Su último deseo es una mezcla de thriller político y drama familiar que cuenta con un llamativo reparto compuesto, entre otros, por Anne Hathaway, Ben Affleck y William Dafoe. La premisa principal de la película se sitúa en el complejo tablero político que fue Centroamérica durante los años 80. Se trata de una producción de The Fyzz Facility, Pimienta y Elevated Films distribuida por Netflix y estrenada en la plataforma el 21 de Febrero. Se pudo ver por primera vez el 27 de Enero en el último festival de Sundance. De la dirección se ocupa Dee Rees, prometedora directora que ya dirigió para Netflix Mudbound, nominada al Oscar en cuatro categorías en 2017. El guion se inspira en la novela de Joan Didion publicada en 1996.



Su último deseo

Crítica de 'Su último deseo'

Ficha Técnica

Título: Su último deseo
Título original: The Last Thing He Wanted

Reparto:
Anne Hathaway (Elena McMahon)
Ben Affleck (Treat Morrison)
Willem Dafoe (Dick McMahon)
Rosie Pérez (Alma Guerrero)
Toby Jones (Paul Schuster)
Bill Kelly (General Gus Sharp)
Mel Rodriguez (Barry Sedlow)
Edi Gathegi (Jones)
Laura Niemi (Reportera)
Carlos Leal (Max Epperson)
Brian Tester (VIP para recaudar fondos)
Millie Ruperto (Asistente colonial)

Año: 2020
Duración: 115 min
País: Estados Unidos
Director: Dee Rees
Guion: Dee Rees, Marco Villalobos (Novela: Joan Didion)
Fotografía: Bobby Bukowski
Música: Tamar-Kali Brown
Género: Thriller. Drama
Distribuidor: Netflix España

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Su último deseo (Random House)
  • Su Último Deseo / Lo último que quería
  • Tipo de producto: ABIS_BOOK
  • Marca: Literatura Random House
  • Didion, Joan(Autor)

Sinopsis

Movida por un sentimiento de culpa, una veterana periodista de Washington (Anne Hathaway) acepta un encargo de su padre (Willem Dafoe). Así, sin pretenderlo, acaba implicada en la trama que ella misma intentaba destapar. (Netflix España)

Dónde se puede ver la película



Periodismo y familia

El inicio de Su último deseo puede ser tomado ya como una muestra representativa de algunas de sus características. Elena McMahon (Anne Hathaway) se nos presenta como una periodista encargada de cubrir los conflictos de la convulsa Centroamérica de los años 80. Lo que primero que se nos muestra es un aluvión de nombres, lugares, organizaciones y fechas. Sabemos que estamos en El Salvador, en 1982 y se menciona de refilón al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (una guerrilla  de izquierda) y que en algún lugar, a saber dónde, hay gato encerrado.

Elena, ya asentada en EE.UU, es enviada, a su pesar, a cubrir la campaña electoral que desembocará en un nuevo mandato de Reagan en 1984. El principal interés del personaje interpretado por Anne Hathaway es investigar el apoyo subrepticio del gobierno estadounidense a los Contra, una guerrilla derechista nicaragüense, que lucha contra el gobierno sandinista de su país. Este inicio, decíamos, es representativo de la película en sí, porque la ingente información está desestructurada, se presenta de forma inconexa, y acaba conformando una auténtica ceremonia de la confusión. Y esto sería una buena definición para Su último deseo: un fárrago de ideas bienintencionadas que son, en su mayor parte, herméticas para el espectador.

Afortunadamente hay una vertiente más intimista. En la vida de Elena irrumpe su padre, Richard (William Dafoe), que representa todo lo que su hija odia. Ambos tiene un pasado doloro en conjunto, pues Richard abandonó a Elena y su madre en su niñez. Richard se encuentra mal de salud y tiene un negocio entre manos que le reportará mucho dinero, pero que no podrá llevar a cabo. Elena acepta encargarse del asunto pero, cosas de la vida, acabará inmersa en aquello que precisamente estaba investigando: el envío secreto de armas a los Contra.

Su último deseo

El guion que no paraba de dar vueltas

La acción de Su último deseo se traslada, en lo que debería ser el meollo de la acción, a Nicaragua y Costa Rica. Hacia allí se dirige Elena acompañando un envío de armas. Y a partir de aquí, la trama no para de dar saltos, vueltas, y cabriolas en general, hasta que el sufrido espectador decide dejarse llevar y no tratar de entender demasiado. Conocemos las líneas generales de Su último deseo: los EE.UU envían armas a una guerrilla contrarrevolucionaria para derrocar al gobierno sandinista (socialista) de Nicaragua; Elena se mete en el embolado de las armas por ayudar a su padre; finalmente Elena con su característico entusiasmo de  periodista tratará de sacar una historia que promete ser escandalosa. A partir de ahí todo es aleatorio.

