Ya lo dijo el propio Tennessee Williams: “Toda la gente cruel se describe a sí misma como el parangón de la franqueza”. Considerado uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX y de los Estados Unidos, sus obras son ampliamente aclamadas. Uno de sus títulos imprescindibles es Un tranvía llamado Deseo, con el que obtuvo el Premio Pulitzer en 1948.
David Serrano, quien estuvo detrás de estupendas adaptaciones de musicales como Matilda o The Book of Mormon, se atreve a traer de nuevo a España este clásico contemporáneo, que se despide del Teatro Español este 27 de julio. Una versión que opta por llevar a sus personajes a esa Nueva Orleans de 1947, en una época en la que Estados Unidos recibía mucha inmigración procedente, especialmente, de Europa.
Crítica de 'Un tranvía llamado Deseo'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Un tranvía llamado deseo
Título original: Un tranvía llamado deseo
Reparto:
Blanche Dubois: Nathalie Poza
Stanley Kowalski: Pablo Derqui
Stella Kowalski: María Vázquez
Harold Mitchell: Jorge Usón
Eunice Hubbel: Carmen Barrantes
Pablo: Rómulo Assereto
Steve: Mario Alonso
Joven: Carlos Carracedo
Año: 2025
Duración: 180 min.
País: España
Autor: Tennessee Williams
Dirección y adaptación: David Serrano
Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda
Vestuario: Ana Llena
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo
Composición musical: Luis Miguel Cobo
Movimiento escénico: Carla Diego Luque
Ayudante de dirección: Montse Tixé
Ayudante de vestuario: Tania Tajadura
Producción Ejecutiva: Lola Graíño
Producción: Producciones Abu, Milonga Producciones, La Casa Roja Producciones, Teatro Picadero y Gosua
Tráiler de 'Un tranvía llamado Deseo'
Sinopsis
Tras arruinarse y perder la casa familiar, Blanche DuBois regresa a Nueva Orleans viéndose obligada a vivir en la casa de su hermana Stella, que está casada con el inquietante Stanley Kowalski. La pasión que surge entre ambos desemboca en una tragedia que evidencia la diferencia entre realidad y delirio.
Una gran obra que aborda el choque entre la ilusión y el realismo y define el teatro de los años 40 norteamericanos, convirtiéndose en un clásico para las generaciones siguientes. Un viaje por Nueva Orleans a través de un tranvía con dos paradas -Pasión y Muerte- entre las que los protagonistas deben decidir; dos estaciones que definen el trágico e inevitable destino al que se dirigen.
El reto de adaptar un clásico contemporáneo
Un tranvía llamado Deseo es una de las obras cumbre de la literatura norteamericana. Lo fascinante es su universalidad, transformando este retrato del cambio de ciclo social en el sur de los Estados Unidos en una tragedia de estilo griego y atemporal, en la que el público es testigo del descenso a los infiernos de Blanche DuBois, contradicha entre su propia atracción y repulsión por su cuñado, el esbelto Stanley Kowalski.
En la mente colectiva está la versión cinematográfica que dirigió Elia Kazan en 1951 y que protagonizaron Vivien Leigh, Marlon Brando, Kim Hunter y Karl Maden. Ganadora de cuatro Premios Oscar, Leight lograba su segunda estatuilla 12 años después de deslumbrar como la icónica Escarlata O’Hara de ‘Lo que el viento se llevó’.
En esa línea, David Serrano adapta con esmero esta obra maestra, en la que se siente el deseo por reproducir minuciosamente esa Nueva Orleans de finales de los años 40. El director también se encarga de la adaptación y se aprecia su mano para las cuidadas escenografías.
La atmósfera de la Nueva Orleans de 1947 gracias a su escenografía y apartado técnico
Si bien, los actores están fascinantes, es su escenografía la que termina de introducir al público en esa espiral de delirio y deseo, obra de Ricardo Sánchez Cuerda. La reproducción del vecindario donde viven Stella y Stanley permite sentir esa sensación de barrio a las afueras y de aspecto arrabalero.
Y en esa atmósfera, irrumpe una magnífica Nathalie Poza, mimetizada en Blanche DuBois. La protagonista de esta historia es una mujer desequilibrada que se envuelve en un mundo de fantasía en un mundo idealizado en el que su familia sigue siendo parte de la flor y la nata de la élite social de Misisipi, con ella siendo una elegante socialité que toma el té con la alta aristocracia europea y la burguesía de la zona, envuelta en perfumes y sedas.
Poco a poco, se va viendo que detrás de esos aromas y telares hay remiendos o agua para alargar la vida de las fragancias. O cómo el olor a lavanda y naftalina deja entrever que esas caras pieles lucieron mejor en otra época. En ese descenso, Serrano hace una radiografía magnífica de la sociedad estadounidense de la época, en la que enfrenta a las sedas de antaño con la sencillez de la mezclilla.
En ese choque de clases, David Serrano sabe mostrar el origen del desequilibrio mental de Blanche, de cómo el rechazo a la homosexualidad de su marido y el posterior suicidio de él le hacen entrar en una espiral de vida disoluta que no encaja en lo que se espera de una socialité de su rango.
Nathalie Poza se corona como Blanche DuBois
En medio, el deseo y la atracción por la rudeza están en Kowalski. Pablo Derqui defiende con esmero la rudeza que debe tener este personaje, cuyo carácter polaco queda soterrado en una mezcla de estallidos de ira y contención, como si esta versión fuera más sibilina a la hora de enfrentarse a su cuñada.
En medio, Stella, con María Vázquez transmitiendo naturalidad en esa transformación de mujer de clase alta que termina aceptando su destino como mujer casada con un obrero, del que se siente atraída por ese carácter tan animal que tiene. Por otro lado, está Jorge Usón como Mitch, uno de los personajes que mejor ha defendido el zaragozano sobre las tablas. En ese hombre afable que termina tornándose oscuro cuando descubre la verdad de Blanche.
David Serrano sabe dosificar la violencia de la obra original, creando momentos de mayor impacto visual. Ayudado por un reparto espléndido y una puesta escena que evoca directamente a sentir el espíritu de Tennessee Williams sobre las tablas, se está ante una notable adaptación que recuerda a la que hizo Mario Gas 14 años atrás en el mismo Teatro Español.
Conclusión de 'Un tranvía llamado Deseo'
Como sucedió con Vicky Peña en 2011, Nathalie Poza entra en ese olimpo de actrices que han sabido meterse en la piel de Blanche DuBois, haciéndola completamente suya, como hicieron también otros grandes nombres como supieron defender este papel en el teatro como Jessica Tandy, Cate Blanchett, Bibi Andersson, Isabelle Huppert o Gillian Anderson.
Un tranvía llamado Deseo cierra con broche de oro la temporada teatral 2024-2025 del Teatro Español. Una obra maestra que es llevada estupendamente de nuevo a las tablas con David Serrano, con unos actores entregados, una puesta en escena y un apartado técnico exquisito. Imposible no rendirse a adaptación que demuestra que la mirada única de Tennessee Williams está más viva que nunca.
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