Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta vuelven a unir fuerzas con Una noche sin luna, después de su éxito "Un trozo invisible". Desde noviembre de 2020, la obra ha ido visitando distintas ciudades de la geografía española. Finalmente, este 17 de junio hacía parada en la Sala Principal del Teatro Español, donde se mantendrá en cartel hasta el 11 de julio de 2021. Esta pieza es considerada una de las obras más esperadas de la programación de 2020-2021 del Teatro Español, agotando la mayoría de funciones en su paso por el mítico espacio madrileño.
Título: Una noche sin luna Título original: Una noche sin luna
Reparto: Juan Diego Botto
Duración: 100 min. apróx. Dirección: Sergio Peris-Mencheta Dramaturgia: Juan Diego Botto Escenografía: Curt Allen Wilmer (AAPEE), con estudiodeDos Iluminación: Valentín Álvarez (AAI) Vestuario: Elda Noriega (AAPEE) Espacio sonoro: Pablo Martín Jones Música original: Alejandro Pelayo Atrezzista: Eva Ramón Ayudante de iluminación: Raúl Baena Fotografía de escena: MarcosGPunto Ayudante de dirección: Xenia Reguant Producción: La Rota Producciones, Barco Pirata Producciones y Concha Busto Producción y Distribución
Tráiler de 'Una noche sin luna'
Sinopsis de 'Una noche sin luna'
Una noche sin luna es una pieza conmovedora y sorprendente que nos habla de Lorca desde una sensibilidad del siglo XXI, como si el propio Federico estuviera hoy aquí entre nosotros.
Con esta obra, nos acercamos a los aspectos menos conocidos de la vida y la obra de Federico García Lorca. El viaje que plantea la función no es un viaje arqueológico sino una forma de conocer, a través de su obra, nuestra propia realidad. De esta manera, la obra se convierte en una pieza viva, atrevida y dinámica. Así, la palabra de Lorca, su vida y su mundo, sirven de espejo del nuestro.
La obra recoge entrevistas, charlas y conferencias de Federico García Lorca, así como fragmentos de sus obras y algunos de sus poemas. A través de estos y de la dramaturgia de Juan Diego Botto, es el propio Lorca quien, en primera persona, nos acerca a su mundo.
Con mucha ironía, emotividad y sentido del humor, el autor va relatando su paso por la residencia de estudiantes, las críticas recibidas por Yerma, su experiencia en La Barraca, su relación con la prensa, sus amores, la tensión de sus últimos años y, con todo ello, nos vamos acercando a temas como el papel de la mujer bajo su mirada siempre poética y reivindicativa, la necesidad de la libertad artística y de expresión, la lucha por la libertad de identidad sexual o la importancia de la memoria y las raíces. (TEATRO ESPAÑOL).
Atemporal y universal
Hablar de Federico García Lorca es introducirse en una realidad que fluctúa entre la ficción de sus obras y la crudeza de su fatal destino. Sin embargo, el poeta fue mucho más que el icono y la figura que es recordada hoy en día. Y, por tanto, no siempre es fácil homenajear su figura fuera de sus títulos más míticos. Por ello, Una noche sin luna se convierte en una propuesta genuina, que busca reivindicar su persona, pero al mismo tiempo no se aleja de aquello que hizo al granadino único. De esta forma, se puede ver el gran talento de Juan Diego Botto, quien no solo posa su inteligencia emocional, sino también la pasión y emoción que se palpa de principio a fin. Con lo cual, el espectador puede sentir totalmente cercano a Lorca, y ser un compañero activo en lo que se transmite en la escena.
Botto no se dedica a hacer una reconstrucción de los hechos, sino que los extrapola a una realidad actual y moderna. La razón que se puede intuir es la familiaridad de desmitifcar las formas, para exponerlas en la fragilidad de no ser un dios, sino una persona. Por ende, los sentimientos emergen durante muchos momentos, al sentir al poeta como un amigo, un hermano o un enamorado. Además, ayuda mucho el no buscar una estructura lineal, que hubiera estandarizado la historia, sino otorgarle una telaraña narrativa que triunfa. Las entrañas del sentimiento se transportan en una reconstrucción personal e íntima, que culmina con un final romántico al son de la naturaleza del propio Lorca. Como punto imprescindible e importante, es la reflexión de la importancia de la memoria histórica de un país. Lógicamente, hay pinceladas de teatro político, pero las cuales no desdibujan absolutamente el fin del relato.
