Emma Riverola y Abel Folk unen fuerzas para traer sobre las tablas Puertas abiertas (#PuertasAbiertas). Esta obra teatral se ambienta en el 13 de noviembre de 2015, momento en el que se suceden los atentados de París. Gracias a esta dramaturgia, se habla de temas fundamentales como el terrorismo, el miedo a lo desconocido, la vida y el perdón. Además, cuenta con reparto de altura, formado por Cayetana Guillén Curvo y Ayoub El Hilali. Se puede disfrutar en el Teatro Español hasta el 2 de mayo de 2021.
Título: Puertas abiertas (#PuertasAbiertas) Título original: #PuertasAbiertas
Reparto: Cayetana Guilén Cuervo (Julie) Ayoub El Hilali
Duración: 75 min. apróx. Dirección: Abel Folk Dramaturgia: Emma Riverola Espacio escénico: Paco Azorín
Vestuario: Patricia Monné
Iluminación: Paco Azorín y Sergio Torres
Videoarte: Joan Riedweg Movimiento escénico: Ariadna Peya Ayudante de dirección: Paco Montes Agradecimientos: María, de la librería Ocho y Medio, Susi Swetts Dress, Juan La Loca and the Victorians, Pitillos, Luis Mauri, Pol Turrens y Sony Producción: Hold Principal S.L., Teatro Romeo e Institut Català de Les Empreses Culturals (ICEC) con la colaboración de Sony y Mucha Calma SLU
Tráiler de 'Puertas abiertas #PuertasAbiertas'
Sinopsis de 'Puertas abiertas #PuertasAbiertas'
El teatro debe mover emociones y provocar debate, entre otras cosas.
La situación que contaremos está cargada de tensión y, en consecuencia, de emoción. Además, cuenta con algunos giros argumentales que quitan el aliento.
Puertas abiertas (#PuertasAbiertas) habla de uno de los grandes conflictos del mundo actual, el terrorismo islamista. Es un conflicto que conocemos de cerca, que hemos sufrido, sobre el cual hemos leído, del cual tenemos opinión. Posiblemente algunas de nuestras opiniones están fundamentadas en tópicos y prejuicios. Esta obra pone en cuestión esos tópicos y prejuicios en un diálogo entre dos personas, miembros de las dos comunidades enfrentadas. No sabemos de ellos más de lo que nos cuentan y lo que nos cuentan está lleno de interrogantes. No creen que este sea un conflicto de buenos y malos.
¡Que fácil y poco interesante sería vivir con las puertas cerradas a lo desconocido! Nosotros preferimos abrirlas de par en par y que, a través de ellas, entre la vida. (TEATRO ESPAÑOL).
Romperse interiormente
Los atentados ocurridos en París el 13 de noviembre de 2015 fue un duro golpe para la sociedad occidental, que vio atacado uno de los símbolos por excelencia de la cultura europea. En esta ocasión, Emma Riverola sitúa Puertas abiertas (#PuertasAbiertas) minutos después de finalizarse los espeluznantes ataques. Desde el principio, se puede observar que su principal protagonista no va a ser una ciudadana parisina más, sino que detrás de ella se esconde un carácter peculiar y lleno de excentricidad. Sin embargo, no se excede en la manera en la que evoluciona a lo largo de la obra, ofreciendo un arco evolutivo interesante. Se podría decir, inclusive, que uno de los puntos mejor elaborados es la construcción del personaje de Julie. Lógicamente, la intención de la dramaturgia no ha sido ir a lo fácil y ha ido más allá de la concepción de los ataques.
Por lo tanto, el concepto de “puertas abiertas”, que hace referencia al hashtag utilizado durante los atentados para acoger a la gente que no podía llegar a sus casas, toma distintas acepciones. No obstante, el principal conflicto que se presenta es querer abarcar demasiado, no concretando realmente en nada y perdiéndose así el efecto emotivo en el espectador. En consecuencia, deja con ganas de saber más, profundizar en los temores, pero sin ese uso de la palabra excesivo. Incluso, hay gags, o elementos, que se vuelven demasiado repetitivos. Se comprende la intención y el mensaje principal, pero no se sostiene con la suficiente fuerza para arramplar en el patio de butacas. Aun así, se valora que arriesgue para explorar las guerras internas y personales que viven los personajes. Además, también se habla de prejuicios y estereotipos.
