"Retorno al hogar": La confusión como camino de expresión

En Retorno al hogar Pinter -autor irreverente y provocador donde los haya…- retrata con suma crudeza las mil y una contradicciones y tensiones entre un padre viudo que vive con dos de sus hijos, ya adultos, y un hermano. La llegada del hijo mayor, aparentemente el triunfador de la familia, con su esposa, desata todos los vientos de una tempestad provocada por un ambiente asfixiante y opresivo provocado por la envidia y el desprecio mutuos entre todos los miembros del clan. (TEATRO FERNÁN GÓMEZ). 

Lo caótico y lo siniestro 

Daniel Veronese cumple uno de sus retos profesionales con Retorno al hogar, al realizar un montaje de una obra de Harold Pinter. Para aquellos que no conocen al dramaturgo británico, sus piezas son realmente arriesgadas por el tratamiento oscuro, perspicaz y efectista que se encuentra tanto en sus relatos como en sus personajes. Por tanto, encontrar la forma de trasladar esa simbología y esa atmósfera es uno de los aspectos que encumbran la versión de Veronese. A lo largo del montaje, se logra un desconcierto generalizado, basándose en una lógica que huye de lo sencillo. Así se obtiene extrañeza, pero también genera un interés potente. Una vez comenzado ese viaje, gustará a aquellos que logren conectar con este tipo de espectáculos.

El conflicto que se va desarrollando expone la errática vida de sus protagonistas. En este contexto, el libreto consigue explotar con atino la decadencia, retratando de una manera elegante esa sordidez que culmina en un final absolutamente poético. Sin embargo, hay que mencionar que hay partes que se exceden en ese temple que sirve de preludio a lo raro, ralentizándose ligeramente, lo que hace que aminore el ritmo. Podría esperarse algo más de potencia, de un terremoto más activo, que consiga remover más contundentemente esa fantasía sombría y siniestra. Aún así, no se puede negar que mantiene la personalidad del material original, siendo fieles al estilo de su autor y dándole el suficiente cuerpo para lograr crear ese efecto tan distinto en los espectadores. Hacer un Pinter siempre implica riesgo y aquí lo toman.

Aparentemente cotidiano

Una de las razones por las que merece la pena ver Retorno al hogar es por su elenco actoral. Cada uno de ellos consiguen no sólo dar un trabajo consistente, sino entregarse de tal manera que van con su personaje hasta el final. Para comenzar, Miguel Rellán está maravilloso, lleno de energía y arrasa en todo momento. Se convierte en el líder de un elenco brillante, lo que indica su buen hacer como comandante de esta familiar. No solo triunfa en su trabajo actoral, sino que deja al espectador encantado por su firmeza y verosimilitud. Después, Alfonso Lara expone una propuesta diferente, que le permite lucirse al saber transmitir esa racionalidad en todo ese remolino de confusión. Una interpretación cotidiana, que, a pesar de parecer fácil, le da suficiente personalidad para no caer en estándares sin sello.

Juan Carlos Vellido se mantiene un perfil menos visible, pero con la suficiente fuerza para quedar en la retina del espectador. Por ello, se toma en cuenta positivamente que deje lucirse a sus compañeros, siendo un apoyo necesario. Dicho de otra forma, es la cohesión entre ambos universos, transmitiendo dicha energía en el montaje. Por otra parte, Fran Perea interpreta acertadamente, sabe la personalidad que necesita su personaje y así lo ejecuta. Gracias a ello, se convierte en una de las piedras angulares de la pieza. Asimismo, Silma López mengua su fuerte personalidad para adaptarse a su personaje, indicando una labor muy bien planteada. Así, se viste de contingencia, pero sin perder la personalidad. Por último, David Castillo cumple con lo que se le pide, aunque no pueda mostrar más perfiles.

El hogar 

La propuesta escénica de Retorno al hogar se basa en una construcción escenográfica que basa su fuerte en las estructuras físicas y estéticas, aunque se mantiene en un esquema estándar. De esta forma, cumple con el imaginario natural de lo que se tiene por concepto sobre lo que significa una casa familiar. Por este motivo, su mayor baza se basa en la transformación de este espacio mediante un diseño de luces que tiene momentos de locura bien ensalzados con la selección de colores. En estos momentos de locura, que encajan a la perfección con la pieza, se ve un gusto artístico especial. Después, hay un elemento que llama la atención de gran parte del público: las risas enlatadas en momentos que no tienen, aparentemente, justificación. Su intención es provocar extrañeza, por lo que, no solo cumplen con ello, sino que reflexionándolo, identifica rápidamente el espíritu de la pieza.

A pesar de un uso de la luz en momentos puntuales con más brillantez, el diseño general lumínico es excesivamente estático, quedándose en una composición física que apenas presenta matices. En consecuencia, artísticamente, no logra obtener un efecto más enriquecido en este aspecto. Por otro lado, el vestuario acierta de pleno, se ve una proposición que busca que el público identifique rápidamente los arquetipos a los que representa, para después sorprender con los giros que se hallan en él. También se aplaude el movimiento y el uso del cuerpo como método de expresión. Por último, el ritmo, en su conjunto, goza de una mirada contemplativa, pero aderezando a fuego lento la tensión. Únicamente, hay algún momento puntual en el que se puede volver excesivamente calmo.

Conclusión

Retorno al hogar es una tragedia que busca la extrañeza, ese mundo corrompido mediante un estilo propio que se identifica rápidamente con su autor original. Por tanto, no busca ser accesible para todos los públicos, y ahí es donde reside su grandeza y asimismo su talón de Aquiles. Sin embargo, se agradece que haya propuestas que busquen simplemente ser y así ocurre en esta pieza. El elenco actoral es estupendo, uno de los aspectos más positivos es la interpretación de cada uno de los actores. Después, a nivel técnico, destaca la iluminación en algunas escenas de baile, el cuerpo como vehículo expresivo y el diseño de vestuario. Hay familias y familias y ésta no pasa inadvertida, logrando, como mínimo, llamar la atención ante las singularidades del montaje.

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