La actuación enérgica de Branagh como Poirot y un elenco de renombre apenas pueden mantener a flote Muerte en el Nilo, un proyecto en el que pesa demasiado el entorno virtual. En cines desde el 18 de febrero en España.
Año: 2022 Duración: 127 min País: Estados Unidos Dirección: Kenneth Branagh Guion: Michael Green Música: Patrick Doyle Fotografía: Haris Zambarloukous Género: Drama Distribución: 20th Century Fox
Basada en la novela de 1937 de Agatha Christie, Muerte en el Nilo es un fascinante thriller de misterio dirigido por Kenneth Branagh sobre el caos emocional y las consecuencias letales que provocan los amores obsesivos. Las vacaciones egipcias del detective belga Hércules Poirot a bordo de un glamuoroso barco de vapor se convierten en la aterradora búsqueda de un asesino cuando la idílica luna de miel de una pareja perfecta se ve truncada de la forma más trágica.
La aventura se desarrolla en un paisaje de leyenda con maravillosas vistas al desierto y a las majestuosas pirámides de Giza. Se trata de un cuento de pasión desenfrenada y celos destructivos protagonizada por un grupo de personajes cosmopolitas impecablemente vestidos. Los impactantes giros y dilemas de la historia dejarán al público preguntándose qué ha ocurrido hasta el estremecedor desenlace final. (20TH CENTURY FOX).
Gran parte de la industria del cine actual está tan obsesionada con las historias de origen que incluso aquellas que no lo eran originalmente acaban convertidas en ellas. Es el caso de Muerte en el Nilo, además de adaptación, secuela de Asesinato en el Orient Express, del director Kenneth Branagh y el guionista Michael Green. Previamente a la apertura en Londres, encontramos un prólogo en blanco y negro ambientado en las trincheras de la Primera Guerra Mundial en Bélgica, donde conocemos a un joven Poirot, Branagh rejuvenecido con efectos visuales, y el amor de su vida, Susannah Fielding, para conocer el origen de su bigote.
Es el gran cambio aportado por Green a la narrativa de Agatha Christie. Además Branagh consigue la escena mejor rodada de la película. El problema es que dentro del conjunto no resulta una pieza muy necesaria, sino más bien un exceso explicativo que aporta poco.
El Nilo se hace esperar
En una adaptación de Agatha Christie que la primera muerte no se dé hasta la hora de metraje y que la ubicación del título no aparezca, aunque sea de forma virtual, hasta los treinta minutos, resulta extraño desde el punto de vista narrativo. Green y Branagh esgrimen una razón, acercarnos más a Poirot y buscar bajo la superficie vanidosa, quisquillosa, y ahora atormentada, del detective belga. Como consecuencia Muerte en el Nilo resulta más personal que Asesinato en el Orient Express, una apuesta más elevada. Con esta entrada Branagh intenta superar lo que consiguió con su anterior película, centrada en las disquisiciones del brillante detective.
Branagh también parece más cómodo en el papel, intenta ser la estrella más brillante de la constelación. Ya sea a través de sus preguntas bruscas alterando al resto del pasaje o confesando suamor recién descubierto al blues. Nos encontramos con un personaje más definido que en la anterior película. Lo cual puede resultar interesante al tiempo que plantea dudas respecto a la necesidad de explicar cada rasgo.
Reparto confuso
Es decepcionante que el telón de fondo carezca de la credibilidad y el atractivo del detective. Ni una sola vez podemos sentirnos como si estuviéramos realmente en Egipto. Más acusado aún en lugares icónicos como las Pirámides de Giza o el antiguo templo de Abu Simbel. La cámara virtual de Branagh deslizándose con demasiada frecuencia entre vistas digitales con exceso de artificialidad no ayuda en nada a recrear el ambiente. Es el aspecto en el que la comparativa con la primera adaptación, dirigida por John Guillermin, resulta más desigual. Los paisajes y el ambiente de la predecesora consiguen superar con mucho el trabajo de Branagh.
El conjunto actoral es una mezcla peculiar, además repleta de acentos que no terminan de conformar un relato coherente. Rose Leslie como francesa, Annette Bening como británica, Jennifer Saunders como estadounidense, Russell Brand como el doctor refinado. Y por otro lado la protagonista Linnet Ridgeway, con una Gal Gadot que mantiene su propio acento, y en un papel que prima el glamour sobre la profundidad, aunque reconozcamos que Branagh lo tenía bastante difícil en este caso. Queda la sensación de falta de tiempo para las interpretaciones más brillantes como las de Letitia Wright y Sophie Okonedo. Armie Hammer, en el papel de Simon Doyle, forma un tórrido triángulo amoroso con Gal Gadot y Emma Mackey. Especialmente durante su escena de apertura, con un baile subido de tono junto a su amante, Jacqueline de Bellefort.
En aguas turbulentas
En parte, Muerte en el Nilo es víctima de las circunstancias, primero retrasada por las decisiones de las productoras a raíz de la pandemia, después rodeada por la polémica alrededor de Hammer. Sus puntos fuertes siguen residiendo en la elegancia del material de origen y en la divertida versión del detective que construye Branagh.
Una mejora respecto a Asesinato en el Orient Express, con creciente interés en el enfoque sobre el Poirot de Branagh, aún obviando esa obsesión por explicar el origen del mismo, y que debería servir como perfecto momento evasivo de un mundo real que por momentos nos ahoga, a pesar del excesivo peso de los efectos visuales. Una película para disfrutar en una sala de cine repleta.
Reportaje de Muerte en el Nilo en Días de Cine TVE
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