Sabemos desde hace mucho tiempo que Sin tiempo para morir sería el último baile de Daniel Craig como Bond. El camino ha sido largo, tras innumerables retrasos en el lanzamiento, no sólo por la pandemia, sino también por la salida del director original, Danny Boyle. En un mundo  ideal la habríamos visto a finales de 2019. Pero finalmente está aquí, un gigante de casi tres horas dirigido por Cary Joji Fukunaga, Beasts of No Nation, y con un resultado esperado en virtud de las anteriores. Estreno en salas de cine españolas el 1 de octubre de 2021. Puedes leer AQUÍ otra crítica realizada por Cinemagavia de esta película.



Sin tiempo para morir

Crítica de 'Sin tiempo para morir'

Ficha Técnica

Título: Sin tiempo para morir
Título original: No Time to Die

Reparto:
Daniel Craig (James Bond)
Rami Malek (Lyutsifer Safin)
Ralph Fiennes (M)
Naomie Harris (Eve Moneypenny)
Ana de Armas (Paloma)
Ben Whishaw (Q)
Jeffrey Wright (Felix Leiter)
Léa Seydoux (Madeleine Swann)
Rory Kinnear (Tanner)
Dali Benssalah (Primo)
Billy Magnussen (Logan Ash)
David Dencik (Valdo Obruchev)
Lashana Lynch (Nomi)

Año: 2021
Duración: 163 min.
País: Reino Unido
Director: Cary Joji Fukunaga
Guion: Neal Purvis, Robert Wade, Scott Z. Burns, Cary Joji Fukunaga, Phoebe Waller-Bridge. Personajes: Ian Fleming
Fotografía: Linus Sandgren
Música: Hans Zimmer. Tema: Billie Eilish
Género: Thriller. Acción
Distribuidor: Universal Pictures International Spain

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Tráiler de 'Sin tiempo para morir'

Sinopsis de 'Sin tiempo para morir'

En Sin tiempo para morir, Bond ha dejado el servicio secreto y está disfrutando de una vida tranquila en Jamaica. Pero su calma no va a durar mucho tiempo. Su amigo de la CIA Felix Leiter aparece para pedirle ayuda. La misión de rescatar a un científico secuestrado resulta ser mucho más arriesgada de lo esperado, y lleva a Bond tras la pista de un misterioso villano armado con una nueva y peligrosa tecnología. (Universal Pictures International Spain)



El tono del nuevo blockbuster

La saga de Craig comienza Casino Royale y Quantum of Solace, donde Bond es una especie de bruto advenedizo. Posteriormente, Sam Mendes lo acabará convirtiendo en un veterano con muestras de hastío en Skyfall y Spectre. El guion, de los ya curtidos en Bond, Neal Purvis y Robert Wade junto con la recién llegada Phoebe Waller-Bridge, sigue esa misma línea. Bond es un viejo dinosaurio descompuesto, que intenta desesperadamente abandonar la vida que ha llevado, con mucho sufrimiento a su alrededor. Todo para acabar descubriendo que nunca podrá dejar atrás el pasado.

Es curiosa la evolución del personaje de Craig en esta entrega, intentando sacar a la luz un brillo conversacional mayor del habitual. Probablemente producto del ojo cómico de Waller-Bridge, aunque algunos momentos parecen sacados de ese Benoit Blanc de Puñales por la espalda. Entramos en esa fase de auto parodia sobre el personaje interpretado, que puede resultar interesante como reflexión y estudio, pero al mismo tiempo espanta a parte del público.

Tanto las dos entregas de Mendes como esta última han introducido el tono reflexivo y casi ensayístico dentro de la saga. Acercándose a planteamientos más serios y alejándose al mismo tiempo de los elementos que han convertido a la saga en una de las más populares durante décadas. Los directores se han enfrentado al desafío de intentar conectar al mismo tiempo con la vieja guardia y de enganchar a las nuevas generaciones.

Sin tiempo para morir
Copyright Universal Pictures International

Más que un número

Sin tiempo para morir es demasiado consciente de su estatus como hito dentro de la saga de Bond, con el consiguiente abuso de elementos nostálgicos. Tenemos la secuencia clásica del cañón del arma, los artilugios, las puertas forradas en cuero de la oficina de M. Es la nostalgia que arrastra el personaje en sus últimos intentos de dejarlo todo atrás y vivir como un ser humano corriente. Como ocurría en Skyfall Spectre, los elementos de nostalgia no responden a una relación directa con las anteriores entregas, sino más bien al puro goce visual instantáneo.

