El pasado 26 de abril se estrenó Primera sangre en el Centro Dramático Nacional, en el Teatro Valle-Inclán. Esta obra escrita y dirigida por María Velasco, reflexiona sobre preguntas como: "¿educamos en el miedo?", "¿es la cultura de la violación una realidad oculta a plena luz del día?". Se representa en la Sala Francisco Nieva hasta el 2 de junio, siendo una de las últimas propuestas que acoge el Valle-Inclán de esta temporada 2023-2024.



Primera sangre

Crítica de 'Primera sangre'

Ficha Técnica

Título: Primera sangre
Título original: Primera sangre

Reparto:
María Cerezuela
Javiera Paz
Vidda Priego
Francisco Reyes
Valèria Sorolla

Duración: 110 min. apróx.
Dirección: María Velasco
Dramaturgia: María Velasco
Escenografía: Blanca Añón
Iluminación:
Marc Gonzalo
Vestuario:
María Velasco
Escultura:
Enrique Marty
Audiovisuales:
Miguel Ángel Altet
Espacio sonoro:
Peter Memmer
Coreografía:
Joaquín Abella
Asesoría artística:
Judith Pujol
Ayudante de dirección:
Ruth Rubio
Ayudante de escenografía y vestuario:
Pablo Chaves
Producción: Centro Dramático Nacional, Teatro Nacional de Catalunya, Ana Carrera
y María Velasco (Pecado de Hybris)

Tráiler de 'Primera sangre' 

Sinopsis de 'Primera sangre'

“No tengo miedo de los espectros. Solo son terribles los vivos, porque poseen un cuerpo”. Marguerite Yourcenar.

El teatro siempre tuvo relación con el culto a los muertos y con la figura del revenant: el regresado o la regresada, renacidos en escena; los y las que pueden articular su historia post mortem. Primera sangre invoca a una niña secuestrada y asesinada en los noventa, cuyo caso fue sobreseído sin que se hallara al culpable.

Ausente y presente (los muertos no respetan el descanso), Laura interpela a las vecinas de su edad, al comisario encargado del caso y a un educador: ¿Educamos en el miedo?, ¿el miedo evita el peligro o evita la vida? ¿Es la cultura de la violación una sociedad secreta a la luz del día, como dice la antropóloga y activista Rita Laura Segato?¿Con qué estructuras del abuso convivimos a día de hoy? ¿Cómo vivirán los hombres el cambio de paradigma que se avecina?

A medio camino entre el memorial y el documento, el thriller y el cuento de fantasmas, la autoficción galardonada con el XXXI Premio SGAE de Teatro Jardiel Poncela obliga a la reflexión en torno a los abusos sobre la infancia que se escriben en el cuerpo de las mujeres. Con lirismo (la poesía como llave) y rotundidad, Primera sangre nos invita a recuperar la memoria de las que ya no están para multiplicar nuestra existencia. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL). 



Primera sangre
Foto de Centro Dramático Nacional

Marcadas por el crimen

La herencia heteropatriarcal se retuerce en Primera sangre, poniendo el foco en cómo la violencia sexual sigue siendo una de las grandes preocupaciones de la sociedad actual y de qué forma influye en la educación de las féminas, incluso en sus edades más tempranas. María Velasco propone un texto poético, donde aborda el legado de un crecimiento en torno al miedo, con una visión de lo que conlleva perpetrar este pensamiento. Por ello, se arma de fuerza, con una dramaturgia que explota el ritual teatral desde diferentes vertientes, incluyendo aquella que permite la resurrección de los muertos. Se agradece la originalidad con la que desea plantear la pieza, teniendo partes realmente poderosas, donde el espectador queda impactado.

Las líneas en las que desea ahondar son de una profundidad muy destacable, lo que hace que la forma de escribirlo tenga esa visceralidad y contundencia necesarias. Además, al tratar temas de una gran sensibilidad, se halla una responsabilidad que, en este caso, se ve cumplida, lo que dota de mayor respeto a cómo se ha formulado el libreto. Sin embargo, en su conjunto, se plasma de una manera excesivamente abstracta, que provoca que se tenga la sensación de querer acaparar demasiadas acciones y reconstrucciones, sin acotar cuál es la intención real de la obra. Asimismo, se llegan a vislumbrar tres finales, cargando, sin querer, de extrañeza el culmen del montaje. Sería más propicio, dejar más claro con potencia y cuerpo cuál es el verdadero fin.

