La compañía Teatro Defondo celebra su 20º aniversario con el reestreno de la obra teatral Orlando en el Teatro Quique San Francisco desde el 8 de febrero. Después de lograr un gran éxito con la pieza, siendo finalista en los XXII Premios Max a mejor adaptación, vuelve con esta versión de la famosa novela homónima de Virginia Woolf. Dirigida por Vanessa Martínez, cuenta en el reparto con Carolina Rocha, Gustavo Galindo, Pablo Huetos, Pedro Santos, Rocío Vidal y Gemma Solé. Estará en cartel hasta el 19 de marzo de 2023. Además, contará con un taller teatral "En diálogo con Orlando", con Laura Rubio Galletero, los jueves a las 10:00 horas.
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Título: Orlando Título original: Orlando: A Biography
Reparto: Gustavo Galindo
Pablo Huetos
Carolina Rocha
Pedro Santos
Rocío Vidal
Gemma Solé
Duración: 105 min. apróx. Dirección: Vanessa Martínez Autoría original: Virginia Woolf Escenografía: Alessio Meloni (AAPEE)
Construcción: Miseria y Hambre SL
Vestuario: Paola de Diego
Ayte. vestuario: Íñigo Álvarez de Lara Moreno
Ilustraciones: Luis Frutos
Animación: Chicken Assemble
Iluminación: David Martínez
Coord. técnica: Miseria y Hambre SL
Ensemble: Laura Salinas, Ramiro Morales, Iván Mellén, Roberto Terrón, Joan Espina, Antonio Toledo, Daniel del Pino y Andreas Prittwitz
Asesoría en movimiento: Arnold Taraborrelli
Lucha escénica: Mon Ceballos
Fotografía & diseño gráfico: Javier Naval
Producción y Distribución: Pablo Huetos Producción: Compañía Teatro Defondo
Tráiler de 'Orlando'
Sinopsis de 'Orlando'
Orlando es una obra que está ambientada en Inglaterra, siglo XVII. Orlando es un joven de la nobleza cuya curiosidad por la vida y amor por la literatura le llevarán a una vida llena de aventuras: será amante de Isabel I, dejará de envejecer, se enamorará de una princesa rusa, huirá a Constantinopla… Pero para poder completar su historia y acabar de escribir su poema El Roble tendrá que afrontar un gran desafío: una mañana al despertar es una mujer… Virginia Woolf plantea en una de sus obras maestras, llena de comedia y espíritu crítico, temas como el género, la identidad, la vida, el amor, la belleza o las convenciones sociales. (TEATRO QUIQUE SAN FRANCISCO).
Un hombre o una mujer
La compañía Teatro Defondo cumple 20 años y lo celebra con el regreso de su obra Orlando, bajo la dirección de Vanessa Martínez. Basada en la obra homónima de Virginia Woolf, este montaje ha sabido no solo respetar, sino aprovechar el talento que desprende dicha novela. Por tanto, se extrae una historia absolutamente mágica, donde se disfruta de ese toque humorístico a la par que se realiza un viaje del héroe lleno de interés. Gracias a ello, se van conociendo las distintas etapas de la vida del protagonista, logrando no solo conocer más al personaje, sino también ofrecer un contexto social-cultura que obtiene un aire pedagógico bien planteado. Por ende, han sabido afrontar esta adaptación desde una vertiente efectiva y que no desaprovecha las posibilidades dramáticas del material original. Asimismo, se cuida el lenguaje, lo cual se agradece, dada la condición propia del texto.
Además, se puede ver como también se ha introducido un toque propio, por ejemplo, con la comedia que se hace con las palabras en otro idioma. Con lo cual, no se queda en una mera repetición o versión, sino que consigue obtener un sello de identidad que se pueda enlazar con la propia compañía. Asimismo, se agradece que se hayan mantenido algunos de los mensajes y reivindicaciones que se planteaban desde la obra de Woolf. Por lo que, satisfactoriamente, se hace un alegato feminista, una reflexión sobre el género e, incluso, una reivindicación en torno al acceso de la cultura. A pesar de ser una obra que pronto cumplirá 100 años, sigue de plena actualidad y prueba de ello es lo bien que lo encaja en el espectador. Una experiencia muy grata de disfrutar sobre la escena.
