La temporada de películas navideñas ha comenzado. Ya estamos en esa época del año en la que el catálogo de Netflix se llena de comedias románticas tan parecidas entre ellas que cuesta distinguirlas. Entre villancicos, luces de colores y calles impecablemente nevadas, parejas perfectas se dan cuenta de que están hechos el uno para el otro. Qué duro es el amor (Love Hard), estrenada el 5 de noviembre de 2021 en la plataforma, busca salirse de lo convencional (manteniendo la nieve, las luces de colores y los villancicos). Y quiere recordarnos que en la perfección no está el amor, que lo importante es ser siempre uno mismo. Pero… ¿Qué pasa cuando ser uno mismo significa ser mala persona?



Qué duro es el amor (Love Hard)

Crítica de 'Qué duro es el amor'

Ficha Técnica

Título: ¡Qué duro es el amor!
Título original: Love Hard

Reparto:
Nina Dobrev (Natalie Bauer)
Darren Barnet (Tag)
Jimmy O. Yang (Josh Lin)
James Saito (Bob Lin)
Harry Shum Jr. (Owen Lin)
Mikaela Hoover (Chelsea Lin)
Heather McMahan (Kerry)
Rebecca Staab (Barb Lin)
Sean Depner (Chip)
Matty Finochio (Lee)
Fletcher Donovan (Kerry)
C. Ernst Harth (Operador de Karaoke)

Año: 2021
Duración: 106 min.
País: Estados Unidos
Director: Hernán Jiménez
Guion: Rebecca Ewing, Daniel Mackey, Danny Mackey
Fotografía: Shane Hurlbut
Música: Mark Orton
Género: Comedia romántica
Distribuidor: Netflix

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de ¡Qué duro es el amor!

Sinopsis

Natalie Bauer (Nina Dobrev), una escritora que vive en Los Ángeles, se enamora de Josh Lin por una aplicación de citas y decide viajar a Nueva York para sorprenderlo en Navidad. Sin embargo, al llegar descubre que la han engañado y Josh (Jimmy O. Yang) no es quien decía ser: es un 'nerd' que ha usado las atractivas fotos de un tal Tag Abbott (Darren Barnet) como cebo. Cuando Natalie descubre que el chico guapo de quien se enamoró, Tag, vive también en Nueva York, Josh se ofrece a prepararles una cita con él si ella finge ser su novia durante las vacaciones de Navidad.

Dónde se puede ver la película



Si durase media hora tendría más sentido

Natalie (Nina Dobrev) es una periodista que escribe una columna sobre su funesta vida amorosa. Y aunque sus múltiples decepciones le ayudan a conservar su trabajo está desesperada porque alguna cita, por una vez, le salga bien. En una aplicación conoce a Josh quien, a priori, es el hombre perfecto. Alto,  deportista, con facciones simétricas y con el que puede debatir durante horas sobre si “Love, Actually” es la mejor película navideña.

Natalie debería de haber visto las señales de peligro a leer en su perfil que buscaba a una mujer “espontánea y que no sea dramática” pero ella piensa que su único fallo es que vive al otro lado del país. Así que decide comprar un billete de avión para conocerle en persona durante las vacaciones de navidad. Pero en su destino a Natalie no le espera la historia de amor que esperaba, nunca mejor dicho. Josh (Jimmy O. Yang) le ha engañado haciéndose pasar por Tag (Darren Barnet) un amigo de la infancia. Coger un avión de vuelta a California en ese preciso momento sería la opción más sensata. Pero en aras de que la película dure más de media hora, Josh la convence (no tengo claro cómo) para que pase las Navidades con su familia fingiendo ser su novia. A cambio, él la ayudará a conquistar a Tag.

Qué duro es el amor
Copyright Netflix

Es difícil querer que dos personas así tengan un final feliz

Natalie parece olvidar con relativa facilidad que Josh la haya engañado sobre su identidad. Una mentira que, como espectador, es difícil pasar por alto. Y más teniendo en cuenta que le ha descubierto porque se ha presentado en su casa para darle una sorpresa, no porque él se lo haya confesado. Y es hasta frustrante ver cómo los guionistas Danny Mackey y Rebecca Ewing, junto al director Hernan Jimenez intentan justificar la treta de Josh con su falta de autoestima.

