Predator: Badlands, dirigida por Dan Trachtenberg, es el nuevo capítulo de la longeva franquicia Predator. En esta entrega, el temido antagonista da un paso al frente y se convierte en protagonista, permitiéndonos asomarnos, por fin, a la cultura y códigos de honor de los Yautja. El monstruo se quita la máscara… y muestra más de lo que algunos hubiéramos querido ver. En Predator: Badlands, Dan Trachtenberg vuelve a la criatura como si fuera un mito que se reescribe con cada aparición: más figura cultural que monstruo puntual. El film entiende —desde la primera escena— que la presencia del Depredador no es solo una amenaza física sino un dispositivo dramático: un punto de fricción que desnuda jerarquías, convicciones y autoengaños. Estreno el 7 de noviembre de 2025 en salas de cine españolas.
Crítica de 'Predator: Badlands'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Predator: Badlands
Título original: Predator: Badlands
Reparto:
Elle Fanning (Thia)
Dimitrius Koloamatangi (Dek)
Reuben de Jong
Michael Homick (Kwei)
Rohinal Nayaran (Bud)
Año: 2025
Duración: 107 min.
País: Estados Unidos
Director: Dan Trachtenberg
Guion: Dan Trachtenberg, Patrick Aison. Personajes: Jim Thomas, John Thomas
Fotografía: Jeff Cutter
Música: Sarah Schachner, Benjamin Wallfisch
Género: Ciencia Ficción. Acción
Distribuidor: Twentieth Century Studios España
Tráiler de 'Predator: Badlands'
Sinopsis
Predator: Badlands, protagonizada por Elle Fanning y Dimitrius Schuster-Koloamatangi, está ambientada en el futuro en un planeta remoto, donde un joven Predator (Schuster-Koloamatangi), rechazado por su clan, encuentra un aliado inesperado en Thia (Fanning) y emprende un peligroso viaje en busca del adversario definitivo. (Twentieth Century Studios España)
Dónde se puede ver la película en streaming
El otro lado de la historia
Tras su notable trabajo en Predator: La presa, Dan Trachtenberg cambia el punto de vista para contar la historia de un Depredador expulsado de su clan, embarcado en la caza más importante de su vida, y en una inesperada búsqueda de redención.
El giro de perspectiva es inteligente: nos permite comprender cómo esta raza mide su valor, qué lugar ocupa la familia dentro de su jerarquía tribal y por qué la caza es su eje cultural.
Sangre (verde), sudor y ciencia ficción
Uno de los puntos fuertes de Predator: Badlands es su factura visual. Los efectos especiales, la coreografía de las luchas y la ambientación plantaría crean una experiencia inmersiva que no da respiro. El traje del Depredador luce espectacular y el uso del CGI para dotarle de expresiones faciales añade una dosis inesperada de realismo.
El planeta desconocido que sirve de escenario está habitado por criaturas tan diversas como grotescas, alimentando la curiosidad del espectador y reforzando la sensación de peligro constante.
Además, el actor Dimitrius Schuster-Koloamatangi demuestra compromiso absoluto al aprender el lenguaje Yautja para el papel. Y aunque seguimos sin conocer del todo la conexión con la Weyland-Yutani Corporation, ese eterno guiño a la saga Alien, el universo compartido se siente más vivo que nunca.
Escasez de medios, ingenio abundante
Dan Trachtenberg vuelve a demostrar que la limitación puede ser una virtud. Con solo dos personajes en pantalla durante buena parte del metraje, Elle Fanning y nuestro cazador favorito, consigue una película sólida, tensa y sorprendentemente absorbente.
Su minimalismo recuerda a Soy leyenda: pocos recursos, máximo impacto. Durante 107 minutos, Predator: Badlands logra lo que muchos blockbusters con diez veces más presupuesto no consiguen: aislarte del mundo real y mantenerte dentro del suyo.
La excesiva fábula del depredador
No es oro todo lo que reluce. A mitad de metraje, Predator: Badlands toma un desvío arriesgado hacia una fábula de redención más propia de Disney (curiosamente dueña de 20th Century Fox, productora del film). El intento de humanizar a una criatura construida sobre la ausencia de empatía desdibuja la esencia que hizo grande a la saga.
El Depredador no necesita redimirse, necesita cazar. Verle dudar, sentir o arrepentirse no enriquece su mito: lo reduce. Lo que desde 1987 nos ha fascinado ha sido su brutalidad metódica, su código de honor salvaje y el ingenio humano enfrentado a una bestia que no pedía perdón ni lo merecía.
Tras décadas asumiendo que la lucidez humana siempre vence a la criatura, ahora nos piden creer que el monstruo también siente. Quizá la evolución haya llegado demasiado lejos.
Conclusión de 'Predator: Badlands'
Predator: Badlands es una película disfrutable, con ritmo, acción y un apartado técnico sobresaliente. Sin embargo, el conocimiento que ganamos de la cultura Yautja se ve empañado por la necesidad de humanizar al monstruo y regalarle un final complaciente.
En su intento por darle alma al cazador, Dan Trachtenberg olvida que lo que siempre nos atrajo de él fue precisamente su falta de ella.
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