Teatros del Canal estrenó Todas las canciones de amor el pasado 27 de enero, obra teatral protagonizada por Eduard Fernández. Con dirección de Andrés Lima, es una producción con el sello de Creación Canal. Así, la pieza busca homenajear a la figura de las madres, mostrando la reflexión de una mujer en la última etapa de su vida. Ha logrado un éxito de público y crítica, pudiéndose disfrutar hasta el 12 de febrero en la Sala Verde de Teatros del Canal.
Título: Todas las canciones de amor Título original: Todas las canciones de amor
Reparto: Eduard Fernández
Duración: 80 min. apróx. Dirección: Andrés Lima Dramaturgia: Santiago Loza, Eduard Fernández y Andrés Lima Autoría original: Santiago Loza
Productores asociados: Eduard Fernández, Andrés Lima, Joseba Gil y Pepe Iglesias Ayudante de dirección y fotografías: Laura Ortega Diseño vídeo creación: Miquel Raiò Diseño mapping: Emilio Valenzuela Escenografía y vestuario: Beatriz San Juan Diseño de iluminación: Valentín Álvarez (AAI) Diseño de espacio sonoro: Enrique Mingo Construcción escenografía: Mambo Decorados Director de producción: Joseba Gil (Check In Producciones S.L) Ayudante de producción: Celia Hervás Diseño del cartel: Eduard Fernández Comunicación: Pepe Iglesias (elNorte Comunicación)
Técnicos en gira: Director técnico: Juan Luis Moreno Técnico de iluminación: Manuel Ramírez Técnico de sonido y vídeo: Enrique Mingo Maquinista y técnico de sonido: José Peña Mánager en gira: Laura Ortega/Celia Hervás Producción: Eduard Fernández, Check In Producciones, Andrés Lima y Asuntos Culturales, en coproducción con los Teatros del Canal
Tráiler de 'Todas las canciones de amor'
Sinopsis de 'Todas las canciones de amor'
Todas las canciones de amor es un homenaje a una mujer, a una madre que dedicó su vida a cuidar a los demás, a hacer las camas, doblar las sábanas, cocinar, fregar, barrer, amar, callar….
Es una reflexión emocional de una mujer al final de un camino, un camino extraordinario, bello y terrible como la vida.
Nos habla desde su cocina, donde pintaremos sus recuerdos y su mundo interior, sus amores, su marido, su hijo, sus canciones de amor.
Cuando algunos hechos inexplicables se repiten una se da cuenta de que la realidad ha sido tomada por el asombro.
Desde ese asombro nos cuenta su historia, el olvido, el recuerdo y el amor. (TEATROS DEL CANAL).
El recuerdo y la maternidad
Eduard Fernández, Andrés Lima y Santiago Loza confluyen en el universo de Todas las canciones de amor, donde se realiza una oda emotiva hacia la figura maternal. Así, se construye un monólogo que parte desde las vivencias de la propia madre, quién realiza un ejercicio por las distintas facciones de su vida personal y familiar. Además, cada una de ellas viene encadenada por una canción que transmite ese aire a nostalgia que desea exponer. Por ende, se mezcla un género más costumbrista, que permite que el espectador conecte con las reflexiones a pie de cocina. No obstante, el lenguaje utilizado se mueve más en la lírica, donde se puede ver la importancia que se da a la musicalidad de las palabras y el cuidado del vocabulario elegido.
A pesar de su corta duración, el libreto consigue comprimir toda una vida, lo que da más humanidad y realismo a la pieza. Desde un inicio se ven distintas simbologías que son de carácter popular, uniéndose a más personales para dotar de personalidad al relato. Se valora muy positivamente el trabajo sentimental que desea regalar, sobre todo en el hilo que le une con su vástago. Asimismo, se aplaude las memorias de una relación no idílica con su entorno, que se cincela con una comedia bien medida, para dar descanso al público. Únicamente, hay algunos pasajes que se desarrollan a través de un enrevesado diálogo personal, que no logra arrancar y acaba por ralentizar el compendio general. Aun así, se comprende la dificultad de mantener en alza un monólogo en todo momento.
