El pasado 6 de mayo fue el estreno de Miss Destierro en La Sala, obra teatral escrita por Carlos Munera y Miguel Lobo. Este espectáculo ha podido ver la luz en diferentes espacios conocidos por el público, como el Teatro Nueve Norte. En esta ocasión, llegan a la sala ubicada en la Calle de Palos de la Frontera, 3, en Madrid. Después de su temporada en mayo, renueva en junio, representándose los viernes a las 21 horas. Se podrá disfrutar hasta el 17 de junio en La Sala.



Miss Destierro en La Sala

Crítica de 'Miss Destierro'

Ficha Técnica

Título: Miss Destierro
Título original: Miss Destierro

Reparto:
Carlos Munera

Voces en Off:
Carmen Flores Sandoval
Loreto Barry

Duración: 70 min. apróx.
Dirección: Juanma Cifuentes
Dramaturgia: Miguel Lobo y Carlos Munera
Escenografía y vestuario: Daniel Torres Cano
Diseño de iluminación: 
Inés de la Iglesia
Diseño gráfico: 
Gema García
Fotografía: 
Pilar Felipe
Coreografía: 
Javier Pastor
Producción: La Brava Teatro

Tráiler de 'Miss Destierro'

Sinopsis de 'Miss Destierro'

Miss Destierro narra cómo Ismael (Carlos Munera) vuelve a su pueblo, Torre de Cotillas, para la boda de su mejor amiga, una década después de hacer las maletas. En ese regreso, repasará su vida a través de canciones conocidas, y descubriremos cómo fue su juventud, su primer amor, cómo afrontó el desengaño y cuáles son sus actuales expectativas. (LA BRAVA TEATRO). 



Miss Destierro
Foto de Pilar Felipe

Resolver lo que quedó pendiente

Miguel Lobo y Carlos Munera escriben Miss Destierro, obra teatral que muestra el regreso de un joven a su pueblo natal por la boda de una de sus mejores amigas. Con esta premisa, el texto aboga por la comedia para hacer un repaso por la vida del protagonista, donde se desvelan las distintas etapas y episodios que marcaron su vida. Por un lado, se aplaude la utilización de referentes populares, siendo un perfecto anclaje hacia los espectadores. Asimismo, hay puntos en los que se desprende un humor bien realizado, combinándose con la estrafalaria personalidad que emana de por sí la dramaturgia. Por lo cual, su mayor intención es dar homenaje a esa cultura LGBTQ+, que en algunas ocasiones se relaciona directamente con la explosión de libertad al abandonar el pasado.

Sin embargo, hay un exceso de elementos y tramas en acción, lo que dificulta que haya una definición más clara del mensaje del texto, más allá de hacer pasar un buen momento. Se comprende la intención y tiene un potencial en su estructura que hace que se valore la forma de hacerlo. No obstante, podría pulirse de manera que las partes que no aportan a la trama, o se hacen algo repetitivas, se condense o se formulen de otra forma. En consecuencia, hay una cohesión irregular, lo que culmina en una exposición de emociones y sentimientos que sucumben al petarderío, no logrando una base más consolidada. Aun así, se aplaude que haya esa alusión al mamarracherío, con frases icónicas que causen las carcajadas en el público. Esta historia podría coger más fuerza según se vaya madurando la idea.

La Sala
Foto de Pilar Felipe

A la vuelta

Carlos Munera se encarga también de dar vida a Miss Destierro. Desde el primer momento se puede ver el alto compromiso que tiene el actor con el espectáculo, dejando toda su energía sobre las tablas en cada acción que realiza. Por lo tanto, se valora el esfuerzo que profesa sobre el escenario, así como las ganas con las que aborda este monólogo. Se puede ver un despliegue de talentos que le permite mostrar las distintas facetas de su actividad artística, desde el canto, la expresividad física hasta lo más puro de la acción dramático. Así explora los diferentes recovecos desde una línea dinámica, donde se ve que desea dar rienda suelta a la comedia y al humor. Su mayor baza se encuentra en la personalidad que expone, como si fuera un remolino de alta intensidad.