Entiendo que es deseable que los personajes tengan defectos y cometan errores. Esto ayuda a que empaticemos con ellos y a construir personalidades más complejas. Como bien dicta la moraleja de la película desde la perfección es imposible conectar con la otra persona. Pero una cosa es buscar personajes reales y otra muy distinta blanquear sus errores. Es preocupante que el interés romántico de Qué duro es el amor (Love Hard) empiece engañando y manipulando a la protagonista. Y más aún que la propia película trate de victimizarle y excusarle mediante sus problemas de confianza en sí mismo.

Por desgracia, el comportamiento de Josh no es el único que deja mucho que desear. A Natalie le falta tiempo para rebajarse, casi, a su nivel. Con el fin de conseguir gustarle a Tag, ella está dispuesta a mentir sobre su manera de ser, sus gustos, sus hobbies y hasta su dieta. Muy pronto en la película te empiezas a cuestionar por qué debería querer que estas personas tuviesen un final feliz. Y hacerte esta pregunta viendo una comedia romántica, más que en ningún otro género, es un problema. Ya que mucho de su gancho radica en querer que los protagonistas “acaben felices y comiendo perdices”.

Love Hard
Copyright Netflix

Alguna luz pero muchas sombras

Para ser una película que aboga por mirar más allá de las apariencias, Qué duro es el amor (Love Hard) trata a su protagonista femenina como una cara bonita sin mucha personalidad. El atractivo de Natalie como personaje es, literalmente, ser guapa. Sabemos muy poco de ella más allá de que su libro favorito de pequeña era una colección de poemas y de que piensa que ‘Jungla de Cristal’ es una peli navideña. Sí, este es el personaje con el que, por lo visto, hay que identificarse.

Nina Dobrev hace lo que puede para que al menos Natalie resulte graciosa y agradable, pero el material con el que contaba era un hueso duro de roer. El personaje masculino protagonista es algo más interesante en cuanto a que se sale de lo que el género acostumbra a favorecer. Josh es un hombre asiático, que fabrica velas en su tiempo libre y tremendamente inseguro. La trama con su hermano (Harry Shum Jr.) y la rivalidad que existe entre ellos le da algo más de contexto al personaje, aunque se queda sin resolver. Y en la relación con su padre (James Saito) están los momentos más vulnerables y emotivos de la película. Pero claro, conocemos a Josh porque se hace pasar por otra persona en una app de citas, lo justifica con sus complejos de inseguridad y exige que Natalie lo comprenda.

Tanta falsedad y falta de responsabilidad respecto a sus actos le resta tantos puntos desde el inicio que es difícil verle luego como el epítome del romanticismo. Hay momentos aislados que sí que funcionan. Hay una escena en la que Natalie y Josh reescriben y cantan un villancico que consigue ser graciosa y contagiarte del  cándido espíritu navideño. Todo lo que se le pide a este tipo de películas. Pero estas escenas en las que parece que la película consigue redimirse y reconducirse son demasiado escasas como para que tan poca luz compense tantas sombras.

Qué duro es el amor
Copyright Netflix

Conclusión de ‘Qué duro es el amor’

Tengo la sensación de que Qué duro es el amor (Love Hard) tiene buenas intenciones. Pero con buena voluntad también se pueden cometer grandes fallos. Tiene buenos actores, escenas con química y puntos cómicos que funcionaban. La película arriesga lo justo para salirse de lo convencional pero a la vez seguir encajando dentro de los patrones del género. No obstante, la premisa de una historia de amor en base a dos personas que, conscientemente mienten y falsean su identidad para conseguir lo que quieren es excesivamente hipócrita. Tanto engaño acaba por impedir nuestra propia conexión con los personajes. Y sin empatía no hay flechazo.

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