La compañía Licaón Teatro representa en el Teatro Lara la obra Oscuridad, escrita por Piñaki Gómez, quién también la dirige. Protagonizada por Marta Malone, Amparo Duscio y Alberto Barahona, presenta una realidad distópica, sucumbida por el Evento Miyake. Con reminiscencias del Gran Guignol, Gómez deseaba adentrarse en el género. Puedes verla hasta el 17 de septiembre. Se representa todos los domingos a las 20:15 horas en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara.
Reparto: Marta Malone (Jacinta) Amparo Duscio (Eva) Alberto Barahona (Enrique)
Duración: 65 min. apróx. Dirección: Piñaki Gómez Dramaturgia: Piñaki Gómez Producción Ejecutiva: Piñaki Gómez
Idea original: Piñaki Gómez y Amparo Duscio
Ayudante de dirección y vestuario: Ana Cobeaga Escenografía, iluminación, composición musical y diseño de sonido: Piñaki Gómez
Técnico de iluminación y sonido: Piñaki Gómez
Fotografía. Noelle Mauri
Road Manager, prensa y comunicación: Piñaki Gómez Producción: Licaón Teatro
Sinopsis de 'Oscuridad'
Oscuridad es una obra que nos muestra cómo desde hace dos semanas el mundo vive en oscuridad total. Esta siniestra tiniebla hace desaparecer a todo ser vivo que atrapa. Sin restos, sin testigos…Te caza, desata tu miedo y desapareces. Lo racional frente al salto al vacío del terror. No te quedes a oscuras si quieres seguir vivo.
La población lleva sin Sol y sin luz eléctrica dos semanas seguidas. El caos generalizado se desata. Eva, huye de la gran ciudad para reunirse con su familia en un pueblo de sierra. Jacinta una anciana ciega, vecina de confianza, se instala con la joven. Las dos mujeres tratan de sobrevivir al terror que las acecha y a sus miedos mas profundos; la anciana a los no vivos, la joven a morir sepultada. Jacinta convive con su propia oscuridad.
El terrorífico fenómeno no le afecta como a los demás; ni se la lleva, ni la envejece. Eva se aferra a sus linternas tratando de encontrar la clave para seguir viva. Si la oscuridad te caza, mueres. Enrique, el hijo de Jacinta, aparece moribundo, consumido por el contacto con la masa oscura… Una pieza llena de misterio escrita al servicio del terror. (TEATRO LARA).
No apagues la luz
El terror es uno de los géneros menos explotados en el teatro, aunque, por suerte, cada vez se ven más propuestas sobre el escenario. Piñaki Gómez explora el miedo en Oscuridad, mediante una obra que presenta una realidad que es azotada por una distopía catastrófica. La idea que se presenta es interesante, poniendo en el eje principal la ausencia de luz como leitmotiv del género. Con lo cual, los personajes deben buscar una fuente luminosa como refugio, ofreciendo un abanico de posibilidades que aportan acción y golpes de efecto al relato. Asimismo, se muestran personajes esperpénticos que permiten al libreto gozar de arquetipos que funcionan muy bien en este tipo de historias. Una fórmula que tiene todos los ingredientes para perturbar al espectador, que puliéndose en una concentración del impacto y fomentando la vertiente más tétrica, podrían todavía funcionar mucho mejor.
El problema que se halla es que se produce una sucesión de ideas que no siempre encuentran un orden lógico o coherente. Por ejemplo, el aviso del abandono del refugio de dos de los personajes pasa sin pena ni gloria, la noticia sobre la madre de la protagonista no se desarrolla de una forma más sólida y la motivación de los personajes principales se diluye en una exposición que se siente oportunista en algunos momentos. Asimismo, se une la explicación de un contexto donde el enemigo es la oscuridad, explicándose por el Evento Miyake, pero apenas se sabe nada de éste ni se desarrolla como para saber qué es. Por tanto, se podría haber dado mayor cuerpo a esta problemática. En resumen, la construcción todavía está en proceso de mejora, aunque se ve una base que se puede aprovechar más.
