Quinta temporada de Capullo quiero un hijo tuyo, comedia escrita y dirigida por Javier Durán. Después de cuatro años, esta singular historia trata temas tan variados como importantes como la maternidad, la homosexualidad, el poliamor... a través de un humor muy fresco. En esta ocasión, esta protagonizada por Paula Martínez y Eva Marín, las cuales se incorporan a esta nueva temporada, y Mario Redondo y Julián González, quienes ya pudimos ver en temporadas anteriores. Se puede disfrutar de la obra los viernes a las 20:30 en la Sala AZarte.



Capullo quiero un hijo tuyo

Crítica de 'Capullo quiero un hijo tuyo'

Ficha Técnica

Título: Capullo quiero un hijo tuyo
Título original: Capullo quiero un hijo tuyo

Reparto:
Eva Marín (Diana)
Paula Martínez (Mamen)
Mario Redondo (Lucas)
Julián González (Camarero)

Duración: 65 min. apróx.
Dirección: Javier Durán
Dramaturgia: Javier Durán
Escenografía: Guillermina Ayestarán
Diseño de iluminación:
José Gallego
Fotografía:
Elena García y Soniarte
Vestuario:
Ajajai!
Diseño gráfico: I.N.K. Producciones
Edición de vídeo: Bezos Estudio - Sur5D
Música en directo: Juián González
Producción: I.N.K. Producciones

Tráiler de 'Capullo quiero un hijo tuyo'

Sinopsis de 'Capullo quiero un hijo tuyo'

Capullo quiero un hijo tuyo nos presenta a Mamen y Diana. Son una pareja de mujeres que quieren ser madres, pero no tienen dinero para una inseminación privada ni tiempo para esperar en la sanidad pública, así que deciden disfrazarse y seducir a un hombre para quedarse embarazadas. El elegido es Lucas, un atractivo donjuán que no debería dar problemas. Sin embargo, lo que prometía ser una aventura puntual se acaba prolongando y empiezan a aflorar sentimientos inoportunos. (SALA AZARTE).



Capullo quiero un hijo tuyo
Foto de Sala AZarte

¿Dónde está el bebé?

La maternidad invade Capullo quiero un hijo tuyo, una obra de teatro escrita por Javier Durán que parte de esta premisa nada sencilla. Para comenzar, presenta al espectador a una pareja de lesbianas que busca incesantemente ser madres, para ello trazan un plan nada convencional. Gracias a esta dramaturgia en continúa actividad y fresca, lleva al espectador a una experiencia entretenida. Para ello, utiliza los recursos humorísticos en una buena proporción, que se juntan con situaciones disparatadas que afloran esa identidad rebelde y socarrona. De igual manera, no busca labrar un pensamiento complejo sobre lo que se pone sobre la mesa, ni hablar enrevesadamente sobre la dificultad de las relaciones amorosas. Por tanto, mantiene un carácter más liviano y ameno, que se hace más accesibles para todo tipo de públicos e identidades.

Ahí es donde está su punto fuerte, ya que desde el principio se puede ver que no busca ser una obra introspectiva y vital. Utiliza el vehículo expresivo de lo irreverente para visibilizar y normalizar la diversidad social y sexual, mediante una naturalidad muy de a pie. De esta manera, se va desarrollando poco a poco esa familiaridad, que también regala algún momento emocional y en el que se palpa ese carácter cercano. No obstante, previamente al clímax final de la pieza teatral, la historia mengua en su ritmo frenético y se palpa en el ambiente. Aún así, saben redireccionarlo y vuelven a cohesionarlo con la identidad general y llegan fácilmente al colofón final. El cierre de la pieza se mueve en un feel-good, que pone la guinda al pastel a esta comedia de enredos.

Javier Durán
Foto de Sala AZarte

Un reparto fresco

Tras cuatro temporadas sobre las tablas, Capullo quiero un hijo tuyo estrena dos nuevas incorporaciones a su reparto en su quinta temporada: Paula Martínez y Eva Marín, quiénes recogen el testigo de Fátima Baeza y Vir Calderón. En primer lugar, Martínez debuta en un papel en el que siente cómoda, donde deja salir el talento que tiene en la comedia. La actriz puede mostrar su capacidad dinámica ante este personaje pintoresco. Al mismo tiempo, tiene una luminosidad muy característica. Además, tiene un lenguaje singular a través de su físico, que combina perfectamente con su humor rápido y resolutivo. Luego, Marín pisa fuerte sobre el escenario, con un carácter bien abordado, dándole ese torrente de energía a su personaje. Su histrionismo, a veces, toca ligeramente las líneas entre lo óptimo y lo excesivo, pero, finalmente, sabe resolverlo. Se prevé, fácilmente, que hará el personaje suyo según vaya rodando.

