Ojos que no ven es una comedia teatral original de Natalia Mateo y dirigida por Carles Alfaro. Está protagonizada por: Mamen García, Mariola Fuentes, Javi Coll, Mar Abascal, Jorge Roelas, Álvaro Fontalba y María Maroto y puede verse en Los Teatros del Canal hasta el 9 de enero de 2022.
Crítica de 'Ojos que no ven'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Ojos que no ven
Título original: Ojos que no ven
Reparto (por orden de intervención):
Mamen García (Abuela)
Mariola Fuentes (Carmen)
Javi Coll (Luis)
Mar Abascal (Raquel)
Jorge Roelas (Manolo)
Álvaro Fontalba (Raúl)
María Maroto (Esther)
Duración: 90 min.
Dirección: Carles Alfaro
Dramaturgia: Natalia Mateo
Ayudante de Dirección: Cris Lozoya
Iluminación: Felipe Ramos
Escenografía: Alessio Meloni
Vestuario: Sofía Nieto (Carmen 17)
Música: Albert Sanz
Diseño de Luces: Felipe Ramos
Composición Musical: Albert Sanz
Espacio sonoro: Mario Patxon
Producción Ejecutiva: Eva Paniagua
Coproducción: Teatros del Canal, Entrecajas Producciones, Teatro Narea, Producciones Come y Calla, S.L
Tráiler de 'Ojos que no ven'
Sinopsis
Cuando una familia celebra unida, permanece unida. Pero hay que seguir ciertas reglas: no se puede hablar de ciertos temas, hay que mirar hacia otro lado cuando algo te duele, esquivar los cuchillos y sonreír, nada de política, no se menciona al tío Andrés ni se pregunta ¿Dónde estará?… y por supuesto si dudas en una respuesta, mira a tu madre, que ella sabrá lo que tienes que decir.
Y si consigues salir ileso, solo te quedará la resaca, alguna pequeña herida en el alma y mucha ilusión para que llegue la próxima.
Del celuloide a las tablas
El corto de Natalia Mateo Ojos que no ven, estrenado en 2012, obtuvo una nominación a los Premios Goya en la categoría Mejor Corto Ficción y además se llevó varios premios y menciones en algunos festivales nacionales. Estaba protagonizado por Asunción Balaguer, Luis Calleja, Carlos Olalla y Ana Wagener entre otros.
En 13 minutos de metraje, Natalia Mateo condensa la Nochebuena de una familia que da comienzo con un suceso inesperado que descoloca a todos sus miembros. Natalia Mateo deja a un lado la comedia y las posibles tramas paralelas para centrarse al suceso principal que es el que dispara, en la versión teatral, la comedia. Aquí es donde Carles Alfaro toma el testigo manteniendo los personajes principales (las tres hermanas y dos de los maridos) y eliminando otros.
Revisando el corto original, se hacen patentes las diferencias entre la historia filmada y la teatral, sobre todo por el hecho de que había que sumar algunos minutos más a los 13 primigenios. Pero no me entiendan mal, no se trata de un relleno para engordar la historia y que funcione como metraje largo o como función teatral de hora y media. Es una indagación, la pesquisa teatral necesaria que confluye en una multiplicación de las tramas y en una nueva configuración de los tonos interpretativos de algunos personajes.
Lo esencial es invisible a los ojos
El verdadero valor de las cosas no siempre es evidente, expuso Antoine Saint-Exupéry en El Principito, por eso, suele pasar desapercibido lo que más importancia tiene, incluso para nosotros mismos. Aunque también depende del momento vital en el que cada uno se encuentre y las circunstancias que le rodean. En Ojos que no ven lo esencial es la familia, que se ha mantenido durante años como se mantienen todas las familias, a fuerza de sacrificios, mentiras, renuncias y silencios. Pero también gracias a la generosidad y la alegría que compensa los malos ratos. La vida es la alegría y es el dolor, que cantaba Manolita Domínguez y de esas dos emociones nos habla, por encima de todo, Ojos que no ven.
En escena, un salón amplio y acogedor, un sofá, una mesa preparada para una cena festiva y un árbol de Navidad cargado de regalos que anuncia la llegada de una gran familia. Pero lo mejor de todo es el piano situado junto al árbol y que, tocado por Mamen García, nos regala algunos de los momentos más emotivos de la función. Precisamente la polifacética actriz recibió hace un mes el Premio a la Trayectoria de la Academia Valenciana de l'Audiovisual (AVAV) y su papel en Ojos que no ven le permite desplegar parte de su talento. Su vis cómica hace reír al público como ningún otro personaje, aunque todo el elenco aguanta el ritmo, a veces frenético, que supone un guion tan colmado.
Las rencillas familiares parecen querer romper el equilibrio que, en forma de acuerdo, se establece al principio de la obra. Sin embargo, según avanza la trama, estas rencillas no hacen sino tejer otras historias que acogen a la principal.
Una tragicomedia bien interpretada
Mariola Fuentes, en el papel de la hija sufrida y cansada de una madre autoritaria y sarcástica, explota bien su perfil cómico, así como Mar Abascal en el papel de su hermana adicta a las flores de Bach. Con algo menos de voz, que no de papel, debido a la ocurrencia de uno de los personajes que la hace enmudecer, nos encontramos a María Maroto. Una actriz que hemos visto en series de televisión, como Pulsaciones o Todo lo otro, y con gran formación y experiencia sobre las tablas. Algo que queda patente en sus intervenciones en Ojos que no ven, en su capacidad para expresar sin hablar y en su alegato final.
Javi Coll y Jorge Roelas, por su parte, encaran sus personajes con acierto, al igual que el joven actor Álvaro Fontalba, sin embargo, algunos de los gags, por ser trillados y repetitivos, aunque hacen reír, no alcanzan la sublimidad que el elenco, sin duda, podría haberles dado si fueran otros. Porque Ojos que no ven nos presenta un ramillete de buenas interpretaciones y, además, unas actuaciones musicales muy notables por parte de Mamen García y Mar Abascal.
Una anécdota, que quizás el público no conozca, es que Mamen García puso voz a la sintonía de unos supermercados muy conocidos que, a día de hoy, sigue sonando y todos reconocemos. Solo dos palabras repetidas que, en la función, vuelve a entonar cuando se menciona de dónde son los langostinos de la cena.
Conclusión
Ojos que no ven es una comedia divertida que encierra dramas más o menos previsibles y un humor desnudo de complejidad. Por ello es capaz de aproximar al público, pues se trata de situaciones y perfiles humanos con los que cualquiera puede identificarse. Por eso el honorable ríe, en ocasiones a carcajadas, con las ocurrencias de algunos personajes y los giros de guion. La identificación no es, por sí sola, un punto a favor de la obra, pero sí lo es el buen trabajo actoral y de dirección que, sin duda, encontramos en Ojos que no ven.
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La función de la inexperta autora Natalia Mateo me ha decepcionado muchísimo. Casi todo es previsible y repetitivo, y falta mucha "chispa" en el ritmo escenico. Claro , eso es trabajo del director Álfaro que mejor que se dedique a otro género que no sea la comedia, ya que no tiene ni idea. Lo mejor, de entrada, los actores que , aunque con cierta irregularidad hacen lo que pueden. Sin Mamen Garcia, seria una comedia bodrio sin ninguna aportación al género. Menos mal que no dura mucho .