"Soledad (Vida y obra de mi abuela)": ¿Se hereda el dolor?

Soledad Vida y obra de mi abuela es un espectáculo unipersonal donde Selu Nieto, en tono de tragicomedia, encarna a su desaparecida abuela.

Una obra que trata temas tan necesarios como la importancia de la salud mental, la lucha contra la depresión, el acompañamiento y los vínculos familiares.

Soledad es un homenaje a la figura de las abuelas, donde actor y espectadores sanarán juntos sus heridas.

Un nieto que no está pasando por un buen momento. Una abuela que fue víctima de la depresión.

Un nieto que se siente sólo desde que su abuela se fue. Una abuela que murió sola en un hospital.

Un nieto que le escribe una obra de teatro y una abuela que en esta resucita.

Una obra de teatro que los vuelve a reunir en un mismo cuerpo durante una hora.

Sólo una hora, para limpiar los errores del pasado.

Sólo una hora, para reescribir juntos un final. (TEATRO INFANTA ISABEL). 

Vida y obra

Selu Nieto realiza un homenaje lleno de sentimiento en Soledad Vida y obra de mi abuela, monólogo en el que rememora algunas de las vivencias de su antepasado, que son utilizados como vehículos de expresión ante temas más amplios. Por tanto, no solamente deambula por la anécdota con la cotidianidad más pura, sino que realiza un retrato de la salud mental, no únicamente a nivel general, sino haciendo especial hincapié en las personas más mayores en sociedad. Gracias a ello, se muestra una crítica social ante un sistema que todavía está en construcción y solución ante las dolencias mentales. En este sentido, logra un retrato verosímil y muy potente. Después, se adereza con la familiaridad que le otorga haber bebido de su propia experiencia, estableciendo ese punto de empatía que hace que se cree una línea directa con el público.

A lo largo de la pieza se puede ver que el compromiso con lo que desea mostrar se encuentra en el texto, lo que hace que el retrato en torno a su abuela sea efectivo. También se comprueba su buen hacer durante las últimas escenas, dejando un poso positivo en los espectadores, dado que el mensaje que promulga llega a la sensibilidad. Sin embargo, puede matizar de una manera más ordenada el inicio de la pieza, donde se mezcla algo de improvisación, para dar mayor frescura al relato. A pesar de ser una idea inicialmente positiva, acaba por dar la sensación de atropellado. No obstante, una vez se pasa ese bache, va incorporando elementos que levantan la dramaturgia. Únicamente, hay que tener en cuenta que hacia la mitad de la obra, hay puntos en los que se produce una ralentización de la acción que no le afecta positivamente.

Una abuela

Como Juan Palomo, Selu Nieto se lo guisa y se lo come en Soledad Vida y obra de mi abuela, dado que es el único intérprete sobre el escenario. La valentía de afrontar este formato se debe a que la carga dramática recae absolutamente sobre él, lo que provoca que el reto sea considerable. En este caso, Nieto logra diferenciar fácilmente el personaje de la abuela, frente a los demás, incluyéndose a sí mismo. Gracias a ello, se ve una construcción dramática en la que saca partido a los anclajes, a los signos, a los leitmotivs que hacen que sean fácilmente identificables para la audiencia. Además, hay que aplaudir que sepa dar verosimilitud a su Soledad, dado que no emula, sino que se introduce de lleno en esta personalidad.

Otro punto a favor es la facilidad con la que se maneja ante la cotidianidad, dándole una pizca de comedia, que sienta bien a la naturaleza de la pieza. Por ello, hay espectadores que le acompañan desde el primer momento, al producirse ese ritual íntimo, que pone las piedras en esta relación teatral. Con lo cual, en lineas generales, la interpretación de Selu Nieto es notable, siendo un capitán de barco preparado. No obstante, debe vigilar la dicción, la vocalización y la orientación de la voz, ya que hay escenas en las que se pierden ligeramente y hace que el espectador pueda desconectar. Pese a ello, se valora la humanidad y el corazón que desprende su trabajo sobre la escena, equilibrando algunas de sus flaquezas sobre las tablas.

El recuerdo

La puesta en escena de Soledad Vida y obra de mi abuela comienza ya de una manera en la que se vaticina una propuesta con potencial, dado que es original el uso de las fregonas por la forma en la que se hace. Por tanto, artísticamente converge un planteamiento más rocambolesco, fuera del realismo puro y duro, para dar rienda suelta a una visión más visual y estética. De esta forma, se da una personalidad a la construcción escénica, que hace que gane en originalidad. Después, los diferentes elementos que van saliendo a escena, consiguen tener su importancia y no solo le da una funcionalidad visual, sino que va más allá. Luego, detalles como el agua, las fotos, las pastillas... explotan un humor físico que le sienta muy bien.

El ritmo del montaje comienza en una buena dinámica, dando una estructura en movimiento y captando la atención de los espectadores. Sin embargo, al igual que sucede con la dramaturgia, llega un momento, hacia la segunda mitad, donde experimenta una montaña rusa, llegando a menguar excesivamente en rapidez al montaje. En consecuencia, se producen pequeños momentos en los que se produce ese bajón energético en el patio de butacas. No obstante, una vez remonta, consigue dejar una buena sensación entre el público. Para terminar, el diseño de iluminación logra momentos muy buenos, como el momento discoteca, pero hay escenas en las que se puede llegar a abusar de la ausencia de iluminación. Aun así, en su conjunto, se ve una propuesta completa y que encaja a la perfección con la identidad artística que buscan.

Conclusión

Soledad Vida y obra de mi abuela es un homenaje a las abuelas, que sirve también de escaparate sobre la salud mental. Gracias a ello, la dramaturgia tiene alma, siendo de los puntos más destacables de la pieza. Además, logra obtener un mensaje muy positivo, que emociona al público. Únicamente, hay momentos más irregulares, que menguan el resultado. Por otro lado, Selu Nieto se entrega ante el escenario, comprendiendo a la perfección la simbología de ambas facciones. Después, la propuesta escénica llama la atención visualmente y sabe sacarle tajada a dicha construcción. Solo habría que mejorar el ritmo de la obra, para evitar los momentos excesivamente lentos. El legado de la emoción invade la escena y provoca una reflexión en torno a la vida.

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