Presencias extrañas
Los actores que forman parte de Oscuridad logran sostener, en gran parte, el peso de la obra. En primer lugar, Marta Malone ofrece una interpretación muy completa, entregándose de lleno a su personaje y la tenebrosidad que le acompaña. En varios momentos, escenas algo difusas desde la dramaturgia, consigue levantarlos por lo espeluznante que es su actuación sobre las tablas. Con lo cual, hay que aplaudir su labor, ya que se convierte en uno de los mejores elementos que contiene este montaje. Se puede ver la experiencia detrás de la actriz, en su escucha y en su control sobre el espacio, dando a sus movimientos una línea en cohesión a la de sus compañeros. Además, consigue converger esa ternura inicial con la locura que impacta según va evolucionando el relato.
Amparo Duscio es la principal protagonista, dando vida a Eva. Tiene momentos en los que el miedo le sale con total naturalidad, controlando en todo momento la vorágine de emociones y acción que se producen en su personaje. Asimismo, se valora positivamente el nerviosismo que transmite, en coherencia por lo que va transitando su Eva. Sin embargo, una mejora importante, a tener en cuenta, es la dicción y la posición de la voz en escena. Hay varios momentos en los que se pierde y se hace imposible entenderla, perdiéndose así parte de la historia. Por último, Alberto Barahona tiene la difícil misión de calar en la audiencia sin apenas tener guion. También se une la ausencia de poder mostrar su rostro, teniendo que defenderlo desde lo corporal. Cumple con ello, aunque se pierda su personalidad. No obstante, se aplaude su catálogo de voces.
Un lugar tranquilo
Una de las razones por las que es muy complicado llevar al terror a escena es el directo del teatro. Lograr que los efectos formen parte del montaje sin ser vistos, es todo un reto y más para compañías que no cuentan con una producción de gran envergadura. En este sentido, se valora que la obra Oscuridad haya querido lograr la ambientación mediante sustos, efectos de sonido, movimiento, e, incluso, apariciones. No obstante, la luz de la puerta de la sala es una distracción que no permite al espectador zambullirse en la puesta en escena de la obra. La razón no es otra que al estar de forma perpetua ahí, siempre hay un foco de luz, que chirría con el contexto y resta efecto a las tinieblas que se buscan en el escenario.
El diseño de iluminación es interesante, en especial, cuando ocurren las apariciones, las cuales son un sinónimo de buen gusto artístico. Después, el diseño escenográfico es plausible, funciona sin ningún problema. También se disfruta de la decisión de dar juego a los propios muebles en movimiento. El ritmo de la pieza fluctúa de una manera irregular, lo que hace que haya momentos en los que decaiga, a pesar de la duración. Otro de los puntos a mejorar es la utilización de música urbana en el montaje, sobre todo en la parte final, contrastando excesivamente con el tono de la obra y quedando algo fuera de lugar. Sería importante pulir estos elementos técnicos y artísticos para dar un resultado más potente. En conclusión, una idea que todavía puede evolucionar más y se aconseja seguir investigando en el género de terror, un inicio que indica potencial.
Conclusión
Oscuridad parte de una idea interesante, siendo ya valiente su decisión de apostar por el género de terror. Por tanto, trae un relato ambientado en una distopía curiosa. Sin embargo, al guion le falta solidez, una estructura más solvente, una construcción que vaya más allá. Por otro lado, Marta Malone realiza un trabajo fabuloso, junto a Amparo Duscio y Alberto Barahona, que cumplen. La puesta en escena goza de puntos positivos, como la ambientación y algunos golpes de efectos, pero debe ser más cuidadoso con el detalle y evolucionar en su propuesta. Un fin del mundo que capta la atención en un primer momento, pero se pierde ante tanto estímulo, pero sin profundizar en demasía.