Desde el pasado 16 de enero, Macho grita ha estado presente en el Teatro Pavón de Madrid. Esta comedia musical está escrita y dirigida por Alberto San Juan, quién también la protagoniza. La pieza ahonda en la historia invisible de España y la construcción de la identidad a través de este bagaje histórico-cultural. Junto a él, su inseparable banda. Se representa hasta este 17 de junio.
Duración: 90 min. apróx. Dirección: Alberto San Juan Dramaturgia: Alberto San Juan Músicos: Pablo Navarro, Gabriel Marijuan, Miguel Malla y Claudio de Casas
Iluminación: Raúl Baena y Eduardo Vizuete
Vestuario y espacio escénico: Alberto San Juan
Ayte Dirección: Carlota Gaviño
Ayte. Producción: Lucía Rico
Producción ejecutiva: Joan Fernández Producción: Compañía Nacional de Teatro Clásico y EQM
Tráiler de 'Macho grita'
Sinopsis de 'Macho grita'
Macho grita nos presenta una comedia musical que parte del mito de Don Juan para indagar en la relación entre nuestro presente y el ciclo que inaugura el año 1492. Un acercamiento personal a la Reconquista, la expulsión de los judíos o la llegada a América, para pensar, con humor, cómo se construye “lo macho” en este territorio.
Nace del deseo de asomarse a la historia invisible (o invisibilizada) de España, con la pequeña esperanza de entender cosas que sirvan para la vida hoy, cuando la voluntad de dominio y el afán depredador sobre los que hemos construido nuestras sociedades amenazan con liquidarnos. (TEATRO PAVÓN).
Un reflejo del origen
Alberto San Juan se zambulle en los orígenes históricos en sobre lo masculino y lo español para traer una reflexión en torno a donde se inician los prejuicios y el clasismo social en el que se sostiene parte del sistema español. Por tanto, trae una dramaturgia que goza de un rico bagaje cultural, fundamentándose en episodios muy conocidos, realizando un repaso por distintos siglos y de qué forma siguen manifestándose en la actualidad. En este sentido, se puede decir que San Juan tiene una idea muy concreta de lo que desea hacer y lo lleva a cabo hasta el final con absoluta coherencia.
La parte musical se une a Macho grita, dándole otro elemento expresivo que le permita seguir excavando en sus orígenes, llevando al espectador ante ese debate en qué significa ser o identificarse con una identidad concreta. Hay momentos realmente poderosos, en los que el espectador se queda cautivado con la tesis que se expone sobre las tablas. Sin embargo, durante varios pasajes, se presenta una recolección de datos que no se instruyen desde la fluidez, sino que crea una capa de pesadumbre y un exceso de densidad. En consecuencia, mantener la atención por parte de los espectadores se convierte en un reto complicado.
El carisma del maestro
Uno de los motivos y principales razones por las que el público asiste a Macho grita es contemplar el trabajo de Alberto San Juan en directo. El intérprete es uno de los actores mejor valorados en el panorama cultural español, por lo que, no es extraño que se desee ver su ejecución en vivo de su labor dramática. El carisma lo derrocha a raudales desde el primer minuto, hipnotiza con una tonalidad vocal que engatusa a los asistentes. Además, se combina con una gestualidad y expresividad muy elegantes, sutiles, llevándoselo al extremo cuando debe, pero siempre cuidando su presencia sobre el escenario.
No se puede negar que se puede ver la gran experiencia que tiene sobre las tablas, lo maneja con absoluta brillantez, uniéndose a una tranquilidad y a unas ganas de disfrutar que se hacen patentes a lo largo de la pieza. A nivel musical, tiene su estilo propio y así lo hace saber a los espectadores, que quiénes ya hayan podido disfrutar previamente de su trabajo, seguirán encantados y para los que lo vean por primera vez, conocerán cuál es su estilo. Con lo cual, cumple con lo que se espera de él. En resumen, una de las principales bazas de la pieza es el trabajo sobre el escenario de San Juan.
Una cita músico-teatral
Como ya ocurriera con su montaje “Lorca en Nueva York”, Alberto San Juan apuesta por la austeridad en este tipo de montajes. Por ello, no extraña que Macho grita siga una estructura parecida, donde se deshace de artilugios y escenografía para caldear un ambiente a base de la acción, la interpretación y la música. Gracias a ello, la atención se posa completamente en su buen hacer actoral, lo cual es una estrategia muy bien planteada. Además, da una sensación de intimidad y de cercanía, que sienta bien a la pieza. Hay que aplaudir la labor de los músicos, los cuáles realizan un trabajo estupendo, no solamente por su forma de interpretar, sino también por crear atmósferas, lugares, sentimientos.
A nivel de movimiento y acción, se puede ver que hay una dirección que sabe cómo sacar partido a las partes más visuales, más físicas, como ese final apoteósico en el que se vea la catarsis del propio San Juan. Incluso, con algún fallo técnico en el micrófono en la función del 3 de junio, no se perdió el efecto y la potencia. Ahí es donde reside uno de sus puntos más favorables. Por otra parte, el ritmo no logra posarse si en el dinamismo ni en la templanza, sino que tira por una espesura que termina afectando al montaje. Se echa en falta más soltura, fluidez, quedándose en una concentración que no se presenta necesaria.
Conclusión
Macho grita es un viaje histórico ante la búsqueda de los orígenes y poner sobre el escenario aquello que se desea debatir o superar. Así, Alberto San Juan trae una dramaturgia interesante, que parte de una pregunta interesante, pero se pierde en una densidad que no le sienta bien. Sin embargo, su trabajo sobre el escenario es exquisito, con un carisma y una personalidad arrolladores. A nivel técnico y artístico, potencia esa intimidad, ese minimalismo, que combina con una banda en estado de gracia. No obstante, el ritmo termina pasándole factura y no logra sacarle más partido al montaje en sí. Zambulléndose en el árbol de la memoria, llegando a las puertas de la historia y cuestionando qué es ser.