Han pasado cinco años desde que el germen de Ternura negra ha dado sus resultados. Después de una renovación, Denise Despeyroux ha visto su obra, nuevamente, sobre las tablas, estrenada el 8 de octubre de 2020 en el Teatro Fernán Gómez. Además, la directora también ha vuelto a ejercer de dramaturga y actriz protagonista de la obra. Junto a ella, Joan Carles Suau y Fernando Cayo completan el elenco actoral, sobre esta comedia histórica enfocada en la vida de María Estuardo. Estará en cartel en la Sala Guirau hasta 18 de octubre de 2020, de miércoles a sábados a las 20:30. También domingos y festivos a las 19:30.
Crítica de 'Ternura negra'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Ternura negra
Título original: Ternura negra
Reparto:
Denise Despeyroux (Paloma)
Joan Carles Suau (Hugo)
Fernando Cayo (Andreas)
Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Denise Despeyroux
Dramaturgia: Denise Despeyroux
Diseño de escenografía: Eduardo Moreno
Iluminación: Pedro Yagüe y Enrique Chueca Peña
Diseño de vestuario: Lupe Valero
Música y diseño de sonido: Pablo Despeyroux
Producción ejecutiva: Carles Roca y Ana Guarnizo
Ayudante de dirección: Máximo Huerta
Ayudante de producción: Andrea Quevedo
Dirección audiovisual: Jorge Sánchez-Cabezudo, Denise Despeyroux
Auxiliar de dirección audiovisual: Alejo Serra
Dirección de fotografía, cámara y edición: Daniel Sosa
Sonido: David de los Ríos
Auxiliares de producción: Goyo Díaz Cifuentes y Beatriz Jaén
Diseño gráfico: Joan Carles Suau
Fotografía: Sergio Parra
Prensa: María Díaz
Producción: Carne Viva y Vania Produccions
Tráiler original de 'Ternura negra'
Sinopsis de 'Ternura negra'
Ternura negra nos presenta a un autor y director de teatro obsesionado con la figura de María Estuardo. Se instala en una tienda de campaña junto al castillo de Tutbury, donde la reina pasó gran parte de su cautiverio. Su intención es comunicarse con el fantasma de la trágica y última reina de Escocia. Helado en el interior de su tienda de campaña, el autor dirige a través de Skype a una actriz y a un actor que ensayan en una buhardilla destartalada y con goteras. No es un asunto fácil, pero se complica todavía más cuando el autor decide colarse en una habitación del castillo que ha sido clausurada por su alarmante grado de actividad paranormal. Las cosas más inesperadas pueden pasar en una sesión de espiritismo a través de Skype. (TEATRO FERNÁN GÓMEZ).
Buscando a María Estuardo
Denise Despeyroux se lanza a la búsqueda de María Estuardo en Ternura negra. Sin embargo, se aleja de la concepción histórica teatral, para retorcer la obra. De esta forma, consigue reflexionar sobre el significado del propio teatro, la responsabilidad de tomar una figura histórica que existió y los límites del rigor histórico. Por este motivo, utiliza el humor para hacer un análisis propio y reírse de sí misma, lo que hace que sea una idea interesante. Gracias a ello, se puede ver una pieza distinta, que marca la diferencia con otras producciones de índole parecida. Igualmente, no deja apartada la figura de la Reina de Escocia, sino que es el hilo conductor que aúna todas las piezas que se van cohesionando a la historia principal. Por lo que, tiene una función imprescindible y justifica su presencia en la escena.
Con lo cual, hay que destacar que no se trata únicamente de una pieza de metateatro, que pone sobre el escenario todo este tipo de debates, sino que también se sumerge en las incógnitas que giran en torno a María Estuardo e Isabel I de Inglaterra. En consecuencia, se hace un análisis del sentir de estas dos mujeres, pero siempre sin sobrepasarse. No obstante, la primera parte da más importancia a la comedia surgida entre los personajes protagonistas. Este desarrollo llega a sentirse ciertamente algo alargado en el tiempo, con lo que ralentiza la acción y se hace patente en el resultado. A pesar de ello, el clímax de la obra goza de una buena sintonía con el resto de elementos narrativos, por lo que se podría explotar más esta parte dinámica.
