Alias (AKA) es un thriller de acción francés que combina en su trama elementos tales como infiltrados, mafias y terrorismo islámico. El director es el debutante en el largometraje Morgan S. Dalibert. En el reparto encontramos a Alban Lenoir (La bala perdida, BigBug) y a Eric Cantona (Buscando a Eric, The Salvation). Se estrena en Netflix el 28 de abril de 2023.



Alias película

Crítica de 'Alias' 

Ficha Técnica

Título: Alias
Título original: AKA

Reparto:
Alban Lenoir (Adam Franco)
Eric Cantona (Victor Pastore)
Noé Chabbat (Jonathan)
Thibault de Montalembert (Kruger)
Saïdou Camara (Pee Wee)
Lucille Guillaume (Hélène)

Año: 2023
Duración: 122 minutos
País: Francia
Director: Morgan S. Dalibert
Guion: Morgan S. Dalibert, Alban Lenoir
Fotografía: Florent Astolfi
Música: Etienne Forget
Género: Thriller. Acción
Distribuidor: Netflix

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IMDB

Tráiler de 'Alias'

Sinopsis

En este intenso thriller de acción, un agente especial se infiltra en una organización criminal y entabla una inesperada amistad con el hijo del jefe. (Netflix España)

Dónde se puede ver la película en streaming



Un profesional letal

Alias empieza, en sus primeros diez o quince minutos, planteando sin titubeos varios de sus ejes centrales. Vemos un turbia operación encubierta en Libia y un atentado islámico en suelo francés. ¿El nexo común? Un agente de operaciones especiales, Adam Franco (Alban Lenoir). Tras acabar su última misión le será encomendada la siguiente: infiltrarse en la organización del hampón Victor Pastore (Eric Cantona) que parece estar en buenos términos con un terrorista a punto de atentar en Francia. De este modo se descabeza a un mafioso y se evita una probable matanza.

Adam es una máquina letal a sueldo de la inteligencia francesa capaz de neutralizar enemigos prácticamente moviendo una uña. Es, además, un tipo serio, muy serio, incapaz de componer un rictus o un gesto de cierta complejidad. No le cuesta mucho trabajo infiltrarse en la organización de Pastore, un circunspecto mafioso con problemas dentro y fuera de su familia. Los hechos que se desencadenan llevan a que Adam y a Jonathan (el hijastro de Victor Pastore), apenas un preadolescente, entablen una relación de afecto en el que el agente infiltrado es algo así como la figura de un hermano mayor.

Entretanto, Adam se gana el respeto de los Pastore y sus secuaces a base  de repartir estopa en grandes y brutales cantidades, dejando un reguero de fracturas y hemoglobina a su paso. Y es aquí donde encontramos el tono que define a gran parte de Alias.

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Violencia seca y en frío

Alias, a diferencia de gran parte de los thrillers norteamericanos, destaca por utilizar una violencia dura, seca, sin adornos, ni colorantes. Menudean los estallidos violentos donde los golpes realmente duelen, y además son recogidos de manera naturalista a través de la cámara. Quizá esta sea la mejor virtud que puede ofrece la película, toda vez que el resto de elementos son muy estándar. En realidad, la película cumple con la idea que podamos pensar de ella, como si tuviéramos que ir tachando de una lista los lugares comunes imprescindibles.

Así con todo, el arco correspondiente a la relación entre Adam y el hijastro de Victor Pastores es el menos común de todos. También el más desubicado; como llevando a la película a lugares sobrantes. Quizá el avispero de relaciones que Adam va conformando adolece de un remate adecuado en la mayoría de los casos. Particularmente en lo que a la familia Pastore se refiere. La vinculación entre el infiltrado y el medio donde se cuela es importante, y en Alias la cimentación y el remate podían haber sido mejores.

Se sentirán cómodos en este thriller los amantes de los ambientes sórdidos, suburbiales. propios del lumpen más lúgubre. No se escatiman lugares de mala nota, y cuando hace falta tirar de realismo sucio la película no decepciona. Además juega con conceptos como el narcotráfico o potenciales terroristas radicalizados sin excesivos adornos, yendo al hueso del asunto. Con un tono frío y gris quizá propiciado por algún resto de adn de la herencia del cine polar francés.