Curiosamente, la película de Bond con la que comparte más elementos es Dr. No, con el patrón clásico de esa película. Lo que nos lleva a la secuencia del título, de Daniel Kleinman, ambientada con la inquietante balada de Billie Eilish. Incluso el villano de la película, Lyusifer Safin, tiene paralelismos con el enemigo de origen asiático de la película inaugural de Bond.

Sin tiempo para morir
Copyright Universal Pictures International

El verdadero objetivo

Malek, por su parte, es un villano fundamentalmente irresponsable, que interpreta a Safin con una mirada de ojos saltones y un ritmo cadencioso a través del rostro inflado y lleno de cicatrices de su personaje. No es la presencia esperada, y no se hace notar hasta que el metraje ha avanzado bastante.

Pero en realidad, Malek, Safin y la trama para acabar con el mundo son un escaparate para el nudo temático de Sin tiempo para morir. El centro de la narrativa apunta directamente al viejo y cascado Bond de Craig, haciéndole saber que ya no es el centro del mundo. Desde la doctora Swann, hasta la nueva versión, más táctica y profesional, del 007 moderno, gran parte del tiempo de Bond se pierde entre mujeres más jóvenes y capaces de salvar el mundo, tan bien o mejor que él mismo. A destacar entre esas presencias femeninas la de Ana de Armas, que en una secuencia con tono cómico, muestra una gran química con Craig, incluso con personajes tan dispares.

Sin tiempo para morir
Copyright Universal Pictures International

Todo el tiempo del mundo

Con tanto frente abierto por abarcar dentro de la historia, Sin tiempo para morir, necesita un metraje alargado para llegar a su objetivo. Las secuencias de acción se prolongan durante bastante tiempo, los flashbacks y las tramas paralelas nos llevan a desvíos aparentemente incongruentes a lo largo de la historia, y el acto final es largo hasta el punto de poder resultar agotador.

Aún así, el núcleo central es agradable de ver, aunque no particularmente brillante. El director de fotografía Linus Sandgren, anteriormente conocido por su trabajo para Damien Chazelle, empapa la película en el tono de gris que recuerda a Hijos de los hombres. Muchas escenas de acción tienen lugar en pantanos nublados, bosques espesos, o en las frescas calles nocturnas de Cuba, marcado por el constante dominio de la acción de Fukunaga, aunque en ocasiones resulte difícil de rastrear. Cuando a Bond se le permite amontonar cadáveres en el cálido amanecer griego, o enfrentarse a los villanos en un extraño jardín zen construido a partir de un silo de misiles, la película se acerca a la brutal belleza y entretenimiento del cine de acción más clásico.

No Time to Die
Copyright Universal Pictures International

Veredicto final

Sin tiempo para morir sustenta mucho peso sobre sus hombros, es la película número veinticinco de Bond, la despedida a un actor que ha redefinido el papel en aspectos clave, y un intento de adaptar tanto a la serie como al tiempo presente. El truco de malabarismo con todas esas bolas no resulta perfecto, algunas caen y se fatiga un poco cuando llega al tercio final. La dirección de Fukunaga es firme, aunque no llega al nivel de Mendes en ningún momento, y el guion cruje bajo el peso de sus innumerables responsabilidades tanto con su estrella como con la franquicia.

Además de situar un nuevo capítulo en la saga, se ha trabajado para dejar una pizarra en blanco sobre la que los siguientes equipos creativos puedan dibujar una nueva visión para 007. El legado de Craig en el papel es algo frustrante, con altos y bajos muy pronunciados. Un Bond con gran cercanía a la falibilidad y los defectos humanos, lo que puede ser un punto a favor o en contra según nuestra visión.

Sin tiempo para morir muestra signos de ser muy consciente de sí misma, pero sobre todo es un producto enorme, en acción, en risas y acrobacias. Tomando ciertos detalles no parece que se desarrolle en nuestro mundo, quizás el gran valor como película de Bond.

Reportaje de Sin tiempo para morir (No Time to Die) en Días de Cine TVE

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