Paolo Genovese creó todo un referente en el cine de los últimos años con su "Perfetti sconosciuti" en 2016. Son varias versiones las que se han hecho durante estos últimos años, incluyendo la versión española a manos de Álex de la Iglesia. La historia de este grupo de amigos llega al teatro con Perfectos desconocidos, adaptación de mano de David Serrano y Daniel Guzmán, éste último también como director de la pieza. Sigue con su segunda temporada en el Teatro Reina Victoria hasta el 8 de marzo.
Crítica de 'Perfectos desconocidos'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Perfectos desconocidos
Título original: Perfetti sconosciuti
Reparto:
Elena Ballesteros (Blanca)
Fernando Soto (Alfonso)
Jaime Zataraín (Eduardo)
Ismael Fristchi (Pepe)
Inge Martín (Eva)
Olivia Molina (Ana)
Álex Barahona (Antonio)
Duración: 105 min. apróx.
Dirección: Daniel Guzmán
Adaptación: David Serrano y Daniel Guzmán
Escenografía y vestuario: Silvia de Marta
Diseño de luces: José Manuel Guerra
Productor ejecutivo: Jesús Cimarro
Productor ejecutivo: Jesús Cimarro, David Serrano, Daniel Guzmán, Luis Scalella y Guillermo Francella
Género: Comedia
Producción: Pentación Espectáculos, Milonga y El Niño
Tráiler de 'Perfectos desconocidos'
Sinopsis de 'Perfectos desconocidos'
Innovar en lo conocido
Tras el éxito que gozaron las distintas versiones cinematográficas, no es de extrañar que Perfectos desconocidos haya llegado al teatro. David Serrano y Daniel Guzmán han sido los encargados de adaptar la película homónima de Paolo Genovese en su versión teatral. El guion conserva la mayor parte de los elementos comunes de todas las adaptaciones que se han hecho del largometraje, aunque introduce distintos matices que le dan la verosimilitud dramática necesaria para ser representada. Reestructura la acción para permitirles gozar del código teatral y lo consigue. Da verosimilitud a lo que se ve sobre las tablas y prolonga una coherencia narrativa excelente. La crítica hacia una sociedad invadida por el móvil en la actualidad es el telón de fondo de un tema más profundo como la confianza, la traición y lo que se esconde detrás de cada frustración.
Cada pareja tiene el peso necesario en la obra teatral, por lo que no se siente ningún desplazamiento hacia alguno de los personajes. Uno de los principales retos de la obra era seguir analizando la relación entre cada uno de los miembros del grupo, sin perder la sutileza que ofrecía su versión cinematográfica. Curiosamente, han sabido mantener estos pequeños detalles, pudiendo continuar especificando las tensiones que surge en cada uno de los componentes de estos amigos. El guion también ha tenido que hacer el uso de la palabra, para no dejar en el aire lo que ocurre en la escena. Únicamente, hay ciertas partes en las que se echa en falta ciertas pinceladas dramáticas y no se profundiza del todo en ellas. Aun así, es una dramaturgia fresca y en el que se mantiene el foco en su lugar.
La interpretación como protagonista
Uno de los grandes aciertos de Perfectos desconocidos es el elenco que lo conforma: Elena Ballesteros, Fernando Soto, Olivia Molina, Álex Barahona, Jaime Zataraín, Ismael Fristchi e Inge Martín. Para comenzar, Martín se convierte en la perfecta maestra de ceremonias y realiza una labor actoral más que notable. Tiene ese carácter y temple sobre el escenario, que hace que se convierta en el pilar sobre el que se construyen los siguientes estratos interpretativos. Por su parte, Fernando Soto dota a su personaje de un carácter calmado y perspicaz. Es el equilibrio energético de la obra. Forma un combo espectacular con Martín. Luego, Zataraín tiene un carisma destacable y se encuentra cómodo en el papel. Tiene una energía en el escenario que mueve al resto de sus compañeros. Entiende la esencia de su personaje a la perfección y lo lleva hacia la verosimilitud interpretativa.
Por su lado, Ballesteros está inmensa. Tiene una inocencia y una verdad en su interpretación que, indudablemente, consigue conectar con el espectador rápidamente. Esa ingenuidad tan orgánica en su actuación, junto con una naturalidad que brilla sobre el escenario en todo momento. Lo mismo ocurre con Molina, que se luce totalmente. Demuestra las tablas en el mundo de la interpretación y dota de complejidad a su personaje, que hace que el público aprecie su talento artístico. Utiliza la expresividad apropiadamente y modula los niveles de intensidad en cada escena. Está fulgurante. Ambas demuestran una madurez interpretativa que es importante destacar. Se comprueba que llevan la comedia en sus venas y hacen suyos los personajes, sin caer en ningún momento en la influencia de las actrices de otras versiones.
La máscara
Otro de los rostros que se sube al escenario no es otro que Álex Barahona. El actor se encuentra cómodo y forma una buena pieza dentro de este conglomerado de enredos. Nutre un carácter guasón, pero sin perder las distancias con el personaje de Zataraín. Aunque realiza una labor más que notable, en algún momento se le escapa el control de la voz. Y, sin duda, una de las mejores interpretaciones de la obra, Ismael Fristchi. El actor se deja la piel en su papel y tiene una comicidad interior que explota totalmente. Se divierte y hace participe de ello al público. Tiene una personalidad arrolladora, socarrona y, además, le da ese punto intimista en el que las emociones toman partido. El escenario se convierte en el ring de la verdad y la coreografía que realizan los actores está bien desarrollada y con una planificación excelente.
Por otro lado, la puesta en escena ha sabido sacar partido al escenario de Perfectos desconocidos y crea un espacio en el que los espectadores pueden ser consciente de lo que está ocurriendo en todo momento. La dirección de Daniel Guzmán ha conseguido que, pese a ser tantos actores sobre las tablas al mismo tiempo, no haya una sobresaturación de acciones y confundir al espectador al haber tantos focos de atención. Ha sabido equilibrar para que el público posicione el ojo donde más le interese sin perderse la acción principal. El ritmo es dinámico y no se ralentiza en ningún momento, además de dejar expresarse a los silencios. La tensión inunda el colofón de la obra, pero dentro del humor que le acompaña durante toda su duración. Sabe cuidar el nivel.
Conclusión
Perfectos desconocidos da una vuelta de tuerca a lo ya conocido cinematográficamente con una versión fresca y que habla con su propio código. Los actores están impresionantes, brillan con luz propia y se lucen en todo momento. Destacar en especial a Olivia Molina, Elena Ballesteros e Ismael Fristchi, que están inmensos. Una puesta en escena que aprovecha el espacio y es eficaz al permitir el equilibrio de varias acciones al mismo tiempo sin saturar el dinamismo. Una cena entre amigos en el que el verdadero secreto es dejarse seducir por el magnetismo humorístico y dramático que desprende la obra teatral.
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