El pasado 27 de noviembre llegó al Teatro Lara Sofá y dos cuerpos, obra teatral escrita y dirigida por Mariano Rochman. Esta producción de Doble Sentido Producciones habla sobre el amor, el proceso de enamoramiento y la manera en la que se construyen las relaciones afectivas. Asimismo, desarrolla una reflexión sobre las perspectivas que surgen en una relación amorosa. Protagonizada por Elena Rey y Xoel Fernández, se puede disfrutar todos los domingos a las 18:15 horas en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara.
Título: Sofá y dos cuerpos Título original: Sofá y dos cuerpos
Reparto: Xoel Fernández Elena Rey
Duración: 80 min. apróx. Dirección: Mariano Rochman Dramaturgia: Mariano Rochman Ayudante de dirección: Estela Montejo
Música original: Ale Martí
Espacio escénico: Mariano Rochman
Espacio sonoro: Mariano Rochman y Jorge Ramírez Óberson
Iluminación: José Espigares
Vestuario: Guindalera Y Cia.
Asesoramiento de movimiento: Carmen Vélez
Fotografías: Juanjo Molina
Video: Joppe De Bernardi y Manuel Maldonado
Realización de Escenografía: Quique Fernández y Sebástian Aguerre
Ayudante de producción: Estela Montejo
Diseño del cartel: MaríA D. Alba
Distribución, redes sociales y comunicación: Elena Ardao Producción: Doble Sentido Producciones
Sinopsis de 'Sofá y dos cuerpos'
Sofá y dos cuerpos aborda la universalidad del amor, con el mismo formato, mismas escenas y líneas, la obra retrata la relación de una pareja desde el primer «flechazo» hasta el enamoramiento, la decisión de vivir bajo el mismo techo y todo lo que se deriva a raíz de no haber conocido lo suficiente a la persona amada, y qué tan complejas pueden ser las relaciones amorosas en un mundo en el que, a pesar de la tecnología, se está más incomunicado. También busca plantear que tanto en el amor como en la vida cotidiana lo importante es el respeto y la tolerancia. (TEATRO LARA).
Recuerdos de un amor que fue
Mariano Rochman reflexiona sobre las relaciones personales en Sofá y dos cuerpos, un drama cotidiano en el que se expone y se vivencia el recorrido de una pareja. Una vez se entra en la sala de teatro, se ve una sucesión de frases sobre el amor, que identifica rápidamente el estilo narrativo (o su esencia) desde esta primera toma de contacto. Por tanto, la intimidad y los sentimientos serán las principales bazas para esta pieza. Desde un inicio se puede ver como se embadurna de candidez, de familiaridad, de cercanía, explorando dos personajes aparentemente sencillos. Con lo cual, el público empatiza con varias de las situaciones que se plantean, pudiéndose identificar en lo que ve sobre las tablas y con el lenguaje empleado para ello. También cabe destacar que mantiene una atención en el espectador, que desea conocer el desenlace de dichos encuentros.
Sin embargo, se puede esperar que, como se ha podido ver en otras obras de Rochman, su exposición de hechos en esta pareja tuviera un golpe de efecto, una vuelta de tuerca, pero no es así. Se queda en una propuesta que mantiene una estructura lineal, predecible en algunos casos y en los que se podría haber extraído mucho más. La razón es que se mantiene en una introspección que ha sido vista en muchas ocasiones, le falta ahí algo más de frescura. Lo mismo sucede con algunos diálogos, que pasan de un costumbrismo máxime a una poesía que no acaba de encajar de forma orgánica, como también ocurre con las dos perspectivas de una discusión, dejando un misterio que no se comprende el porqué en el texto. A pesar de ello, la manera de presentar la historia se plantea desde el entretenimiento, dejando una sensación apacible.
