"Todo empieza ahora": Un hombro en el que llorar

Todo empieza ahora nos presenta a dos vecinos que se conocen en el peor momento de sus vidas. Él es un hombre separado que comparte la custodia de su perro, y ella es una mujer casada a la que su marido ignora por completo. A lo largo de esta drama-comedia, explorarán el deseo de amor propio, el miedo al fracaso, y la falta de privacidad que hay en el edificio. Nunca es tarde para comenzar una nueva vida. (SOJO LABORATORIO TEATRAL). 

La soledad une

Andrés Fernández muestra una historia amable en Todo empieza ahora, donde reflexiona sobre la soledad desde una perspectiva agradable. Por ello, se valora positivamente que haya mantenido este cariz ligero a lo largo de la pieza, a pesar de tratarse temas que, a priori, podrían conllevar a un mayor dramatismo. Además, lo adereza con una comedia lenguaraz en varios momentos, algo que se ha convertido ya en sello de identidad del dramaturgo. No se puede negar que conoce sus puntos fuertes y es lo que le permite sacarles partido. De ahí que la ternura y el sentimiento de amistad embadurne la atención de los espectadores, quienes aprecian a esta extraña pareja.

Su sello de identidad es consolidar la imagen de relato de fácil acceso y que tras de sí haya una reflexión que cumpla con las expectativas del público y así lo hace. Con lo cual, no se puede decir que no da lo que promete. No obstante, para aquellos que busquen un revulsivo más allá del feel-good, podrían demandar algo con más aristas, pero en ningún momento es el fin de la pieza. Aun así, el final deja la sensación de que podría haberse desarrollado algo más la trama, quedándose como a medias. Pese a ello, ser fiel a su estilo y a su identidad es lo que permite que se pase un buen rato, donde las risas no faltan y deja una buena sensación tras abandonar el patio de butacas.

Vecinos unidos

Paula Martínez y el propio Andrés Fernández son los encargados de levantar Todo empieza ahora. En primer lugar, Paula Martínez muestra, una vez más, que se siente cómoda en el género de la comedia. No obstante, más comedida en esta ocasión, ofrece una interpretación que le da la posibilidad de desarrollar más una cotidianidad orgánica, sin llevarla a lo hilarante. Por este motivo, es interesante verla en este papel. A pesar de ello, puede echarse en falta algo más de la garra y la acidez que le ha caracterizado en otras obras, ya que no le permite explotar todo el potencial que tiene en sí.

Andrés Fernández, por su lado, aprovecha el conocer bien a su personaje, siendo una estrategia inteligente al saber de qué forma lucirse y cuáles son sus fortalezas a nivel escénico. Por ello, se aplaude la facilidad que tiene para meterse dentro de la excentricidad de su personaje, exprimiéndolo al máximo. También cabe destacar que no se limita a dejarse llevar la hilaridad que tiene, sino que lo equilibra con pinceladas emotivas con las que conecta con el público. Por otro lado, debe cuidar la rapidez con la que pronuncia las palabras, teniendo que evitar el unir dinamismo con velocidad, ya que puede haber momentos en los que le pase factura. Es importante saber qué esta diciendo en todo momento, así como poder jugar con el tono y la intención.

Un nuevo comienzo

La propuesta escénica de Todo empieza ahora se decanta por una estructura minimalista, emulando lo que sería un piso en mudanzas. A pesar de las limitaciones que pueda tener en la construcción del espacio, hay varios elementos que se aprovechan con inteligencia. Un ejemplo es el poyete, donde se apoya Paula Martínez, o la mesa en la que sucede la mayor parte de la acción. Aun así, a veces, menos es más, y se podría simplificar de forma que no se utilice en exceso la concesión del juego teatral en el que el espectador acepta todo lo que sucede en escena. Pese a ello, consigue un resultado plausible.

El diseño de iluminación es algo abrupto en algunos momentos, produciéndose algunas transiciones de una manera demasiado rígidas. Por otra parte, el ritmo de la obra es dinámico, hay una ligereza que se mantiene durante toda la pieza. Asimismo, la propia duración rema a su favor, dado que no se excede y tampoco le sobra nada, es perfecta para el entretenimiento que desea ser. Se podría equilibrar la acción en las distintas partes que conforman la pieza, ya que se puede ver una mayor concentración en la primera parte. En resumen, funciona en su conjunto, ofreciendo una experiencia tierna y amigable, que está dentro del conocido género del feel-good.

Conclusión

Todo empieza ahora es una comedia agradable, donde se disfruta la ligereza con la que afronta esta historia de amistad y soledad. Así, dibuja dos personajes cotidianos, que se enfrentan a la necesidad, a través de un toma y daca tierno y amigable. Paula Martínez y Andrés Fernández forman un buen tándem. La propuesta escénica cuenta con una composición minimalista, que saca partido a varios elementos en su acción. El ritmo y la duración son óptimos. Un canto a la amistad, que conoce su esencia y aprovecha esa energía reconfortante para dejar un buen sabor de boca.

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