Espléndido Eduard Fernández
Una de las razones por las que merece la pena ver Todas las canciones de amor es el estupendo trabajo que hace Eduard Fernández. El actor no solo realiza una labor impoluta, donde se entrega en cuerpo y alma, sino que es una clase magistral de interpretación. Por tanto, externamente de las flaquezas que pueda haber en el texto, el compromiso y el talento de Fernández es innegable, tiene un cuidado con el más mínimo detalle, con el mínimo movimiento, es una exquisitez verle sobre las tablas. Además, se agradece que cambie totalmente de registro, que busque una voz, una manera de moverse que encaje a la perfección con esa madre a la que desea homenajear. Gracias a ello, no solo da verosimilitud, sino que se comprende todo el universo que hay detrás.
La transformación no se limita a un par de escenas álgidas, sino que incluso en aquellas donde hay más intimidad se permite lucirse en esos silencios que dan más impacto en la audiencia. A pesar de poder parecer que tener a un gran actor como Eduard Fernández es un éxito asegurado, debe comprobarse que su talento logra mostrarse en escena y en este caso se produce así. Hay escenas, como la decadencia emocional, el dolor, que Fernández escenifica de una manera absolutamente visceral, pero sin exageraciones innecesarias. Por tanto, su interpretación no es algo que se explique, sino que al igual que el propio concepto de la obra, ha de sentirse. Seguramente, se convierta en una de las mejores interpretaciones de la temporada, algo que premia no solo su esfuerzo y calidad como intérprete, sino también su compromiso.
La cocina, un universo
Cada vez hay más piezas teatrales que combinan la construcción espacial física con la utilización de los audiovisuales para obtener una puesta en escena más atractiva. En el caso de Todas las canciones de amor, se realiza una escenografía que plantea perfectamente el esqueleto de una cocina, uno de los lugares más personales de una casa. Ataviado de un blanco neutral, se intensifica esa personalidad de paz que busca el personaje, que se une a un significado cercano al recuerdo. Asimismo, sirve como superficie práctica para las proyecciones, que evita una construcción física de los electrodomésticos y dan mayor flexibilidad artística al espacio escénico. No son pocos los momentos en los que la proyección da más potencial al efecto visual, matizando y sacando partido a este elemento artístico sobre las tablas. Todo un acierto.
La selección musical es uno de los elementos más importantes del montaje, dado que es el leitmotiv que va a navegar por la propuesta teatral. Para empezar, hay que agradecer que no solamente se haya decantado por canciones en lengua española, sino que haya temas en otros idiomas, una elección muy acertada. Después, todas ellas son diferentes entre sí, pero logran compartir un mismo universo en el que fluye con coherencia. Por último, cada canción es una manera de cambiar de tercio y seguir yendo por las distintas islas personales que forman parte de esta madre. Por otro lado, el ritmo es como un tema nostálgico, no corre, no lo necesita, pero tampoco se excede en su parsimonia, por lo que es un tango lento, que deja espacio a dejarse invadir por las sensaciones. Una pieza personal, que logra momentos de auténtica lucidez y sentimiento.
Conclusión
Todas las canciones de amor es una oda a las madres, una mirada hacia la nostalgia de la maternidad, de la vida, del paso del tiempo, una carta honorable. Por tanto, la dramaturgia logra su mayor fuerte en el sentimiento, en el respeto, en la emoción. No obstante, hay pasajes en los que no logra levantar vuelo y no consigue la misma lucidez que en otros momentos. A pesar de ello, se suplen gracias a la magnífica interpretación de Eduard Fernández, está increíble. Un trabajo dramático impoluto, una de las mejores actuaciones de esta temporada. Por otro lado, la puesta en escena combina de una manera eficiente lo audiovisual con lo físico, siendo su mayor fuerte la selección musical. Un canto emotivo, íntimo, que logra crear una atmósfera sensitiva e interna, elevándose por la gran calidad artística de su intérprete.