Un duelo dramático
Cayetana Guillén Cuervo y Ayoub El Hilali son los encargados de protagonizar Puertas abiertas (#PuertasAbiertas). Para comenzar, tener a Guillén Cuervo sobre el escenario es un aliciente, dado que ha demostrado a lo largo de su carrera su calidad interpretativa. En esta obra da vida a Julie, una mujer que decide abrir las puertas de su casa, atormentada por sus vivencias. La actriz busca incesantemente esa fuerza frágil, que conecta con el patio de butacas, pero, en ocasiones, se pierde en una coreografía algo más forzada. Por lo cual, el efecto físico y más visual de la obra termina por pasarle factura, lo que hace que una interpretación brillante pierda fuelle en algunas partes. Aun así, es verosímil y se puede ver una naturalidad que mejora un texto, a veces, redundante. Guillén Cuervo triunfa en aquellas escenas que exigen un nivel dramático complejo.
Por su lado, Ayoub El Hilali llega en un corsé de suspense, que no consigue quitarse en toda la obra. A pesar de verse sus buenas intenciones sobre el escenario, no logra romper con la rectitud y el molde del que se compone hasta el final de la pieza teatral. Por ende, su interpretación se aleja de un carácter más orgánico y fluido, quedándose en la superficie y viéndose una incomodidad que no tiene que ver con las de sus personajes. Asimismo, el registro vocal y su expresividad corporal podrían evolucionar de una manera más impactante y no desentonar con el espíritu de la obra. Se palpa cierta química con su compañera de reparto, pero en los momentos de mayor dificultad, se desinfla y se ve opacada por la presencia de Guillén Cuervo.
Bajo el cielo de una ciudad destruida
El preludio de Puertas abiertas (#PuertasAbiertas) se hace de una forma muy cinematográfica, con un uso del audiovisual sobrecogedor y que emociona al recordar un episodio tan espeluznante. Se puede pasar por alto, incluso, algunos gráficos que quitan crudeza a lo que se muestra en pantalla. Este uso estético hace acto de presencia en varias ocasiones, dando viveza a la pieza teatral, pero quitándole atención en otras partes. El equilibrio audiovisual no acaba de definirse, por lo que parece en constante construcción. Asimismo, la metáfora de la forma en la que se ha construido esa estructura funciona en algunos momentos, pero en otros desluce por la ya mencionada saturación de temas a tratar. Pese a ello, hay que aplaudir la forma en la que transporta al espectador al interior de sus personajes y lo aleja del escenario de París y los atentados.
Para una obra de este tipo era un gran reto desligarla del leitmotiv principal y, sin duda, lo realiza a la perfección. Además, no necesita de más artilugios sobre la escena, dado que hubiera dado una sensación de sobreexplotación. Por lo cual, eso permite que la atención se pose sobre los actores y su interacción entre ellos y con ellos. Por otra parte, la coreografía que se produce entre ambos intérpretes es llamativa, siendo un elemento dinámico y con ritmo. El conflicto surge en no haber formado una conglomeración artística más compacta, por lo que son varios aspectos bien conseguidos, pero sin un puente que los una favorablemente. A pesar de ello, los golpes de efecto son potentes. Para terminar, el ritmo es agradable, es ligera y tiene un aroma anecdótico a las comedias dramáticas francesas.
Conclusión
Puertas abiertas (#PuertasAbiertas) explora una realidad que va más allá de los atentados de París en 2015. El problema surge con la multitud de temas a tratar, sin llegar a una concreción necesaria y difuminándose en el resultado global. Por lo cual, se valora el riesgo de dar una vuelta de tuerca al texto, pero se excede en la sobrecarga narrativa. Después, Cayetana Guillén Cuervo destaca, con varias partes en las que muestra su fragilidad y su calidad como actriz. No sucede lo mismo con Ayoub El Hilali, que se pierde en una pose de la que no consigue escapar. Por otra parte, la puesta en escena es llamativa, pero no logra confluir todos los elementos que forman parte de ella. Una lectura de lo que supone revolver la vida interna de las personas, que se diluye en recargo reflexivo que ofrece.
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