección ese oasis religioso que se va corrompiendo con el pasar de los episodios. Asimismo, se ha buscado establecer lugares que sean insignias, personajes en sí mismo, lo que hace que se tome más en consideración la escena final de la serie. En este aspecto, se mantiene fiel a lo que su trayectoria indica. La fotografía también logra un efecto envolvente, seductor. No obstante, la escena más violenta de la serie podría haberse cuidado algo más, al presentarse de una manera excesivamente ruda.
Al estar basado en un hecho real, hay quiénes buscan que se respete la rigurosidad de los acontecimientos con las famosas caracterizaciones. En esta serie, se realiza una buena reconstrucción y se mantienen los principales elementos estéticos de los personajes en los que están basados, poniendo especial hincapié en los vestuarios y caracterizaciones de Candy. Sin embargo, se echa en falta que haya una propuesta artística más identificativa, dado que podría mimetizarse perfectamente, a nivel artístico, con otras series de la misma índole. Por último, mencionar que el ritmo de la serie es algo irregular, mientras que el primer episodio funciona como presentación, los dos siguientes se estanca algo más, volviendo a retomar en el cuarto, donde dan el verdadero pistoletazo de salida.
Conclusión
Love and Death logra enganchar a la audiencia por la manera de narrar las circunstancias que envuelven el caso de Candy Montgomery. Sin embargo, para aquellos que buscan conocer de cerca a cada uno de los protagonistas, podrían verse a medio gas, dado que se focaliza principalmente en una exposición de los hechos. Por tanto, cumple con su función, entretiene, pero podría haber ido más allá.
Después, Elizabeth Olsen logra un trabajo exquisito, lleno de verdad y desde distintos prismas. Junto a ella, rostros como Lily Rabe, Patrick Fugit o Tom Pelphrey le acompañan de una manera óptima. A nivel visual, sigue la estética de anteriores series de David E. Kelley, con un cuidado y combinación de la pomposidad con la oscuridad gratificante. No obstante, se echa en falta algo más de identidad. Un true crime que encaja a la perfección en las expectativas de este tipo de género, pero que se queda en lo notable y no pasa a lo sobresaliente.
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