JuanMa Pina es el encargado de dirigir y escribir Sidra en vena, quinta producción del dramaturgo. El gijonés es conocido por una de las obras más exitosas del circuito Off madrileño: "Lavar, marcar y enterrar". Con su quinta obra se muda a sus orígenes, ambientándola en Asturias, en concreto, en la casa de la familia Pomarada. Inspirada en grandes éxitos televisivos como "Dinastía", "Falcon Crest" o los vodevil televisivos, se define así misma como una "comedia astur-pop". Producida por Montgomery Entertainment, continúa en la Sala Lola Membrives hasta el próximo 30 de abril de 2020 en el Teatro Lara.
Crítica de 'Sidra en vena'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Sidra en vena
Título original: Sidra en vena
Reparto:
Inma Isla
Sergio Campoy
Raquel Guerrero
Dolly
Mario Alberto Díez
Duración: 75 min. apróx.
Dirección: JuanMa Pina
Dramaturgia: JuanMa Pina
Espacio sonora: Rodrigo Cuevas
Dirección de arte: Juan Camblor
Vestuario: Xico Cordobés
Escenografía: El Afilador
Ayudante de dirección: Pelayo Rocal
Peluquería y maquillaje: Sara Álvarez
Fotografía: Matamolu
Género: Comedia
Producción: Montgomery Entertainment
Tráiler de 'Sidra en vena'
Sinopsis de 'Sidra en vena'
Intrigas y secretos
JuanMa Pina escribe y dirige esta comedia definida como astur-pop. Bajo el nombre de Sidra en vena, el dramaturgo sitúa la acción en Ribadesella, una de las ciudades más conocidas de Asturias. El guion sabe sacar tajada a la ambientación y al contexto sociocultural que se expone, pero sin excederse. Por lo cual, realiza una expansión del universo en el que no se enfoca únicamente en el significado de ser asturiano, sino en unas pesquisas de intriga mezcladas con unas grandes dosis de histrionismo espléndido. El humor que se utiliza le da un toque de divinismo, que no chirría en ningún momento. Se puede ver el homenaje que realiza a grandes ficciones televisivas como “Falcon Crest” o “Dinastía”, coincidiendo en el efecto del enredo familiar que sigue triunfando en el público. En esta obra han sabido utilizar la fórmula de una manera adecuada.
Al igual que pasase en la otra obra de Pina, “Lavar, cortar y enterrar”, el guionista presenta unos personajes extremos, pero sin perder la verosimilitud escénica y hace partícipe al espectador de su universo humorístico. La manera en la que los expone, hace que sean caricaturescos pero siempre con ciertas pinceladas de realismo que lo absurdo es sinónimo de humanidad. Mantiene el equilibrio entre las distintas líneas narrativas y no deja ningún personaje descolgado, dado que cada uno tiene su importancia dentro de la trama. Por último, es importante destacar que los giros de guion se realizan desde la propia parodia del género de intrigas, pero con cierta musicalidad, aunque a veces no sea tan clara la línea y haya un resultado algo difuminado. Aun así, no pierde su esencia y siempre consigue unificar todas las partes para dar sentido y efectividad a la obra.
La revolución sexual
La forma de publicitar Sidra en vena es curiosa, al revelar que cinco actores serán los encargados de dar vida a once personajes. Y cumplen con ello. El elenco está inmenso, se puede ver que se encuentran totalmente a gusto con lo que realizan sobre el escenario y se mimetizan con el espacio que hay en él. Para empezar, Dolly es, sin duda, de lo mejor de la obra. Tiene una fuerza, una garra y una expresividad tan potente que es imposible no romper en carcajadas con su participación. Maneja en todo momento la comedia, es natural y sobre todo tiene una personalidad arrolladora que eleva su trabajo actoral. No se puede negar que brilla en todo momento. Luego, Raquel Guerrero se transforma y capta lo que quiere transmitir al público. Es enérgica y tiene esa vis “picante” que lo resuelve satisfactoriamente.
Mario Alberto Díez demuestra una vez más que no tiene ningún tipo de pudor con ningún personaje. Lo da todo en escena y utiliza tanto el recurso de la comedia física como la expresiva con el lenguaje. Sabe ser el punto de unión interpretativo entre sus compañeros. Después, Inma Isla tiene esa firmeza y una soltura que se palpa en el ambiente. Al estar dentro de un universo tan alocado, sabe dar también las dosis necesarias de pausa para evitar una explotación saturada de la intensidad de la obra. Por lo cual, tal vez parece que no luce tanto, pero, al contrario, queda en la retina del espectador. Por último, Sergio Campoy es la guinda del pastel. Conecta con lo que hace en escena y sorprende con la versatilidad y la extravagancia maravillosa que muestra a los asistentes.
Al norte hay que ir
La puesta en escena de Sidra en vena recrea el recibidor de una señorial casa asturiana en el hogar familiar de los Pomarada. Lo que parece simplemente un detalle que posiciona al espectador en el espacio-tiempo, será realmente la columna vertebral artística de lo que ocurrirá en escena. Han sabido expandir el espacio con una utilización más que favorable de los fuera de escena. La sala les permite que puedan estar en continuo movimiento. Esto hace que no se limiten y puedan dar mayor dinamismo a lo que está ocurriendo sobre el escenario. El ritmo en ningún momento decae y es una virtud que, al ocurrir tantas acciones, no se pierda el foco.
Únicamente la música se vuelve algo repetitiva y las transiciones funcionan en un primer momento, pero luego se vuelven reiterativas. Las canciones tienen cierta gracia, pero la van perdiendo cuando el efecto ya es conocido por el espectador. Por otro lado, el vestuario y el maquillaje es de aplaudir, dado que al haber tantos personajes, han sabido dar a cada uno su personalidad y mantener una estabilidad estética, sin dar una creación plana. Aparentemente, puede parecer un ejercicio fácil, pero se nota la planificación artística que hay detrás. Mencionar que también han tenido en cuenta la comodidad y la necesidad de facilidad de cambio para los actores. Por último, destacar la gran dirección de JuanMa Pina en el que ha sabido sacar partido a los elementos que tiene en escena, llevar su guion de manera apropiada a las tablas y dirigir a un reparto que está en su salsa.
Conclusión
Sidra en vena es una obra teatral histriónica en la que Asturias es el telón de fondo, pero se convierte en un bonito homenaje humorístico del género de enredos e intrigas familiares. Un guion que sabe mezclar a todos sus personajes con sus distintas tramas sin perder el control sobre ellas. Un reparto espectacular en el que destaca Dolly, que está inmensa y brilla con luz propia. Un montaje curioso que aprovecha los fuera de escena y expande su universo de esta forma. Un ritmo dinámico en el que únicamente se vuelven reiterativas la música y las transiciones. Una obra escanciada con una extravagancia de alto nivel que termina por embaucar a todos los espectadores que asisten a ella.
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