Entre conexiones y vivencias
El escenario se abre ante la presencia de Denise Despeyreoux, que, además de escribir Ternura negra, también la protagoniza. En primer lugar, la actriz se mete en las carnes de Paloma incluso antes de dar comienzo la obra, dando la bienvenida a los espectadores con su movimiento sobre las tablas. Después de dar el pistoletazo de salida y poner el foco sobre la escena, se ve a una Paloma totalmente dialogante con los elementos estéticos y con la propia propuesta en movimiento. Por lo cual, la actriz realiza una buena ejecución dramática en torno a su papel. Asimismo, hay que destacar los momentos de influjo fantasmagórico, que son, realmente, donde más golpe de efecto provoca. Sin embargo, la dicción y su uso de la voz se percibe, en ocasiones, algo de linealidad, lo que convendría cambiar de registro, para dar mayor énfasis a las escenas que lo necesitan.
Después, su compañero de escena, Joan Carles Suau es histriónico como su propio personaje lo necesita, contrasta con la liviandad de Despeyroux, lo que hace que ambos formen una pareja artística equilibrada. A pesar de esa montaña rusa de actividad, no quita la atención sobre su Hugo, lo que hace que se encuentre en un plano menos explosivo. Aun así, su interpretación transmite seguridad y una irreverencia hilarante, que provoca las carcajadas en los espectadores. Gracias a esos toques jocosos hay luminosidad en el trabajo actoral. Por último, Fernando Cayo participa de una manera distinta, pero que se desarrolla sin problemas. Aunque se encuentre en un registro diferente, lo resuelve con soltura y demuestra que tiene experiencia sobre el formato digital. Así, consigue llamar la atención del público, además de también ser ese leitmotiv natural y dar respiro a lo que surge en el escenario principal.
Fantasmagórica comedia
La principal atracción de Ternura negra es la propuesta tan personal que se ha realizado sobre las tablas. Para comenzar, se presenta un espacio minimalista, pero que conserva todos los atributos necesarios para ser el escenario principal de todo lo que acontece sobre él. Además, el orden de los objetos presenta una armonía estética excelente, que aporta más elegancia y no lo deja todo a la cotidianidad excesiva. Con lo cual, se ve una mezcla sugerente entre esos trajes de antaño, bien justificados sobre el guion, junto a la propia realidad de tiempos actuales, como las conexiones por Internet y las buhardillas bohemias teatrales. También sería conveniente destacar que el cambio de vestuario se efectúa de una manera totalmente orgánica, uniéndose a la buena realización de la simbología propia de la obra. Asimismo, esas pinceladas fantasmagóricas redondean la ambientación.
Por otra parte, la llegada de la influencia digital también se ha posado en los teatros físicos. Con esta obra se puede ver cómo conviven ambos lenguajes, dando un resultado cuanto menos curioso. Mientras que otorga ese factor de dinamismo, de expansión del universo, luego, hay que pulir todavía cómo conseguir crear puentes más fluidos entre ambas partes. La razón no es otra que, aunque da un enfoque pintoresco, hay partes en los que los anclajes no se comunican de una forma tan amena cómo debiesen. A pesar de ello, sigue siendo una visión interesante y que, para nada, resta al resultado global de la obra. Después, el montaje tiene un ritmo tranquilo, pero con picos de emoción necesarios, que se dilata en su primera parte, pero lo resuelve en el marco de la segunda. Solo mencionar que el final cumple, pero se podría sacar más partido todavía.
Conclusión
Ternura negra es una obra que hace un camino reflexivo por la concepción del teatro, a través de la figura de María Estuardo y la necesidad del rigor histórico teatral. De esta forma, Denise Despeyreoux obtiene una propuesta distinta, con un sello de identidad propio, que mezcla lo digital con lo físico. Luego, a nivel interpretativo, hay una buena ejecución, pero se podría exprimir aún más la versatilidad actoral de los protagonistas. La puesta en escena tiene dinamismo, energía y se encuentra en constante movimiento, aunque la influencia digital debe todavía avanzar para brillar aún más. Igualmente, la ambientación da ese toque fantasmagórico humorístico, que es todo un disfrute. Las preguntas que se lanzan al aire sobre la creatividad teatral, que son respondidas por la metáfora histórica de la introspección artística.
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