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Las varias historias de Alias

El guion de Alias se subdivide en varias líneas argumentales. De un lado tenemos la políciaca propiamente dicha, y que tiene que ver con el proceso de infiltración y mímesis de Adam dentro del clan Pastore. El mencionado proceso es algo esquemático pero solvente, aunque quizá podría haberse recurrido a una mayor cantidad de suspenso. Además, el operativo de la inteligencia francesa no es prodigio de organización o eficiencia.

Otro recoveco atañe a la relación entre Adam y Jonathan Pastore, el hijastro de Victor. No sé si existiría la idea de hacer algo tierno, pero en ese aspecto escasea. En esta fase de la película el infiltrado es como un hermano mayorzón, un pedagogo de los mamporros que enseña al niño a que no le avasallen los acosadores de su colegio. Además el chaval se siente bastante solo porque en su entorno todo el mundo está ocupado haciendo cosas de gánsteres. Esta amistad engloba una sección que puede recordar, salvando unas cuantas distancias, a El fuego de la venganza (2004), de Tony Scott.

El culmen de los momentos de acción son aquellos que tiene que ver con los chanchullos de narcotráfico y la amenaza terrorista. Alias se mueve como a escopetazos, alternando fases fases de relativa calma con otras altamente violentas. Particularmente hay dos situaciones que destacan en este aspecto. Los momentos explosivos son contundentes, y resulta encantador que durante unos cinco minutos Alias quiera ser The raid (2011). Pero no de forma contínua. Hay buenas intenciones en cada uno de los aspectos mencionados, pero ninguna culmina de forma redonda.

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Elenco de Alias

Dentro del reparto es posible que lo que más no suene sea Eric Cantona. Una estrella de Manchester United de los 90, recordado en buena medida por una patada voladora que arreó a un hooligan que le estaba insultando. Ya daba cierta imagen dura en un célebre anuncio de Nike durante aquellos años, en el que vencía al diablo con chut  zurriagazo propinado por la antedichas zapatillas. Después ha participado en una retahíla de películas, cuyo mayor exponente quizá sea Buscando a Eric (2009) de Ken Loach, donde se interpretaba a sí mismo en forma de beatífica aparición working class hero para ayudar a un hombre en apuros.

En Alias se presencia es menor de lo que se presuponía y también menor de lo conveniente. A falta de una expresividad mayor tiene una presencia y una mirada torva muy útiles para interpretar a un hampón. Sin embargo, lo sinuoso del guion hace que el personaje se acabe diluyendo. El desempeño del ex futbolista es cumplidor, exento quizá de matices, pero con personalidad. Y es que el verdadero protagonista es Alban Lenoir, un ex doble de acción, que en Netflix ya tiene dos producciones de acción: la dupla de películas de Bala Perdida.

Alban Lenoir lleva el hieratismo a cotas realmente altas. Su personaje es callado y no suele cambiar de gesto a menos que sea estrictamente necesario. Ya mencionábamos al cine polar francés, pero no es lo mismo la presencia de Alain Delon, que la de Alban Lenoir. Su historia se explica muy brevemente, quizá llegamos a entender un poco al infiltrado. También es un personaje en busca de redención. También cabría hablar de Noé Chabbat haciendo del amigo infantil de Adam. Da lo preciso, no más. O sea, consigue dar el nivel de lastima y achuchabilidad adecuados.

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Factura técnica de Alias

Tras Alias, hay mejor dirección que guion. Lo que quedará en nuestras retinas, si acaso, son las apañadas escenas de acción y un punzante uso de la violencia. Las peleas de Alban Lenoir también destacan sobre otras materias como, p.ej, los. tiroteos. Destaca una en el cuarto final de la película que está cerca de rozar un tour de force notable.  El aspecto de la película es gris, y salvo la mansión de Víctor Pastore (que no es que sea un sitio muy alegre) recoge un ambiente de tugurios, macarras, maleantes y demás selectas variantes de los más sórdido de los resquicios de París. Hay además un meritorio punto de verosimilitud.

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Conclusión de 'Alias'

Alias tiene sus poderes en la creíble ambientación y en la contundente ejecución de sus escenas de acción. El problema es que ello sirve de asiento a un guion mejorable, que va saltando de arco en arco, sin rematar satisfactoriamente casi ninguno de ellos. Además la historia no avanza con la debida fluidez y las dos horas se nos hacen algo largas. Dentro del nicho de aficionados a los thrillers criminales, con algo de crítica política, sí puede encontrar acomodo en una tarde sin muchos quehaceres.

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