Balada triste de trompeta, una historia llena de violencia que tiene lugar durante el franquismo, y que, para su director Álex de la Iglesia (Perfectos desconocidos) es la imagen que tiene de aquellos años, una auténtica pesadilla. Una trama muy del estilo Quentin Tarantino, donde desquiciados payasos dejan a su paso un vendaval de brutal y delirante violencia, excesiva y pasada de rosca para unos, estimulante y auténtica para otros, condimentada con un negro sentido del humor que retrata una también negra España franquista.



Balada triste de trompeta

Crítica de 'Balada triste de trompeta'

Ficha Técnica

Título: Balada triste de trompeta
Título original: Balada triste de trompeta

Reparto:
Carlos Areces (Javier)
Antonio de la Torre (Sergio)
Carolina Bang (Natalia)
Santiago Segura (Padre-Payaso tonto)
Alejandro Tejería (Motorista-fantasma)
Terele Pávez (Dolores (Vet.))
Alfonso Aragón 'Fofito' (Payaso listo)
Sancho Gracia (Coronel Salcedo)
Manuel Tejada (Jefe de pista)
Fernando Guillén Cuervo (Capitán miliciano)
Manuel Tallafé (Ramiro)
Enrique Villén (Andrés)

Año: 2010
Duración: 107 min.
País: España
Director: Álex de la Iglesia
Guion: Álex de la Iglesia
Fotografía: Kiko de la Rica
Música: Roque Baños
Género: Comedia negra
Distribuidor: Warner Bros Pictures España

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'Balada triste de trompeta'

Sinopsis

En 1937, en plena guerra civil, tropas republicanas irrumpen en un circo, durante el espectáculo, con el objetivo de reclutar a sus empleados para luchar contra las tropas nacionales. Mucho tiempo después, en los últimos años del franquismo, dos payasos (Carlos Areces y Antonio de la Torre) luchan por el amor de una atractiva trapecista (Carolina Bang).

Dónde se puede ver la película en streaming



Payasos sin corazón 

Lo que parece el típico triángulo amoroso se convierte aquí en una metáfora brutal sobre la locura colectiva de un país que nunca ha sanado sus heridas. Balada triste de trompeta avanza como un torbellino de imágenes extremas, diálogos llenos de resentimiento y una violencia que no es gratuita, sino profundamente simbólica. Es una historia de pasiones malditas, de traumas heredados, de personas rotas por dentro, una ópera bufa con el alma de tragedia griega.

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El caos como lenguaje

Álex de la Iglesia dirige con una libertad que raya en lo suicida. El ritmo es vertiginoso, casi febril, y la puesta en escena se mueve entre el barroquismo visual y la caricatura enfermiza. De la Iglesia no teme caer en el exceso porque sabe que el exceso es el tono justo para contar esta historia, cada escena está cargada de una energía desbordante, como si el director no pudiera contener todo lo que quiere expresar, y, sin embargo, hay método en su locura.

Balada triste de trompeta no pierde el control, aunque se lo haga creer al espectador, y en medio del caos, aparecen momentos de una lucidez dolorosa. Pocos directores se atreven a usar el lenguaje del cómic, del circo y del melodrama para hablar del franquismo con esta fuerza.

Carolina Bang

Máscaras que muestran el alma

Carlos Areces, en uno de los papeles más exigentes de su carrera, consigue que empaticemos con un personaje al borde del colapso mental. Su Javier es torpe, silencioso, reprimido, hasta que explota, su mirada, su postura, su forma de hablar, todo en él transmite dolor y contención. Frente a él, Antonio de la Torre compone a un Sergio salvaje, explosivo, tan carismático como repulsivo. El duelo entre ambos actores es uno de los pilares de la película, y lo resuelven con una entrega absoluta.

Carolina Bang, en un papel difícil, aporta a Natalia esa mezcla de deseo, miedo y resignación que convierte su personaje en algo más que una víctima. Está atrapada entre dos fuerzas destructivas, pero también entre dos modelos de país, de amor, de masculinidad.

Santiago Segura

Un circo visual

En lo visual, Balada triste de trompeta es una auténtica orgía de colores, texturas, escenarios y referencias. La fotografía combina la suciedad del realismo con momentos casi oníricos. El montaje es ágil, caótico pero preciso, y la música refuerza el tono operístico de muchas escenas, sin renunciar al humor macabro.

El diseño de producción es otro de los puntos fuertes, desde los camerinos del circo hasta las trincheras, pasando por las secuencias delirantes en Madrid. Todo está construido con un cuidado extremo por el detalle, hay guiños al cine clásico, al cómic, a la cultura pop, pero también al cine político de los 70. Es una película con personalidad estética muy marcada, y eso la hace inolvidable.

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Conclusión de 'Balada triste de trompeta'

Balada triste de trompeta no es una película para todos los gustos. Es incómoda, excesiva, desequilibrada por momentos, pero también es una de las obras más atrevidas del cine español contemporáneo, una pieza rabiosa y brillante que transforma la sátira en catarsis nacional. Álex de la Iglesia logra que riamos, que nos horroricemos, que sintamos ternura y repulsión casi en la misma escena, y eso no es poca cosa.

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