Las relaciones entre los personajes son difusas y a menudo contradictorias, sus actos solo explicables a medias, y el montaje los coloca en situaciones inconexas y deslabazadas. En ningún momento llegamos a sentir la angustia que debiéramos por el personaje inerpretado por Anne Hathaway y tenemos la sensación de que se está desaprovechando una historia interesante por no construirla demasiado bien. El campeón de los papeles desdibujados es Treat Morrison (Ben Affleck), una especie de diplomático al servicio de los EE.UU que viene y va sin que podamos saber exactamente cuál es su rol.

The Last Thing He Wanted

La parte salvable

Hay, no obstante, algunas cosas interesantes en Su último deseo. El reparto hace lo que puede, a pesar de dar la sensación de estar algo perdidos. La película gana enteros cuando aparece William Dafoe. Su personaje lenguaraz, crápula e inmoral pone al menos algo de sal y pimienta en una película que necesita sazonarse en bastantes ocasiones. No es un papel que esté a la altura de otros trabajos recientes del actor como The florida project, Van Gogh, a las las puertas de la eternidad o El faro, pero su presencia sube puntos.

Anne Hathaway hace lo que puede, hay esfuerzo en meterse en la piel de Elena McMahon pero quizá su elección haya sido un error de cásting. No obstante, su presencia no resta, y hay algo de mérito en su interpretación. Ben Afleck sí que no justifica demasiado su presencia, consiguiendo que su actuación parezca que esté hecha incluso con algo de desidia. De todos modos su parte del guion tampoco da para muchas alegrías. Algunos secundarios hacen un trabajo interesante, como el siempre eficaz Toby Jones (Jurassic World: el reino caído, El topo, Atómica...), inquietante y peculiar.

La dirección de Dee Rees no pasa de ser competente, tiene alguna escena meritoria pero ningún alarde en particular. Como narración, no logra sobreponerse al laberíntico guion y a la consiguiente distanciación con el espectador. A veces parece que trata de tener como referencia el thriller político de los años 70, pero lo hace sin la eficacia narrativa de Sydney Pollack o Alan J. Pakula.

The Last Thing He Wanted

Algo de contexto

No viene mal recordar algunas nociones sobre el contexto histórico, aunque solo sea por evitar perderse dentro del guion de Su último deseo. En 1979 el Frente Sandinista de Liberación Nacional derrocó la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua y establece un gobierno de izquierdas poco afecto a EE.UU. Siguiendo una política muy propia de la Guerra Fría, los norteamericanos apoyaron, financiaron y entrenaron a las guerrillas contrarrevolucionarias de los Contras con el objetivo de desalojar del poder a los sandinistas. En este embrollo es en el que se mete Elena, como periodista y víctima. Con los años saltó un escándalo tremendo al saberse que EE.UU vendía armas a Irán (que sufría un bloqueo armamentístico) para financiar luego a las Contra. A este affair se le llamó Irangate o escándalo Irán-Contra.

La historia que nos quiere contar Dee Rees, en Su último deseo, es interesante; tiene calado político, moral y humano. Por eso es más frustrante que el resultado final de Su último deseo no haya sido satisfactorio. Si juntamos un reparto capaz, una historia de interés y una directoria talentosa (Dee Rees ya ha dirigido dos películas a tener en cuenta, Mudbound y Pariah) lo normal es que el producto finalizado sea atractivo. Finalmente nos queda la amargura de paladear una buena idea que pudo haber sido, pero que al final no fue.

Conclusión de Su último deseo

Su último deseo es un fiasco que se basa en buenos elementos mal dispuestos. El guion carece de cualquier sentido de la unidad, ofreciéndonos en lugar de una panorámica global bien estructurada una serie de retales hilvanados de forma nefasta. Como thriller político no atrapa, como evocación histórica y fábula moral fracasa debido a un maremágnum de datos, situaciones y personajes de poca o imposible comprensión. Su fortaleza son las actuaciones de Dafoe y Anne Hathaway, que se esfuerzan con una historia que pudo, y debió, dar más de sí.

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