American Son, o como a mí me gusta llamarla La cara de la raza, es un complicado drama racial, dirigido por Kenny Leon.
Basada en la obra de Broadway del mismo título, escrita por Christopher Demos-Brown y conducida por los mismos cuatro actores, American Son o Hijo americano, como gusten llamarla, es una dramatización profunda y emocionante sobre un tema que por desgracia, no conoce fronteras.
Co-producida por Netflix y Simpson Street, fue estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto, el 12 de Septiembre de 2019, para ser distribuida a nivel mundial por la plataforma de streaming el 1 de Noviembre de 2019.
Nota: Todas las opiniones vertidas en esta crítica, nacen únicamente de la visión de la misma. No tienen absolutamente nada que ver con mis juicios o criterios personales. Gracias.
Crítica de 'American Son'
Resumen
Ficha Técnica
Título: American Son
Título original: American Son
Reparto:
Kerry Washington (Kendra)
Steven Pasquale (Scott Connor)
Jeremy Jordan (Larkin)
Eugene Lee (Lt. John Stokes)
Año: 2019
Duración: 90 min.
País: Estados Unidos
Director: Kenny Leon
Guion: Christopher Demos-Brown (Obra: Christopher Demos-Brown)
Fotografía: Kramer Morgenthau
Música: Lisbeth Scott
Género: Drama. Racismo
Distribuidor: Netflix España
Tráiler de 'American Son'
Sinopsis
Noche lluviosa, son las 03:00 de la madrugada y nos encontramos en el Sur de Florida. Kendra (Kerry Washington), profesora universitaria de Psicología, de color, pasea ansiosamente, por la sala de espera trasera de una comisaria.
Su hijo, fruto del matrimonio con el agente del FBI, Scott (Steven Pasquale), blanco, ha desaparecido y no obtiene respuesta alguna a sus preguntas.
Mientras llega su marido, el cual la abandonó hace 4 meses, es atendida de la mejor manera posible por el Oficial Paul (Jeremy Jordan), blanco, el cual no es precisamente pariente directo de Sherlock Holmes.
Dónde se puede ver la película
Kendra/Paul y el tanatorio
No se asusten, seguimos en la parte trasera de una comisaria a las tantas de la madrugada. Kendra, más sola que Adán el día de la madre y la antigua comisaria con vestigios pasados, no muy agradables que más bien se asemeja a un tanatorio después de un entierro.
Paul, el oficial de guardia, que intenta ser correcto mientras Kendra lo avasalla con una muralla de prejuicios acumulados durante su existencia, quizás como reflejo involuntario de defensa, intenta que se calme dentro de su corta experiencia y su cortedad intelectual.
Se establece una especie de quid pro quo entre ambos, motivado por la agresora actitud de ella, que termina peor que empieza, ya que cada pregunta del Oficial, es tomada por Kendra, como una especie de ofensa personal, sin darse cuenta de que no son más que las preguntas rutinarias de un novato oficial de policía, que está loco porque llegue el enlace superior de turno y que asuma la dirección del marrón, que lo es.
Para colmo y después de casi obligar al Oficial a confesar que tiene dos hijas de raza blanca, Kendra se retira un momento a beber agua a una de las fuentes de la comisaria donde existían dos, una para negros y otra para blancos, eran los tiempos de la Segregación racial americana.
La llegada del padre
Con la llegada de Scott, el padre, y tras un malentendido que no os pienso contar, parece que el hecho de ser agente del FBI y admirado por el Oficial, les puede llevar a conocer un poco más de información de la que dispone Kendra, que es prácticamente casi ninguna.
Poco a poco, entre los diálogos de los padres separados, llenos de reproches y desaprobaciones por ambas partes y la escueta información que va incorporando el Oficial, nos enteramos de que ha sido detenido un coche de la marca Lexus (como el que Scott le regaló a su hijo), en el cual iban tres hombres de color.
Reproches y más reproches, malas amistades para un niño que va a ingresar en West Point con un coeficiente de 152, estudios en un colegio de élite para blancos, pagados con el esfuerzo de ambos padres, económicamente pudientes pero no ricos y una pegatina, una maldita pegatina en el Lexus, que desencadena la furia del padre y del Oficial.
También surgen los reproches por evidentes temas personales entre ellos, como dije, él casi la acaba de dejar y se está acostando con una mujer blanca, lo que enerva aun más a Kendra, pero me gustaría dejarlo en un segundo plano (el que mucho abarca, poco aprieta y no se trata de dispersar el tema clave de la película).
Aparece un teniente
El ambiente se va enrareciendo más y más, las pocas noticias que llegan cada vez apuntan más al hijo de la pareja y para colmo, un vídeo enviado por el hermano de Scott, donde hay un tiroteo policial, casi señala con el dedo al hijo de ambos.
Scott pierde los papeles con el Oficial y aparece el Teniente Stokes (Eugene Lee), de color, qué pocos minutos y que buenos por Dios, el cual ante la agresividad y la falta de respeto de Scott, hace que el Oficial Paul lo lleve a tomar declaración como autor de varios cargos.
Kendra y Stokes, ambos de color, frente a frente y disintiendo de cada uno de los pareceres del otro, el color de la piel como aliado, el dolor del corazón como enemigo.
Paul trae a Scott, tras prestar declaración y se sentará en un avejentado sofá junto a Kendra. Aparece de nuevo el teniente para dirigirse a ambos padres, y no duden de que en ese momento, se abrirán todas las puertas del infierno.