Centro Dramático Nacional
Foto de Centro Dramático Nacional

El legado de las niñas

Uno de los puntos a favor es una labor conjunta actoral en la que se ve una confianza y un trabajo sólido. En primer lugar, María Cerezuela interpreta de una forma magistral, es una absoluta delicia verla en Primera sangre. Desde que irrumpe en el escenario, se vuelve magnética, sabe transmitir la dulzura cuando debe, una pizca de comedia, pero sobre todo, se agradece su naturalidad y la capacidad de dar verosimilitud a todo lo que hace sobre la escena. Un trabajo impoluto. Valèria Sorolla es la encargada de abrir este ritual teatral, con una confianza y una potencia muy notorias. Tiene una energía muy peculiar, que aprovecha y sabe sacarle partido. No obstante, hay momentos en los que debería tener mayor control, rozando la exageración en alguna escena. A pesar de ello, hay un resultado más que notable.

Francisco Reyes tiene un magnetismo muy especial, que junto a un lenguaje corporal muy atinado, consigue que el espectador se mantenga completamente atento ante lo que va a ejecutar sobre las tablas. Desarrolla con solidez las distintas etapas por las que transitan sus personajes, dándole auténtica humanidad y emocionando en partes como la de la autodestrucción en el parque. Incluso, es tal su cercanía y realismo, que sorprende en cierto momento en el que da un discurso y solicita algo al patio de butacas. Estupendo. Vidda Priego sorprende gratamente, la comedia es un género que maneja a la perfección y hace muestra de ello. Pone ese contrapunto que sienta bien a la obra. Por último, Javiera Paz, tiene un reto complejo, el cual consigue cumplir en varias partes. El problema es que su energía se queda algo a medio gas. Aun así, cumple con lo que se le pide.

Centro Dramático Nacional
Foto de Centro Dramático Nacional

La tierra entierra la culpa

La puesta en escena de Primera sangre es realmente potente. Para comenzar, la escenografía goza de una estética tétrica, casi sepulcral, un perfecto campo para reunir a vivos y muertos. La tierra es uno de los recursos más utilizados, pero no solo a nivel visual, sino incluso en los olores, en el color, en la textura. Se ha hecho una composición muy interesante en este sentido. Después, el uso del audiovisual en esta obra es magnífico, se coloca de forma que logre tener la atención que merece, así como un perfecto engranaje de metáfora visual. También hay que aplaudir el diseño de vestuario, así como la utilización de pequeños elementos como la sangre, los juegos, dando mayor vida al montaje.

El espacio sonoro termina de aderezar la personalidad que se extrae de la pieza, con un halo de misterio, de dolor. Por otra parte, hay elementos que no lucen de la misma manera, pese a que la ejecución como tal es buena, como es el caso del movimiento en la escena. Hay momentos en los que se sobrecarga, habiendo demasiados frentes al mismo tiempo. Esto perpetúa que el espectador reciba demasiados estímulos y esto pueda generar algo de desconexión. Por último, el ritmo es algo irregular, hay varios pasajes en los que caen en una ralentización que no le sienta bien. En consecuencia, se recibe como algo lenta, pudiendo aprovechar aun más su potencial. Pese a ello, tiene un sello de identidad poderoso, que ya se pudo ver en “Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra”.

Primera sangre
Foto de Centro Dramático Nacional

Conclusión

Primera sangre reflexiona y aborda la cultura de la violencia sexual contra las mujeres en una pieza abstracta que denuncia el miedo en la educación de las mujeres. Gracias a ello, se explora el legado de las consecuencias de los abusos y crímenes cometidos con la mujer, floreciendo una dramaturgia que contiene pasajes realmente brillantes. A pesar de ello, faltaría más concreción en algunas partes, para evitar la sensación de dispersión. A nivel actoral, hay un conjunto bien ejecutado, pero debe mencionarse el maravilloso trabajo de María Cerezuela, Francisco Reyes y Vidda Priego, dado que se dejan las vísceras y aportan naturalidad y verosimilitud ante un montaje complicado. Técnica y artísticamente, tiene un sello de identidad claro, donde triunfa a nivel estético, audiovisual y en el vestuario. Podría mejorarse otros puntos como el ritmo y el uso del espacio. Una denuncia social que desprende singularidad y sentimiento.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
primera-sangre-critica-teatroReflexiona y aborda la cultura de la violencia sexual contra las mujeres en una pieza abstracta que denuncia el miedo en la educación de las mujeres. Gracias a ello, se explora el legado de las consecuencias de los abusos y crímenes cometidos con la mujer, floreciendo una dramaturgia que contiene pasajes realmente brillantes. A nivel actoral, hay un conjunto bien ejecutado, pero debe mencionarse el maravilloso trabajo de María Cerezuela, Francisco Reyes y Vidda Priego. Técnica y artísticamente, tiene un sello de identidad claro, donde triunfa a nivel estético, audiovisual y en el vestuario. Una denuncia social que desprende singularidad y sentimiento.

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