Los biógrafos
Carolina Rocha se convierte en este Orlando, que navega desde su aparente masculinidad primigenia a la feminidad que ya se conoce, ya sea por su acercamiento con la obra o por el propio cartel. Desde el principio se puede ver como Rocha lo afronta con una alegría bien confeccionada, se haya una comedia agradable, que no necesita de acidez para provocar carcajadas. También plantea una contundencia, que no trastoca su familiaridad y ligereza escénica. Gracias a ello, incluso en los momentos donde menos empatía pudiera provocar su personaje, se encuentra una naturalidad pertinente. Después, Gustavo Galindo es un auténtico maremoto de energía, no solo transmite con su expresividad facial, sino que utiliza la voz, el cuerpo, todo los elementos a su alcance que hay en sí mismo para ofrecer cada interpretación con una plenitud brillante. Maravilloso.
Gemma Solé parte desde una ternura pícara, se ve en su lenguaje no verbal una personalidad cercana, cotidiana, pero al mismo tiempo lo impregna con la personalidad de la pieza. Por tanto, encaja todas las piezas para conseguir que su labor sobre la escena sea igual de potente que la de sus compañeros. Sería importante destacar el estupendo trabajo físico, acompañado de un uso de la voz que atina totalmente. Por su lado, Pablo Huetos presenta una interpretación llena de matices, de pinceladas, dando ese toque de comedia, pero sin perder el contraste con la intelectualidad que le demandan algunos de sus personajes. Versátil, desprende pura verdad. Para terminar, Pedro Santos llena la escena con una personalidad fuerte, la cual sabe utilizar en su beneficio y otorga momentos absolutamente lúcidos. Por lo que, todo el reparto está excelente, siendo trabajo en equipo uno de los mejores aspectos de la obra.
El paso del tiempo
Nada más pasar a la sala, se ve sobre el escenario de Orlando una escenografía trabajada, dando la importancia a la literatura que se merece, sobre todo enfocada al origen de esta pieza. Por tanto, se ve un diseño escénico de calidad, elegante, metafórico, con un simbolismo visualmente muy atractivo y estéticamente atrayente. Además, se presenta con una selección de colores que sabe dar esa tranquilidad, una percepción tenue. Una vez salen los actores a escena, se comprueba que la dirección escénica es una maravilla en todos los sentidos. La razón no es otra que la complejidad de afrontar tantas acciones, movimientos, planteamientos y lograr que fluyan de una forma totalmente orgánica. Así, el montaje adquiere una confluencia de estilo y género que conquista a la audiencia por la coherencia que mantiene de principio a fin.
La profesionalidad también se halla en cómo afrontan los contratiempos, cosas que ocurren en directo y han sabido integrar en la propia puesta en escena, haciendo alarde del famoso “el show debe continuar”. Por tanto, se merecen un aplauso por lograr levantarse de ello y continuar con el ritual teatral sin mayor problema. Por otro lado, el uso del audiovisual consigue ajustarse en la medida en la que se requiere, siendo un elemento bien utilizado, sin invadir mayor espacio del que debe. La música formula un hilo conductor apropiado. También se valora el diseño de iluminación, aunque no sea el aspecto que más llame la atención. Para terminar, el ritmo de la pieza es gratificante, es un viaje que se disfruta en todo momento y deja una sensación placentera entre los asistentes.
Conclusión
Orlando es una obra que ha sabido aprovechar la calidad del material original de Virginia Woolf para traer un montaje interesante, disfrutable y lleno de matices. Por tanto, se ve un gran esfuerzo de lograr una adaptación a la altura, así como una buena introducción de pinceladas propias para establecer un sello de identidad y no ser una mera versión al uso. Asimismo, se aplaude la excelente labor de su elenco, todos están increíbles, verlos sobre las tablas es un gozo absoluto. A nivel técnico y artístico, destaca un diseño de escenografía elegante, acompañado de una dirección increíble. Un clásico que vuelve a la vida en una propuesta estupenda, que recuerda la magnificencia de su autora original.
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