La concentración a la que debe enfrentarse se hace patente en la multitud de movimientos y acciones que debe realizar a lo largo de todo el montaje. A pesar de una elección de dirección sobrecargada, su trabajo interpretativo es solvente, se ve que disfruta y hace partícipe a los asistentes de ello. No obstante, habría que cuidar la forma de romper la cuarta pared, aunque lo histriónico y grotesco pueda parecer una manera excelente de interactuar con los espectadores, puede también ser un arma de doble filo. Por lo tanto, podría buscar una inmersividad menos estridente. A nivel gestual, clava las partes más características de su personaje, notándose que lo conoce muy bien y le es familiar de alguna manera. Únicamente, se echa en falta una tonalidad más sugerente o íntima, algo menos extravagante y más personal en algún punto de la obra.

La Sala
Foto de Pilar Felipe

Ejercicio de nostalgia

Una de las cartas con las que se presenta Miss Destierro es ese canto a la nostalgia con las distintas menciones sobre la cultura pop que han marcado a toda una generación. Gracias a ello, se rememoran canciones, vivencias y recuerdos comunes, que incluso, a pesar de no vivirlas, se siente ese aire de melancolía. Sin embargo, el problema que hay en la pieza es la multitud de acciones que se desarrollan durante el monólogo. A pesar de su duración, se ve bailar, cantar, hacer playback, cámara rápida, interactuar con el espectador... lo que se convierte en un batiburrillo de movimiento. Con lo cual, el resultado es que, pese a mantenerse viva, no da descanso al espectador para procesar la intención de lo que se está viendo. Por ende, da más apariencia de espectáculo de variedades, que de una historia con una narrativa, que es lo que es.

Hay veces en los que puede parecer que más es sinónimo de dar dinamismo y evitar que decaiga el ritmo, pero no es así. Hay momentos en los que se necesita de silencios, de miradas, de mantener el foco hacia un lugar y transmitirlo hacia el patio de butacas. En este sentido, al haber esa marabunta de acciones y direcciones, se pierde el contenido y se da paso al envoltorio. Sería conveniente revisar si todo lo que se realiza sobre las tablas es necesario. Asimismo, insiste en florituras que menoscaban el interés del guion que hay detrás. Por ende, hay que buscar que lo estrafalario, el colorido de la propuesta sea el vehículo de expresión y no que se termine por comer la razón por la que está en escena. Aun así, se aplaude que la producción haya logrado una escenografía muy bien construida a nivel estético.

Miss Destierro
Foto de Diego Da Costa

Conclusión

Miss Destierro es una comedia con potencial, que referencia a la cultura pop y a la experiencia en los pueblos como principal arma. En ese guion se puede notar la nostalgia y la reivindicación. Sin embargo, se pierde en un maremoto de acciones, de histrionismo y de movimiento. En consecuencia, hay una sensación de ver muchas cosas, pero sin lograr definir el alma principal del relato. Por lo cual, si se puliera, podría brillar más. Carlos Munera se deja la piel, la energía y el ánimo en el escenario, se ve un compromiso absoluto con su labor dramática. Así, su interpretación es uno de los mejores aspectos de la pieza teatral. Una puesta en escena recargada, que termina por pasarle factura al caer en florituras. Una vuelta a casa rocambolesca y mamarracha que gana en ese efecto popular, pero se pierde en el exceso de la forma.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
miss-destierro-critica-teatroUna comedia con potencial, que referencia a la cultura pop y a la experiencia en los pueblos como principal arma. En ese guion se puede notar la nostalgia y la reivindicación. Hay una sensación de ver muchas cosas, pero sin lograr definir el alma principal del relato. Carlos Munera se deja la piel, la energía y el ánimo en el escenario, se ve un compromiso absoluto con su labor dramática. Una puesta en escena recargada, que termina por pasarle factura al caer en florituras. Una vuelta a casa rocambolesca y mamarracha que gana en ese efecto popular, pero se pierde en el exceso de la forma

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