En su paso por la 56ª edición del Festival de Cine Fantástico de Sitges, Brad Anderson fue galardonado con el premio Màquina del Temps. Su filmografía promete un profundo interés por el género de terror y suspense, véase Session 9 (2001), El Maquinista (2004), Transsiberian (2008), La última llamada (2013) o Fractura (2019) entre muchas de sus obras. Esta vez presenta Blood de Brad Anderson, donde explora su postura dentro del cine de vampiros. Estará disponible en salas de cine españolas a partir del 15 de diciembre de 2023.
Crítica de 'Blood de Brad Anderson'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Blood de Brad Anderson
Título original: Blood
Reparto:
Michelle Monaghan (Jess)
Skeet Ulrich (Patrick)
June B. Wilde (Helen)
Erik Athavale (Dr. Forsythe)
Finlay Wojtak-Hissong (Owen)
Onalee Ames (Abogado de Jess)
Rodrigo Beilfuss (Dr. Gupta)
Jennifer Rose Garcia (Candice)
Danika Frederick (Shelly)
Skylar Morgan Jones (Tyler)
Cindy Myskiw (Visitante del hospital)
Michael Strickland (Oficial uniformado)
Año: 2022
Duración: 108 min.
País: Estados Unidos
Director: Brad Anderson
Guion: Will Honley
Fotografía: Björn Charpentier
Música: Matthew Rogers
Género: Terror. Thriller
Distribuidor: A Contracorriente Films
Tráiler de 'Blood de Brad Anderson'
Sinopsis
Tras un divorcio, Jess, una joven enfermera, se muda con sus dos hijos a la granja de su tía. Su pequeño hijo Owen tiene el corazón roto cuando su perro desaparece en el bosque, asustado por algo. Cuando el animal regresa, trae un mal consigo y ataca al niño. Las heridas sanan, pero el estado de Owen empeora. A medida que pasan los días, Jess observa que el niño ha desarrollado una inexplicable sed de sangre y alimentarla es la única cura para su dolencia. (A Contracorriente Films)
Dónde se puede ver la película en streaming
Yo por mis hijos mato
Tradicionalmente, el mundo de los cuidados está estrechamente vinculado a las figuras femeninas. Así, las madres son el emblema de la protección infantil por antonomasia. Aunque en el cine —y en la realidad— haya muchas madres que difieran de esta definición, Anderson se acoge a ella para presentar a la protagonista de su nueva película.
Resulta interesante hablar del personaje de Jess (Michelle Monaghan), ex drogadicta ya recuperada que acaba de conseguir volver a tener la custodia compartida de sus hijos. Blood de Brad Anderson se va desvinculando del terror por momentos para meterse de lleno en el drama, hecho que no se sustentaría tan bien si no fuera por la actuación de Monaghan. Su dedicación es de lo más convincente, soportando la película a trozos.
De esta manera, el bien y el mal se entrecruzan creando caminos difusos. Ya no se sabe qué es lo correcto y qué es una locura. Todo vale si el bienestar de los hijos está en juego.
Asimismo, no es solo la vida de sus hijos la que pende de un hilo. También es la suya propia. Jess no duda en sacrificarse por su descendencia, creando una llamativa simbiosis entre la reminiscencia de su adicción a las drogas y su necesidad de dar la cara por su hijo. Como los vampiros, los problemas familiares pueden chuparte la sangre. Y como las drogas, también pueden envenenarte y consumirte. Hay que saber dónde y cuándo plantarse.
Del terror al drama
La sangre, por sí sola, tiene un componente bastante sórdido que evoca al terror, a lo fantástico, a lo extraño. Más aún cuando la sangre viene en forma de necesidad, cuando hay que consumirla. Este vampirismo mutable y progresivo que se sucede en Blood de Brad Anderson nos traslada al género del horror, pero en realidad lo que se ve se acerca más a un tenso drama.
La manera en que la trama se desenvuelve alrededor de la figura de Jess y sus acciones más que en la "enfermedad" de su hijo convierte el miedo en preocupación. En realidad, casi que se teme más a ella que al niño con sed de sangre. Porque ella puede, en su justa medida, contener a Owen. Y porque se evidencia la locura en la que podría meterse una madre por mantener a su hijo a salvo.
El rumbo y el ritmo que toma Blood es largo y denso, perdiéndose entre elementos del cine de género que se pisan de puntillas y una carga dramática enorme. Así, aunque la premisa es interesante, la película abandona el terror por momentos y se queda en un suspense con regustillo a ya saboreado anteriormente.
Y toda esta desviación en el género, que parece más un desaprovechamiento que una decisión, se resuelve —o no se resuelve, mejor dicho— con un final apresurado y demasiado sencillo para con lo intrincada que parece la propuesta. Quedan demasiados cabos sueltos, por lo que cuesta aceptarlo como una resolución real.
Conclusión de 'Blood de Brad Anderson'
Brad Anderson presenta una película en la que la sed de sangre supone un problema a un nivel más personal que el terror generalizado a los vampiros. Lo interesante de Blood de Brad Anderson, en realidad, no es la conversión en un parásito chupasangre, sino las consecuencias que ello tiene en el núcleo familiar. Desgraciadamente, se evidencian estos hechos a costa de dejar de lado el terror y abandonar progresivamente la coherencia y verosimilitud.
Aunque es una visualización entretenida, se enfría conforme avanza la trama. Una pena, por aquí somos más de sangre caliente.
Reportaje de Blood de Brad Anderson en Días de Cine TVE
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