Madre de azúcar nos presenta el relato de Cloe, una joven con discapacidad intelectual que desea ser madre. Un texto escrito y dirigido por Clàudia Cedó a raíz de su experiencia en Escenaris Especials. Estará en el Teatro Valle-Inclán hasta el 9 de octubre.
Título: Madre de azúcar Título original: Madre de azúcar
Reparto: Andrea Álvarez (Cloe)
Ivan Benet (Alberto)
Marc Buxaderas (Marc)
Mercè Méndez (Cristina)
Judit Pardás (Consuelo)
Maria Rodríguez (Maria)
Teresa Urroz (Teresa)
Duración: 140 min. apróx. Dirección: Clàudia Cedó Dramaturgia: Clàudia Cedó Traducción: Matilde Castillo
Escenografía: Laura Clos “Closca” Iluminación: Luís Martí Vestuario: Bernat Grau Sonido y música: Lluís Robirola Vídeo: Clàudia Barberà Ayudante de dirección: Berta Camps Ayudante de vestuario: Assen Planas Asesoramiento vocal y logopedia: Nora Baulida Asesoramiento cuerpo: Vanessa Segura Acompañamiento asistencial y regiduría adaptada: Carla Balaguer, Anna del Barrio y Julià Palacios Fotografía: May Zircus (TNC) Producción ejecutiva: Marta Iglesias, Anna del Barrio y Roser Soler Distribución: Roser Soler (Mare de sucre) y Caterina Muñoz (Madre de azúcar) Producción: Teatre Nacional de Catalunya y Escenaris Especials con el soporte de Ajuntament de Banyoles, Diputació de Girona, Fundació Josep Botet, Fundació Support (Girona) y Fundació Obra Social La Caixa
Tráiler de 'Madre de azúcar'
Sinopsis de 'Madre de azúcar'
Cloe tiene veintisiete años, discapacidad intelectual del 65% y un deseo: ser madre. Ante la incomprensión de su entorno, de su madre y de la fundación en dónde vive, Cloe se lanza a una revolución torpe para quedarse embarazada a cualquier precio. En su viaje, descubrirá que la bandera de la protección les ha servido a aquellos que la rodean para quitarle derechos, también el derecho a equivocarse, la dignidad del riesgo. Y recordará que cuando era pequeña su hermana mayor la llevaba a jugar a fútbol con sus amigas y les decía “¡Cloe no cuenta, es de azúcar!”.
Así no le tiraban la pelota demasiado fuerte ni le hacían entradas. Pero sus goles tampoco sumaban. Cloe se dará cuenta de todo esto y se enfrentará al poder establecido, desafiando las leyes de los hombres. Pero la duda de si sería una buena madre le calará los huesos, cómo una Antígona que se debate entre obedecer las leyes divinas o las humanas.
Madre de azúcar reflexiona sobre el trato que estamos dando como sociedad a las personas con diversidad funcional en referencia a la maternidad. La asimilación de la jurisdicción de sus cuerpos, la sobreprotección como excusa para la coartación de su libertad de decisión. ¿Qué da derecho a una parte de la sociedad a adueñarse de los cuerpos de las mujeres con diversidad funcional? ¿Todas las personas con discapacidad están incapacitadas para afrontar una maternidad? ¿Cuál es la capacidad que nos convierte en buena madre o buen padre? ¿Todas las personas que tienen hijos la tienen? (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL).
Un debate necesario
El teatro se impone como el lugar donde, en ocasiones, surgen los debates necesarios, que son aquellos que nos hacen avanzar como sociedad y no retroceder, que es lo que pretenden los falsos debates. Madre de azúcar gira en torno al deseo de ser madre de una mujer con discapacidad intelectual del 65%. La maternidad deseada de una mujer que no encaja con la normatividad establecida y cuya voluntad está tutelada. Un tema espinoso que, bajo la batuta de Clàudia Cedó, se nos aparece con todas sus aristas, pero también con humor y un poso de la esperanza.
La valoración del grado de discapacidad la realiza un equipo integrado por médicos, psicólogos y trabajadores sociales en función a las actividades que el paciente puede realizar en la vida diaria. Estas actividades se dividen en cinco categorías: autocuidado, comunicación, actividades físicas, actividades funcionales y control del sueño. Se mide el intelecto y la motricidad y se segmenta a la población para que las instituciones pueden organizar las ayudas que corresponden a cada grupo humano. Pero, en toda esta clasificación y segmentación ¿Dónde quedan el deseo y la voluntad de las personas valoradas como discapacitadas? ¿Quedan anulados? ¿Qué parte del intelecto es voluntad y deseo?
Madre de azúcar es una obra de teatro cargada de preguntas sin respuesta, pero que pone un pie en el umbral de la puerta que nos puede llevar a ellas.
Rompiendo un tabú
Cloe quiere ser madre y la interpretación de Andrea Álvarez es tan fabulosa que apabulla. Ojalá más actrices y actores contando su historia con su voz, desde la verdad que solo ellas y ellos pueden ofrecer. La maternidad es un tabú cuando se trata de personas que han sido expulsadas de la norma, pero además del tabú, en Madre de azúcar la reflexión puede extenderse a los derechos de quien aún no ha nacido y a la responsabilidad de las instituciones.
Sensible, divertida y formidable gracias a un elenco poderoso y humano. Teresa Urroz, Ivan Benet y María Rodríguez logran aunar su interpretación con la de los residentes del piso de la Fundació Roure: Cloe (Andrea), Marc (Marc Buxaderas), Cristina (Mercé Méndez) y Consuelo (Judith Pardás) y llevarnos hasta el final de una historia que, quizás, todos sabíamos cómo terminaría.
Madre de azúcar aborda los problemas cotidianos que tienen las personas con algún tipo de diversidad funcional y pone de manifiesto, sin fisuras, el prejuicio social y el estigma al que son sometidas. Además del paternalismo de las instituciones sociales y la necesidad de escuchar a quien te pide un auxilio que no le estás dando. Otra forma de hacer las cosas.
Conclusión
Madre de azúcar es, sin dudarlo, una obra necesaria por la complejidad del tema que aborda y la sensibilidad con la que se pone en escena. Toda la fuerza que necesita el texto la ponen los cuerpos y las voces de un elenco que destila verdad y con el que es difícil no emocionarse.