Kendra, la madre
Kendra (Kerry Washington), la ansiosa madre, estadounidense, la descubrí en un papel menor, que no poco importante en la excelente El último rey de Escocia (2006) y como creo que todos, la seguimos en Scandal (2012-2018), en el papel de Olivia Pope, arregladora de escándalos y creadora de tendencias y estilos de moda, que aquí cambia por unos jeans, unas zapatillas y hasta una cara lavada, diría yo.
No quiero que se me pase citar su interpretación en Django desencadenado (2013), Quentin no me lo perdonaría.
No consideren negativo lo que voy a decir, no es mi intención, porque en una escala de 0-10, obtendría un 8, pero aun estando excelente, la veo un pelín sobreactuada, quizás la cinta lo exigiera y yo estoy errando de nuevo, pero como no lo sé, lo debo comentar.
Salvo con el teniente, que es el único capaz de ponerle las pilas, se come y se atraganta tanto con el Oficial como con su marido y además atraviesa un río que no tiene retorno, ya que a lo hecho pecho y no podemos volver atrás, pero que hubiese dejado que ambos le contestaran a algunas de sus muy interesantes interrogantes, le hubiera dado un matiz más cercano a la cinta y sobre todo más ecuánime.
Ojo, eso es fallo de guion, no de ella y Kerry ahí, está magnifica, pero por momentos esa ansiedad de la protagonista por crear un personaje muy convincente, hace que flojeen los diálogos o tiren por derroteros típicos de telenovelas.
De todas formas, es un lujo y un placer verla actuar y pueden borrar lo de arriba, inmediatamente después de leer.
El agente del FBI
Scott (Steven Pasquale), el padre agente del FBI, actor estadounidense sobre todo de televisión y teatro, reconocido mundialmente por su papel en la serie Rescue me (2004-2011).
Pues sencillamente lo borda, y de qué manera; con sus formas, con sus silencios, con sus respetos, con el conocimiento de una profesión que Kendra desconoce, y sobre todo con una especie de halo protector, que le impide estar entre dos bandos (negros y blancos) porque él es blanco y su mujer e hijo, de color.
Que pierde los papeles, sí, claro que los pierde ¿Y quién no?, Si él se habrá visto en esa situación infinidad de veces y sabe perfectamente cómo va a terminar. Actor a seguir.
El oficial y el teniente
El oficial Paul (Jeremy Jordan), actor y cantante tejano especialista en musicales; como dice Kendra, le falta un hervor, ¿O dos?, Pues sí, perfecta actuación de un novato metido en una faena que no le tocaba lidiar.
Aguanta carros y carretas de Kendra, quizás porque él también tiene hijas y empatiza con ella y lo que está pasando, cumple con el protocolo de preguntas y ni se da cuenta de que Kendra, muy superior intelectualmente, casi se está burlando de él en sus propias narices.
Incluso se avergüenza cuando le indica la pila para beber, con todo el pasado racista que arrastra la maldita pileta.
Que admire o incluso agasaje un poco a un agente del FBI (lo que él quiso ser), pues es hasta normal y comprensible y lo de Dickens, pues mejor lo dejamos para otra ocasión.
El teniente Stokes (Eugene Lee), siento no aportar referencias de él, porque ni tengo ni las he encontrado ni falta que hacen. Papel breve, lo breve si muy bueno tres veces bueno, pero totalmente fascinante desde que aparece en escena, copando totalmente el interés de la cinta.
Es un hombre de edad, de graduación policial alta, de color, de poco razonamiento cuando no hay nada o poco que razonar e inquebrantable con la ley como ocurre con la decisión que toma ante el marido de Kendra.
Sus palabras a Kendra no tienen desperdicio, porque las ha vivido en sus carnes, no transmitidas de padres a hijos.
La escena final de American Son, que tiene para todos, actores y espectadores y que él protagoniza, leyendo un documento a los padres del hijo presuntamente desaparecido, es impagable, no por su locuacidad sino por todo lo contrario. Le seguiré y le localizaré, solo es cuestión de tiempo, Sr. Eugene Lee.
Conclusión de 'American Son'
American Son, drama más que aconsejable para los que gusten de adaptaciones de teatro a cine y no les importe que toda la cinta se desarrolle en un único escenario. Lo pueden calificar de mil formas: Drama sobre el racismo, sobre secuestros, sobre desapariciones, sobre las relaciones rotas de pareja, pero drama a fin de cuentas o posiblemente dramón.
Quizás eran pocos 90 minutos para abarcar tantos temas y tan complejos; Es posible que sobren la relación rota de pareja y por supuesto los flashbacks, metidos con calzador y sin nada que aportar a la historia.
Hora y media en American Son para hablar sobre un racismo de siglos de historia y que aún hoy, sigue latente en todos los rincones del mundo, es arriesgado. Como lo es, hablar del muro de prejuicios existentes en la cabeza de nuestra protagonista y que ella se empeña en seguir construyendo más alto día a día, piedra a piedra, ladrillo a ladrillo.
No hay posibilidad de arreglo porque no hay predisposición, el problema no es el racismo, es la educación y ahí entramos todos, queridos navegantes.
Muchas preguntas, pocas respuestas; Violencia policial, amistades peligrosas, situaciones familiares que incitan, personas fuera de su entorno e incluso la equivocada percepción de que el teniente de color es más racista que cualquier supremacista.
Netflixnianos y acoplados, véanla, no se arrepentirán, posiblemente les haga debatir o incluso discutir ¿por qué no? Y es posible que hasta lleguen a la conclusión de que el prejuicio es simplemente el hijo de la ignorancia, nada más ni nada menos.
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