"Mamma mia, el musical": Cómo resistirte

Mamma mia, el musical nos presenta a Donna, madre soltera e independiente, dueña de un pequeño hotel en una idílica isla griega. Allí ha criado sola a Sophie, que va a casarse. La joven, sin decir nada a nadie, decide invitar a los tres hombres que pasaron por la vida de su madre, con el fin de que su verdadero padre le acompañe al altar. Donna por su parte, invita a dos amigas de la infancia. El reencuentro del grupo te hará reír y emocionarte a partes iguales. (WEB OFICIAL). 

El buen rollo del clásico

En 1999 llegaba un espectáculo que tomaría el nombre de una de las canciones más míticas de la banda musical sueca ABBA. Más de 20 años después, David Serrano retoma el clásico con una nueva adaptación de Mamma mia, el musical, basado en el libreto original de Catherine Johnson. A lo largo de los años, esta historia ha cautivado a miles de espectadores, quiénes han asistido a este emocionante y buen rollero relato, en el que el amor, la familia y la amistad toman la escena. Así logran que los fans de este fenómeno se vean recompensados, dado que el libreto se mantiene fiel tanto en el desarrollo como en la forma de ir presentando cada una de las situaciones que se exponen sobre las tablas. Por ende, es una estrategia que funciona, por lo que, ha sabido aprovecharla.

Lógicamente, las dosis de edulcoración se dan por válidas, aunque puedan resultar empalagosas algunas escenas. No obstante, no se puede negar que dichas decisiones creativas ya vienen precedidas de antes, siendo su mayor fuerte la forma de cohesionar los famosos éxitos de ABBA a lo largo de la historia. Gracias a ello, el público se encuentra totalmente dentro cuando se escuchan cada uno de los temas, conectando de lleno en la historia. Sin embargo, podría ser interesante revisar algunos contenidos, que podrían haberse quedado algo retrógrados con el paso del tiempo, como es la relación entre Sophie y Sky, que chirría por profesar un romanticismo algo tóxico. A pesar de ello, la intención de entretener y hacer disfrutar está ahí, cumpliendo con su cometido y dejando una experiencia gratificante, que deja un buen sabor de boca.

Donna y sus amigas

Verónica Ronda se convierte en la Donna de esta versión de Mamma mia, el musical, donde demuestra por qué es una de las intérpretes con mayor talento del panorama artístico español. Ronda no solo es una excelente cantante, que se permite el lujo de aprovechar cada una de las canciones en las que participa, sino que su calidad como actriz es máxime. Por tanto, se combinan las dos vertientes necesarias para ser la perfecta líder en este elenco actoral. Asimismo, se valora de una forma sobresaliente su expresividad más que atinada, su trabajo corporal y, obviamente, la coreografía, la cual la clava desde el primer minuto. Sin duda, su labor actoral es uno de los mejores aspectos de este montaje, habiendo sido todo un acierto contar con ella para esta producción.

Junto con Ronda, se encuentran Mariola Peña e Inés León. Ambas comprenden la esencia de su personaje, dándole ese toque dicharachero y caricaturesco, entrando en una dinámica de diversión. Además, hay que mencionar que Peña obtiene una sinergia con el espacio y sus compañeros muy especial, seduciendo al espectador sin problema. Después, Jaime Zatarain, Carlos de Austria y Lluis Canet cumplen con su labor, aunque destaca más Zatarain, quién ofrece distintos matices a su personaje. Aun así, cada uno de ellos tienen sus momentos de brillar. Por otro lado, Gina Gonfaus convence, aunque podría ir más allá, darle más fuerza a su actuación. Al apostar por una ligereza amable, termina por perderse detrás del resto de intérpretes. Luego, Jan Buxaderas es un perfecto maestro de ceremonias, transmite de una manera muy eficiente su energía al patio de butacas. Mención especial a Fran Moreno, una participación hilarante.

Un final épico

La producción de Mamma mia, el musical ha apostado por una puesta en escena ambiciosa, donde la transformación de la escenografía se produce continuamente. Gracias a ello, el movimiento se siente de una forma perpetua, dando salida al dinamismo y permitiendo que el espectador pueda disfrutar del musical como si de una atracción se tratase. Hay que aplaudir el diseño a gran escala, dado que han sabido no solo impresionar estéticamente, sino que sea efectivo el cambio de forma técnica. Por lo cual, el público no ve las costuras del desarrollo técnico y sigue una fluidez muy bien conseguida. La ejecución musical cumple con su cometido, le aporta ese aire de gran formato, aunque podría sacarse aún más partido al arreglo musical para todavía llenar más el escenario de lo que ya hace.

El diseño de iluminación hace una labor muy trabajada, dando ese sello impactante a la propuesta escénica, atrayendo a los espectadores ante una estética muy visual. La selección de colores también es un acierto, habiendo una predominancia de colores azules, que encaja con la personalidad del montaje. Por otra parte, el vestuario mantiene el imaginario común que se tiene con la obra, siendo el número final donde se valora la brillantina y un diseño más destacable. Luego, el ritmo de este espectáculo es óptimo, siendo coherente con la intención del proyecto. Por último, es importante destacar el final, dado que se convierte en una de las mejores partes del musical. De esta manera, logra culminar de una forma excelentemente favorable, que no solo se queda en la retina, sino que aumenta el resultado en conjunto de la obra teatral.

Conclusión

Mamma mia, el musical apuesta por el entretenimiento y la diversión ante una versión que se mantiene fiel a este clásico muy querido por los espectadores. A pesar de poderse revisar algunos detalles de la trama, transporta al espectador a la disparatada y familiar aventura de Donna y familia. Después, Verónica Ronda está brillante, es el ejemplo de lo que debería ser una intérprete de musicales, chapó. Asimismo, el elenco cumple con su cometido, habiendo trabajos muy buenos como el de Mariola Peña y Jaime Zatarain. La puesta en escena propone una escenografía de grandes dimensiones muy fluida, que llena la escena y seduce al espectador en esa constante de movimiento y baile. Además, logra un final exquisito, que culmina la pieza de una manera excelente. Rememora una de las historias más reconocible del ámbito artístico con una sensación de buen rollo y de puro disfrute.

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