Eliza Schroeder llega con su ópera prima bajo el nombre de Una pastelería en Notting Hill. Después de producciones televisivas como "The Gigolo", se ha lanzado a la gran pantalla con una propuesta muy gastronómica y dulce. Para ello ha contado con Jake Brunger como guionista, que también debuta en el cine con este título. Además, el reparto principal ha estado capitaneado por Celia Imrie, seguida de Rupert Penry-Jones, Shelley Conn o Bill Paterson, entre otros. Sin duda, será una delicia para los amantes del feel-good romántico. Llega el 25 de septiembre de 2020 a los cines españoles.
Crítica de 'Una pastelería en Notting Hill'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Una pastelería en Notting Hill
Título original: Love Sarah
Reparto:
Celia Imrie (Mimi)
Shelley Conn (Isabella)
Shannon Tarbet (Clarissa)
Rupert Penry-Jones (Matthew)
Bill Paterson (Felix)
Año: 2020
Duración: 97 min
País: Reino Unido
Dirección: Eliza Schroeder
Guion: Jake Brunger
Música: Enis Rotthoff
Fotografía: Aaron Reid
Género: Drama
Distribución: Filmax
Tráiler de 'Una pastelería en Notting Hill'
Sinopsis de 'Una pastelería en Notting Hill'
Una pastelería en Notting Hill es una emotiva historia de superación de tres mujeres que consiguen vencer sus diferencias y aliarse para cumplir un sueño en común. Decidida a cumplir el sueño de su difunta madre de abrir una pastelería en Notting Hill, la joven Clarissa pide ayuda a la mejor amiga de su madre, Isabella, y a su excéntrica abuela, Mimi. Estas tres generaciones de mujeres necesitarán superar el dolor, las dudas y las diferencias para honrar el recuerdo de su amada Sarah mientras se embarcan en un viaje para establecer en Londres una tienda llenar de amor, esperanza y coloridos pasteles. (FILMAX).
Dónde se puede ver la película
El glaseado edulcorado
Eliza Schroeder debuta en el largometraje cinematográfico con Una pastelería en Notting Hill, con un guion de Jake Brunger. La película parte ante un hecho fatídico, como es la pérdida de Sarah, una madre, hija y amiga, viéndose sus sueños de abrir una pastelería truncados. A partir de esta premisa, el guion va tejiendo una tela de araña en torno al círculo familiar y personal de Sarah, dibujando ese duelo emocional que emociona fervorosamente. Sin embargo, este primer contacto, durante el primer tercio del film, se pierde después en unas líneas más cercanas al feel-good y la comedia romántica, que al propio drama cotidiano y personal. Por lo cual, acaba por sucumbir por una trama más acorde a la simpleza y a la ternura más fácil, sin buscar profundizar en el dolor y en la necesidad de reinvención.
A pesar de mostrar el concepto del legado y cómo el perdón se diluye en unas experiencias vitales, cae en una edulcoración en la resolución de los conflictos. De esta forma, a partir de la segunda mitad de la película, se expanden las líneas narrativas hacia una historia romántica, donde el amor todo lo puede. Por ende, envuelve el relato principal en una dosis de pastelosa narrativa, que hace que sea accesible para todo tipo de públicos, pero no vaya más allá. Aun así, deja un poso agradable y ameno, un entretenimiento plausible, que busca la sonrisa del espectador. Inclusive, explota ciertas pinceladas de una mirada femenina con sus principales protagonistas. En consecuencia, sabe perfectamente cuál es su público y deja esas dosis de melodrama de guilty pleasure suficientes para encandilar hasta el final, pese a su exceso de azúcar y oportunismo en su resolución.
Tres generaciones
Las encargadas de llevar la voz cantante en Una pastelería en Notting Hill son Celia Imrie, Shelley Conn y Shannon Tarbet. Para comenzar, Imrie se encuentra en plena forma, con una fuerza en escénica sorprendente, que empasta a la perfección con la sensibilidad y caparazón de su personaje. Aunque no exige un nivel de interpretación exhaustivo, le da una naturalidad luminosa, que permite conectar con el espectador. De la misma forma se muestra Conn ante la pantalla, que, además, en su caso, explota llevar un mayor peso dramático. Sin embargo, esa soltura y picardía, se ven opacadas por los momentos más románticos, dado que se deja influenciar en exceso por el buenrollismo que acompaña al film. Pese a ello, no deja de dar un trabajo actoral más que notable y con una sinergia particular.
Después, Tarbet es, tal vez, la que menos potencial demuestra en escena, quedándose en un segundo plano, ante la energía que desprenden sus compañeras de reparto. Por lo cual, pese a cumplir con su papel, no explota su talento ante la pantalla y se abstrae ante un plano más superficial. Por otro lado, el elenco se completa con Rupert Penry-Jones y Bill Paterson. En el caso del primero, realiza su función de casanova sin problemas, sabiendo jugar con este tipo de personajes y lo que se quiere transmitir. Por este motivo, no sorprende su papel en escena, pero tiene carisma y eso equilibra la falta de mayores matices en su interpretación. Luego, Paterson forma parte de una colaboración tierna, que favorece y subraya la interpretación de Imrie. Con lo que, ambos forman un buen combo actoral.
Azúcar espolvoreado
El recuerdo que emana de Una pastelería en Notting Hill es de las películas románticas al uso, con los giros dramáticos y esa estética en tonos claros y suaves. Por consiguiente, el film parte de un sello de identidad muy en sintonía con este tipo de producciones, en los que no se apuesta por una mirada más arriesgada. Por un lado, la dirección fotográfica sigue un estándar en cuanto a su ejecución entre la acción, dando mayor valor al universo formado en la pastelería. Aun así, no destaca como un recurso expresivo por sí solo, sino que necesita de la palabra para captar la atención. De igual forma ocurre con la dirección artística, que se focaliza en todo ese mundo gastronómico, que tiene coherencia detrás de esta estrategia, pero hay momentos en los que se excede ese escaparate de dulces.
Ese concepto edulcorado de los elementos plásticos se ve acentuado por el carácter más ‘fresa’ en torno a las situaciones que se plantean. De ahí que, el montaje haya apostado por una organización fluida, simpática y sin grandes efectos sensitivos. En consecuencia, sigue una parsimonia que puede resultar agradable, pero que cierta parte de la audiencia puede considerar demasiado regular. Aun así, se puede ver que ha sabido captar el espíritu que se había planteado y mantiene esos golpes cómicos, que relajan el ambiente y dejan respirar la historia espolvoreada con azúcar. Por lo cual, han sabido cumplir su objetivo, demostrando una coherencia visual en sintonía con el guion, que acaba siendo un pastel pasado de dulce. No obstante, igualmente se disfruta sin ningún problema del film, dejando un buen sabor de boca tranquilamente.
Conclusión
Una pastelería en Notting Hill es una película que termina siendo una mezcla de drama romántico y feel-good. Por un lado, el guion se recrea en una ternura familiar e interpersonal, que se excede en el exceso de azúcar en varias partes del film. Por otro, deja momentos muy cercanos, que llegan a la intención de entretener y dejar una sensación agradable en el espectador. Después, el reparto principal cumple su función y entra de lleno en la personalidad del film, con unas interpretaciones livianas y suaves. A nivel técnico, se adentra en unos colores suaves, con una puesta en escena muy gastronómica y un ritmo ameno. La apertura a un mundo lleno de edulcorante, que se convierte en un entretenimiento afable.
Reportaje de Una pastelería en Notting Hill en Días de Cine TVE
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