En el corazón del poeta
A lo largo de estas últimas décadas no son pocos los actores que se han metido en la piel de Lorca, por lo que Juan Diego Botto tenía un reto personal en Una noche sin luna. El hispano-argentino se deshace de cualquier artilugio, para traer una versión del artista más pura e interna, con una sensibilidad que le permite expresarla hacia los espectadores. Cuida absolutamente todos los detalles, inclusive la forma de expresarse, sin caer en ningún cliché y no siendo una interpretación superficial o banal. De igual manera, se ve un estudio importante en la forma de moverse sobre el escenario, al mismo tiempo que controla al milímetro la expresión física y corporal. En ningún momento abandona la mimetización con su interpretación de Lorca, sin necesidad de una caracterización calculada. Al igual que el barco de Teseo, el secreto está en lo que hace sentir.
Al mismo tiempo, Botto debe sostener la obra por sí solo, al no contar con ningún actor más sobre el escenario. A pesar de ser una decisión algo arriesgada, tras ver la obra, no se puede negar que ha sido la más acertada. Esa transmisión de cercanía y familiaridad es el punto de conexión directo hacia el público. Además, el reto del actor no es solamente dar vida a la figura que se homenajea, sino también recorrer la escena desde distintas miradas. Por lo cual, sorprende la elocuencia y naturalidad con la que resuelve cada uno de los cambios de energía, siendo un auténtico espectáculo de pura interpretación. Es lógico que esta pieza teatral sea uno de los mejores trabajos de Botto, ya que es un auténtico maremoto de conmoción y frenesí. Una ofrenda dramática elevada al máximo nivel.
La performance de la vida
El primer contacto que mantienen los asistentes con Una noche sin luna puede provocar extrañeza y sorpresa, según el nivel de ingenuidad que haya en la persona. No obstante, pese a ser más o menos inocente, es un comienzo que define perfectamente el tono de la obra. En ese momento, se descubre que el paralelismo entre actualidad y pasado va a ser uno de los aspectos más importantes de la pieza. A nivel estético, hay un dinamismo perpetuo, al haber una continua transformación, que eleva la calidad de la composición. Los elementos sobre el escenario, se van transformando, dejando tras de sí una serie de símbolos que hablan por sí solos. Al mismo tiempo, sirven de apoyo ante la explosión dramática del trabajo del actor, redondeando el matiz que se les da a cada una de las escenas.
Las transiciones y los viajes entre los recuerdos y el ahora se producen de una manera totalmente orgánica, lo que permite un ritmo muy bien trabajado. Al mismo tiempo, aplaudir las decisiones artísticas, como la elección de la disposición de los objetos y los colores usados en los aspectos principales de la propuesta. Es un ejemplo de la necesidad de transformar ciertas partes visuales, pero sin tener que esperar a una metamorfosis completa, sino que se sobreentiende y comprenden los cambios fácilmente. Además, es innegable la gran elaboración de lo que podría parecer una composición espacial más minimalista, pero que termina enseñando la dificultad que hay en ella. Por otra parte, el movimiento y la coreografía encajan sus piezas de una forma elegante, completando un conglomerado a la altura de la calidad del texto. Una puesta en escena que forma un combo extraordinario con la dramaturgia.
Conclusión
Una noche sin luna es una de las obras que han sabido llegar al interior de Federico García Lorca. No es solo un homenaje, sino una obra teatral que emociona por la calidad humana, emocional y real que hay sobre el tratamiento de los hechos que se narran. También cabe destacar el paralelismo exquisito entre el ahora y el entonces. Asimismo, Juan Diego Botto está excelente, dejándose el alma en el escenario y acogiendo todo ese maremoto interpretativo. Una actuación brillante. De la misma manera, la puesta en escena encumbra el relato con una elegancia y cuidado al mínimo detalle, que crea una sinergia total con el texto. Lorca se levanta ante una obra absolutamente humana, que llega al interior de la emoción y de la necesidad de recordar.