Una pareja con química
Elena Rey y Xoel Rodríguez vuelven a coincidir en escena en Sofá y dos cuerpos, tras verles en “Noches de hotel”. En primer lugar, Xoel Rodríguez brilla con su espontaneidad innata, tiene un atractivo especial que hace que el patio de butacas consiga conectar fácilmente con él. Por ende, hay una expresividad corporal y, sobre todo, facial que encumbra su trabajo dramático, explorando una estrategia cercana, donde hace del pequeño detalle su fuerte. No necesita grandes aspavientos, sino transmitir esa proximidad, una sinceridad muy bien tratada. Además, lo carga de un carisma único, que ya se ha podido ver en anteriores trabajos, pero vuelve a explotarlo de una forma pertinente. Sin duda, una gran elección, al conseguir la dicotomía que se busca, una balanza que llega a buen puerto por su naturalidad.
El personaje de Elena Rey demanda una personalidad fuerte, algo que cumple la actriz y con creces. Desde el primer minuto se puede ver que sabe hacia dónde debe conducir a su personaje, los matices que le piden desde la narración y lo explota de una manera sutil, pero efectiva. Gracias a ello, su trabajo dramático se sostiene sin problema, desprende una confianza exquisita, que logra que pequeñas partes brillen sin problema. También hay que añadir que dentro de esa firmeza, se ven pinceladas tiernas, emocionales, que dan mayor cuerpo a su trabajo sobre las tablas. Por otra parte, sería importante hablar de la sinergia que se plantea entre Rodríguez y Rey, los dos comparten una química realmente bonita, lo que acaba por poner la guinda de la verosimilitud sobre sus actuaciones artísticas.
Entre reproches y versos de amor
Como si fuera una canción del pasado que se retoma para recordar el amor, Sofá y dos cuerpos dibuja su propuesta artística desde un minimalismo muy íntimo, haciendo honor a su título. Así, su principal elemento sobre el escenario es un sofá, donde sus protagonistas irán vivenciando el jolgorio de su relación, las crisis, las escenas de amor, la vida, en concreto. Asimismo, se acompañan de un buen planteamiento del diseño de iluminación, el cual ofrece al público la posibilidad de no quedarse únicamente en el escenario principal, sino que plantea distintos espacios, como las confesiones en off. El diseño de vestuario, así como los propios cambios, cumplen, siendo coherentes con la idea que suscitan. También mencionar los audiovisuales, correctos y en su lugar, aunque podría explotarse más su misión en la obra.
El ritmo de la pieza es uno de sus principales pro y contra, al mismo tiempo. La naturalidad y la humanidad que hay en el montaje dejan que sea como un café a degustar a fuego lento, como la vida misma. Sin embargo, como pasa al hacer café, si se deja más tiempo del previsto, puede terminar quemándose. Por ende, hay pasajes en los que se crea una atmósfera menos dinámica, en la que se gesta una desconexión, no de mucha duración, pero lo suficiente para afectar a la estructura general. Lo mismo sucede con los fuera de escena, que aunque no estorban, pueden distraer a los espectadores, los actores entran y salen, pero no siempre con la misma fluidez. En definitiva, una obra que cumple con ese aire íntimo, desde los sentimientos, pero que no innova ni en su aspecto narrativo ni artístico, dejando un resultado apacible y sencillo.
Conclusión
Sofá y dos cuerpos es una historia de amor con inicio y final, donde se realiza un recorrido cercano y natural. Su mayor fuerte se halla en esa emoción sincera, sin aspavientos ni trucos. Sin embargo, se puede esperar algo más de sorpresa, dado que juega excesivamente en lo que se espera de ella. Por otra parte, Elena Rey y Xoel Rodríguez están estupendos, son de lo mejor de este montaje, entre los dos gestan una experiencia dramática muy bien aprovechada. Después, la propuesta técnica y artística triunfa en la intimidad y minimalismo que propone, pero flaquea en el ritmo e innovación. Un cuento regresivo sobre el amor, que deja buen sabor de boca con un poso ligero y agradable.