"Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos": Cruzando el universo

Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos nos presenta a una mujer que llega a la edad media de la vida como una paria emocional en el planeta Tierra. Después de las apps de citas y del sexting, de aprender palabras como ghosting o stalkeo, se cree incapaz de vivir una nueva experiencia erótica. Pero la edad media de la vida puede ser tan tenebrosa como la Edad Media. La irrupción de un nuevo amor es sólo comparable a un avistamiento nocturno, a un aterrizaje OVNI, a un contacto alienígena... Un acontecimiento sobrenatural capaz de devolver a una mujer al pensamiento mágico. (NAVE 10 MATADERO). 

La soledad

El amor es uno de los temas universales por excelencia, una de las preocupaciones humanas que más páginas ha ocupado a lo largo y ancho de la historia. María Velasco trae su propia reflexión en Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos, un monólogo experimental que triunfa por la gran inteligencia que desarrolla en ella. La agudeza de la comedia y la acidez del sarcasmo se hacen patentes desde el primer minuto, la forma de hilvanar diferentes temas que resuenan en la mente del espectador es fantástica. A lo largo de la pieza, el público cae rendido ante las conclusiones, preguntas y dilemas que enfrenta su protagonista, demostrando el alto nivel narrativo que hay.

Un análisis social de la situación de muchas personas tras una crisis personal, mediante cualquier índole, poniendo especial énfasis al amor romántico. Sin embargo, no se queda ahí, va mucho más allá, desarrolla un lenguaje propio, una tesis que va llegando a diferentes canales para desembocar en ríos de auténtico debate. No es políticamente correcta, no es una obra al uso, generalista, sino que aporta frescura y liberación. Sin duda, una gran sorpresa, que ofrece la búsqueda de algo genuino, algo fuera de la común. Únicamente, alguna parte con menos dinamismo da algo más de parsimonia, pero es algo efímero y temporal que no afecta en demasía a su conjunto. En general, es una obra magnífica.

La crisis

Uno de los pilares fundamentales de Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos es su elenco, formado por Maricel Álvarez y Carlos Beluga. En primer lugar, Maricel Álvarez se entrega al completo en la obra, maneja a la perfección el estilo de la pieza, sabiendo sacar partido al humor y a la comedia que le ofrece. Por ello, encandila a los espectadores con su trabajo dramático, dejándose llevar, jugando, fluyendo, confiada en lo que está haciendo. En resumen, una interpretación espléndida. Junto a ella, Carlos Beluga se formula como un partenaire, que cumple con su función, con carácter, personalidad. Además, se come los momentos musicales, los aprovecha al máximo y desprende una energía muy visceral que sienta bien a la pieza.

La puesta en escena de la obra hace honor a su nombre y se combinan colores y estética futurista, con la cotidianidad que se presenta en el texto. Gracias a ello, se forma una personalidad interesante a nivel técnico y artístico, que se sale de la norma. La escenografía se divide en diferentes espacio, pero sin alborotar, dejando espacios libres para el movimiento. Por otra parte, aplaudir el diseño del casco de astronauta y la máscara alienígena, así como el diseño de iluminación, ambos son realmente una de las joyas de la corona. El ritmo es fluido, dinámico, en la mayor parte del montaje. No obstante, los números musicales pueden resultar algo repetitivos en algunos momentos, sobre todo en el final, no llegando a la catarsis que ya se había logrado previamente. Aun así, el conjunto arriba a muy buen puerto.

Conclusión

Vendrán los alienígenas y tendrán tus ojos es una reflexión en torno al amor, la vida, el sentir, el pensar, aderezado con una inteligencia y humor de alto nivel. El libreto se mueve en el sarcasmo, la comedia, combinado con una cotidianidad y preguntas que conectan instantáneamente con los espectadores. Muy perspicaz. El elenco logra un trabajo magnífico, con un compromiso brutal y haciendo al espectador partícipe de su fluidez y juego escénico. La puesta en escena logra una personalidad que llama la atención, sobre todo aquella que combina lo experimental. Algún número musical es repetitivo. Aun así, el conjunto es de gran nivel y deja muy buena sensación. Como diría Massiel, “el amor es un rayo de luz indirecta, una gota de paz, una fe que despierta” y esta obra consigue transmitir todo ese remolino de sensaciones con carcajadas y pensamientos incluidos.

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