Shpia Ages (Aga’s House) es el debut cinematográfico de Lendita Zeqiraj, que se centra en un grupo de mujeres aisladas en una casa en la montaña en Albania. Gracias a este largometraje, ha obtenido más de 40 nominaciones acumulados en distintos festivales alrededor del mundo. Además, se ha alzado con más de 15 premios, entre ellos la Mención Especial en la categoría de Premio ZINEBI a la ópera primera, en el Festival Internacional de Cine de Cortometrajes y Documental de Bilbao. Se estrenó el 5 de noviembre de 2020 en la III Edición del Festival de Cine por Mujeres, que se celebra hasta el 15 de noviembre de 2020.
Año: 2019 Duración: 107 min País: Kosovo Dirección: Lendita Zeqiraj Guion: Lendita Zeqiraj Fotografía: Sofian El Fani Género: Drama Distribución: Filmin
Shpia Ages (Aga’s House)nos presenta a un grupo de mujeres muy distintas, que vive en un lugar remoto del accidentado relieve montañoso de Kosovo. El único elemento masculino en el grupo es el pequeño de nueve años Aga, hijo de una de las mujeres. Cuando de repente algo inesperado sucede, será Aga quien deberá resolver la situación para salvar a la mujer que le enseña serbio y poder continuar la búsqueda de su padre desaparecido. (FILMIN).
Lendita Zeqiraj se mete de lleno en la realidad social de un grupo de mujeres que vive en comunidad en Shpia Ages (Aga’s House). Durante la casi primera hora del film se mueve en una historia cotidiana, en el que hay cierto aroma a rutina. Por un lado, se mezcla una comedia muy cercana, que va desentrañando unas conversaciones que desvelan el pensamiento que hay en el trasfondo que persigue a estas mujeres. Sin embargo, no va más allá y va dejando que vaya a fuego lento. El problema surge que esa preparación, para lo que está por venir, se dilata en exceso en el tiempo. En consecuencia, ralentiza el desarrollo de la propia historia que hay detrás del mensaje que se busca, en especial, por la gran importancia que tiene éste. Incluso, ese tiempo podría haberse utilizado para dar mayor exposición a lo que hay a continuación.
Aún así, tras pasar a la segunda mitad, coge un buen ritmo y empiezan a desarrollarse varias líneas en torno a los personajes que gozan de una profundidad importante. Sin grandes artificios, va dejando pinceladas a la realidad que azotan a las protagonistas y por qué se encuentran marginadas de la sociedad. Por lo que, Zeqiraj demuestra que no se ha dejado nada al azar, sino que todo tiene una justificación desgarradora detrás. Igualmente, no se detiene en un drama trágico, sino que sabe darle un equilibrio con una frescura apropiada sin quitar importancia a lo que tiene que decir. Por otra parte, la evolución de Aga y Cera pone sobre la mesa un diálogo efímero donde se reflexiona sobre la figura paterna y del propio hombre. Para terminar, el final es perfecto, elevando la calidad del largometraje totalmente y dejando estupefactos a los espectadores.
Hermandad de una nueva vida
El grupo interpretativo que forma Shpia Ages (Aga’s House) es mayoritariamente femenino, lo que produce una fuerza muy interesante de ver. Ellas se llevan el peso dramático en su totalidad, reivindicando la necesidad de denuncia de la situación de la mujer en Albania y Kosovo. Para comenzar, Shengyl Ismailli ofrece una interpretación dentro de un estándar más reservado, con esa seriedad ante la cámara, que se consolida por lo que se esconde detrás de ella. Lo mismo sucede con Melihate Qena, la cual desprende una ternura y un dolor interno, que se extrapola fuera de la pantalla. Las dos actrices son las capitanas de este reparto, sobre todo por la precisión que desprende de sus trabajos. De igual manera, a pesar de un carácter menos ligero, combinan a la perfección con el resto de sus compañeras.
El contrapunto más juvenil viene de mano de Rozafa Celaj. Desde el principio se mueve en una irreverencia muy natural, con esa alegría contagiosa, llegando a ser incordiosa por momentos. No obstante, ese run run constante demuestra su valía como actriz, al no observarse que sea forzado, sino que es lo que pide su personaje. Después, Adriana Matoshi ejecuta bien su trabajo sobre la escena, con una expresividad propicia a la sensación agridulce que le rodea. Es verdad que, de todas las actrices, es la que mantiene un perfil menos definido y eso le ayuda a poder mostrar distintos registros. Arti Lokaj, como Aga, deja constancia del talento que tiene como actor a su corta edad, aunque se ve opacado por la presencia de sus compañeras de reparto. Por último, Basri Lushtaku aparece en puntos muy específicos, pero el público se queda con su interpretación ágil.
Cobijo de la exclusión
Apuestas como Shpia Ages (Aga’s House) permiten al espectador disfrutar de espacios naturales que, ya por sí solos, tienen un poder visual inconmensurable. Desde los árboles hasta las montañas, pasando por el patio de la casa, le da una personalidad propia al film y se distancia de un carácter más sencillo. Además, la fotografía utiliza todo ese influjo sin perder de vista de sensación de encierro, de una cadena invisible, que deja constancia en la simbología de la propia casa. Por lo cual, Sofian El Fani ha conectado esa poesía y metáfora, que ubica a la perfección las emociones que afloran de una manera muy elegante. También hay que aplaudir la elección de los encuadres, que saben transmitir esa inmensidad, frente a la realidad a la que deben afrontar estas mujeres.
La diversidad de vivencias se materializa en cómo se ha seleccionado la estética de cada una de las mujeres y su propio sello de identidad. Tanto una visión más tradicional, hasta esa ruptura y liberación en los personajes de Emira y Vala. Por otro lado, el montaje triunfa en la segunda mitad del largometraje, con una buena convergencia de ritmos, que dan su lugar a las dos tramas principales que caminan en paralelo. Asimismo, hay que aplaudir cómo el efecto de un agente externo, se convierte, paradójicamente, en el momento donde se ubica ese mundo interior. Expresivamente, han sabido bordarlo excelentemente desde la cámara. Al contrario que la primera parte, en la que tarda en colocar todas las piezas en el escenario y despista un poco. Pese a ello, una vez ubicado el espectador, se sumerge en la historia totalmente.
Conclusión
Shpia Ages (Aga’s House)es una reflexión interesante sobre la figura de la mujer en Kosovo y Albania. Mantiene un diálogo que tarda en desarrollarse, pero que termina por explorar en una segunda parte muy bien lograda. Por lo cual, Lendita Zeqiraj expone una realidad diversa y sin gran escaparate mediático. El reparto de mujeres está excelso, acompañado de un Arti Lokai con potencial, aunque se ve opacado por sus compañeras de reparto. Después, la composición visual es espectacular, con unos exteriores frondosos y poéticos, que contrasta con el ambiente asfixiante que se consigue expresar. Una sensibilidad artística cautivadora. El refugio abierto de unas mujeres que denuncian una posición que se debe radicar.
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