Por otro lado, el reparto masculino lo realizan Mario Redondo y Julián González. Por su lado, Redondo tiene esos puntos de picaresca, que caen ligeramente en un humor de antaño más rancio. Gracias a esa forma más orgánica, tiene una capacidad de causar ternura por la ingenuidad de su personaje. Sin embargo, hay momentos en los que se deja llevar demasiado por una influencia más superficial del ambiente y no sigue por esos matices más interesantes. Después, González es un particular maestro de ceremonias, que realiza su trabajo actoral desde una mayor sencillez y llaneza. Así consigue suplir algunas flaquezas más artísticas. Su magnetismo espontáneo hace que el espectador empatice y conecte con él en todo momento. En resumen, los cuatro actores en conjunto forman un buen compendio, donde las nuevas incorporaciones mantienen el ambiente ya consolidado.

Javier Durán
Foto de Sala AZarte y Diego Da Costa

Una ilusión socarrona

La mejor baza de Capullo quiero un hijo tuyo es no alargar más el relato, ya que la duración es perfecta, dada la condición de la propia obra. Con lo cual, esa preparación hace que la pieza teatral pase sin que el espectador se de cuenta. Hay un entorno activo y enérgico, que contagia a los asistentes. Al principio de la obra ya se dan esas pequeñas pinceladas de ruptura con la cuarta pared. Aunque funciona en la mayor parte, en la introducción no está tan bien justificada como el resto. Aun así, al ser la carta de presentación, no influye demasiado en el resultado global. El resto de números musicales, con una base musical muy conocida por el gran público, provocan las risas, por esas letras jocosas. En varios momentos hay una agudeza sonora sencilla, pero muy acorde al público español.

El vestuario, los cambios de éste y la puesta en escena son minimalistas, lo que hace que se ponga más el foco en las acciones y no tanto en lo que la envuelve. Asimismo, a pesar de las limitaciones, saben sacar provecho a los objetos que hay sobre el escenario. En algún momento puede parecer que hay varias resoluciones que se efectúa demasiado aceleradas. Pero, se equilibran con otras partes donde se controla el ritmo, que son la gran mayoría del montaje. Por otra parte, los fuera de escena son discretos, pero efectivos, al igual que las transiciones entre un ambiente y otro, demostrando que de la sencillez también se puede aprovechar y encandilar. Por último, destacar la accesibilidad y el estilo festivo y variado, que deja una sensación muy positiva en el cuerpo.

Capullo quiero un hijo tuyo
Foto de Sala AZarte

Conclusión

Capullo quiero un hijo tuyo es una comedia fresca, rápida y con un atmósfera festiva ideal. Gracias a esa ligereza, permite al espectador entrar en una historia diversa, que halla su fuerza en la posibilidad de dar visibilidad con un humor muy accesible. La incorporación de Martínez y Martín se produce con un resultado ingenioso, manteniendo la sinergia ya consolidada previamente. Después, el montaje es minimalista, pero totalmente aprovechado y aporta ese buen rollo, que se palpa en el ambiente. Una serie de enredos que su resolución es pasarlo estupendamente y disfrutar de cada una de las carcajadas.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
capullo-quiero-un-hijo-tuyo-critica-teatroUna comedia fresca, rápida y con un atmósfera festiva ideal. Gracias a esa ligereza, permite al espectador entrar en una historia diversa, que halla su fuerza en la posibilidad de dar visibilidad con un humor muy accesible. La incorporación de Martínez y Martín se produce con un resultado ingenioso, manteniendo la sinergia ya consolidada previamente. Después, el montaje es minimalista, pero totalmente aprovechado y aporta ese buen rollo, que se palpa en el ambiente. Una serie de enredos que su resolución es pasarlo estupendamente y disfrutar de cada una de las carcajadas.

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